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Cine

Capitán América: un nuevo mundo – Crítica de la película

28-02-2025, 2:46:07 PM Por:
Capitán América: un nuevo mundo – Crítica de la película

La cuarta entrega cinematográfica del Capitán América es un portentoso ejemplo de la pobreza creativa de su franquicia, y de la esquizofrenia ideológica de Hollywood.

Cine PREMIERE: 1.5
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“¡Pero cumple su objetivo!” sería el reclamo instantáneo, casi por reflejo (aunque válido, igual), de quienes ven en las películas de Marvel escapismo palomero puro. Ya llegaremos a ese debate, pero la triste realidad es que la película Capitán América: Un nuevo mundo ni siquiera logra ese básico objetivo del cine industrial hollywoodense: entretener.

Las razones son muchas, y quizá ni siquiera valga la pena redundar en las que el Universo Cinematográfico de Marvel (UCM) arrastra desde hace años. Por ejemplo, su necedad con la gran narrativa interconectada de su franquicia (aún obsesionada con un multiverso que no acaba de definir). O su estilo audiovisual uniformizado a costa de extirpar hasta el más mínimo ímpetu imaginativo de las almas de sus directores.

El hecho es que Capitán América: Un nuevo mundo –debut cinematográfico de Sam Wilson (Anthony Mackie) bajo el manto– es, simple y llanamente, una película tediosa por sí sola, y redundante en el gran esquema de las cosas. No sólo eso, sino que resulta víctima de las manías narrativas de la franquicia, y acaba por sentirse más como una secuela de otras cosas, que como su propia película.

Adaptándose a su nuevo papel como el héroe de las barras y las estrellas, Sam Wilson se ve involucrado en una conspiración. Alguien ha intentado, en plena Casa Blanca, asesinar al nuevo presidente de los Estados Unidos, Thaddeus “Thunderbolt” Ross (ahora Harrison Ford, en sustitución del difunto William Hurt). Jalando los hilos desde las sombras está un villano con una vendetta personal en contra de Ross por los eventos de Hulk: El hombre increíble (de 2008, por si alguien siquiera la recuerda).

O sea que el director Julius Onah y otros cuatro coguionistas se las tienen que ingeniar para hacer de la película Capitán América: Un nuevo mundo una secuela de Hulk, pero también de Falcon y el Soldado del Invierno y de Eternals (con referencias a Black Widow, ¿por qué no?). Y como todo desde 2019, también tiene que ser secuela de Avengers: Endgame pero antesala a las próximas películas de Los Vengadores. Queda muy, muy poco espacio en dos horas para que sea una verdadera película del personaje. Y lo peor es que termina por reciclar, en grado descarado, la trama de Capitán América y el Soldado del invierno, pero inferior a ésta en casi todo sentido.

A este déjà vu narrativo hay que sumar una dirección irregular. Quizá con la excepción del clímax –situado a plena luz del día en mar abierto–, las secuencias de acción son difíciles de seguir: erráticamente dirigidas, con decisiones cuestionables de luz, cámara y edición que enturbian la acción más que esclarecerla o exaltarla. Entre una y otra, personajes escupen diálogos sobre el MacGuffin en turno, van de un lado a otro y así sucesivamente hasta llenar las dos horas de metraje.

En medio de todo eso, y a pesar de los esfuerzos del estoico pero compasivo Anthony Mackie, no hay un viaje de personaje bien desarrollado para Sam Wilson. Apenas en un par de escenas se sugiere el peso de continuar el legado del supersoldado Steve Rogers, pero Onah constantemente lleva la trama hacia otros lados.

Uno de esos lados es, curiosamente, el propio “Thunderbolt” Ross, quien aquí recibe más un tratamiento de antihéroe a pesar de sus villanías pasadas. Vale la pena, al menos, destacar el trabajo actoral de Harrison Ford, que se pone rojo pero del esfuerzo por cargar con el peso dramático de la película. Casi como un milagro, el veterano actor extrae hasta la última gota de emoción y humanidad de un personaje fundamentalmente antipático, pero en cuyo arco dramático se fundamenta el mensaje de la película sobre la posibilidad de cambiar y redimirse. Y es aquí, extrapolado a la alegoría política, donde el “puro entretenimiento” adquiere un regusto rancio.

A pocos escapará la no tan sutil alegoría de un monstruo de color raro sentado en la sala oval de la Casa Blanca, cuyos traumas no resueltos y problemas de ira eventualmente destruyen al corazón político de los Estados Unidos. Tomando una página del manual del cine de desastres (y con más tosquedad simplista que la bélica Guerra civil), Capitán América: Un nuevo mundo es una película que expresa las fantasías autodestructivas, medio narcisistas y onanistas de un país completo por medio de un presidente que devasta su propio capitolio.

Como telón de fondo, plantea un discurso de unidad internacional con Estados Unidos guiando al mundo por un “mejor camino”. Como resolución, un mensaje sobre abrirnos a la comprensión, al perdón y a la redención del otro, sin importar los males que haya cometido.

Muy lindo en papel, pero no sienta tan bien para hablar de una nación que se desmorona internamente por la polarización política, que ha declarado abiertamente sus intenciones imperialistas, y que implementa decretos retrógradas sin tapujos. Todo, además, en una película de una compañía que ha dado su brazo a torcer para acomodarse a los tiempos.

Puede que haya un nuevo hombre bajo el traje, pero rara vez el Capitán América se ha sentido tan fuera de tiempo.

autor Este no es el droide que estás buscando. Crítico y periodista de cine, actual editor en jefe de Filmelier en México y Brasil. También edita el blog de Film Club Café.
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