Exorcismo en el séptimo día – Crítica de la película
La película Exorcismo en el séptimo día pudo ser una adición cumplidora al terror, pero sus decisiones cuestionables la hacen poco memorable.
El terror se ha convertido en uno de los géneros más buscados a nivel internacional gracias a su capacidad de apelar a las sensaciones que generan adrenalina. Precisamente por eso son exitosas las cintas de este tipo que se producen en masa y que siempre están presentes en la cartelera de cualquier complejo en cualquier rincón del planeta. Si no hay una buena historia, por lo menos está la garantía de que, cuando menos lo esperemos, llegará un jump scare que nos saque de la monotonía; algo que cumpla, pues, la promesa de que lo que vamos a ver y experimentar, en efecto, nos aterrorice. Con la película Exorcismo en el séptimo día sucede algo que, curiosamente, rompe con lo mencionado anteriormente, puesto que no hay una buena trama… pero tampoco podemos esperar que llegue un punto en el que, como audiencia, seamos capaces de desconectarnos, dejar de hilar los acontecimientos y caer en el viejo –pero efectivo– truco del susto repentino.
Dicho esto, cabe aclarar que el filme no es uno que no se esfuerce por innovar en su campo, ya que, en su primer acto, sienta las bases para un desarrollo prometedor, pero que, pasada la primera media hora, se empieza a desgastar, sucumbiendo ante los encantos –y seguridad– de una fórmula que se ha visto hasta el cansancio.
Aquí, conocemos al padre Daniel García (Vadhir Derbez), un aprendiz de exorcista que, al ser el mejor de su “academia”, o seminario, es enviado a trabajar con Peter Costello (Guy Pearce), un sacerdote veterano que, aunque es experto en los rituales para extraer demonios de cuerpos poseídos, mantiene en su vida una actitud de amargura, derrota y cinismo debido a un traumático encuentro que tuvo en su juventud con un poderoso ser maligno que, a su vez, terminó con la vida de su mentor, Louis (Keith David). Ahora, García y Costello deberán enfrentarse a una amenaza de dimensiones inimaginables, misma que los enfrentará a sus peores pesadillas.
En específico, el recurso que parece tener potencial es la relación de base que tienen los dos protagonistas. Si se hubiera continuado explorando su interacción a la par de sus trabajos como cazademonios, la propuesta se habría vuelto interesante, pero desafortunadamente, no se aprovecha el tropo de maestro-estudiante que podría haber resultado en una mezcla entre los mejores elementos de Constantine (2005) y Día de entrenamiento (2001). La película Exorcismo en el séptimo día no arriesga y, al contrario, se decanta por presentar un todo que se siente como hecho para televisión y que estaría mejor clasificado si se dijera que se trata de un drama psicológico, pues, como dije antes, el terror en ningún momento se hace presente. Es evidente que, en su segundo largometraje después de la poco conocida The Dark (2018), el objetivo del director y escritor Justin P. Lange era contraponer un personaje joven y ambicioso con los retos que –dentro de numerosas ficciones parecidas– usualmente llegan al enfrentarse a entes sobrenaturales. Lamentablemente, nada despega.
La parte actoral tampoco es suficiente para sacar el proyecto a flote. Pearce es el único intérprete que, como de costumbre, entrega un rol sólido, capturando perfectamente el desinterés social de alguien que experimentó tan cerca la tragedia. Por su parte, Derbez, quien deja atrás las comedias románticas, falla al darle a su personaje el carisma y la profundidad que se requieren. Sin energía y con diálogos planos –el guion no ayuda mucho–, su participación no es suficiente para que la cinta logre lo que se propone. Además, las apariciones de David, e incluso del siempre cumplidor Stephen Lang, se perciben cortas e innecesarias.
La película Exorcismo en el séptimo día pudo haber sido una adición cumplidora a la ya sobresaturada ola de proyectos de terror, pero un ritmo tedioso, talento desaprovechado y una cuestionable decisión de dejar de lado una buena premisa a los pocos minutos de iniciada hacen que sea poco memorable.
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