Bestia – Crítica de la película con Idris Elba
Bestia es una cinta que constantemente pierde su enfoque. No obstante, es una experiencia que está hecha para la pantalla grande.
La naturaleza siempre será imponente y, para muchas personas, aterradora. Lo cierto es que si la respetamos y no intervenimos en sus procesos la coexistencia, será siempre pacífica. La raza humana sólo debe tomar de su entorno aquello que necesita y no molestar. Esas son las ideas detrás de la película Bestia. En realidad, no nos dice algo que no sepamos, pues existen numerosas producciones que muestran las consecuencias de alterar lugares que requieren mantener su tranquilidad. Sin embargo, el conjunto sabe diferenciarse de otras producciones con la misma temática, al visibilizar un problema ambiental real que aqueja a toda una región y que es imperativo solucionar.
Conocemos al Dr. Nate Samuels (Idris Elba), quien, después de enviudar, viaja de Estados Unidos a una reserva situada en la sabana sudafricana junto a sus hijas, Mare y Norah (Iyana Halley y Leah Jeffries), para que, además de pasar ahí sus vacaciones, las adolescentes sepan dónde se conocieron sus padres. Pronto, el paseo para fortalecer vínculos se convierte en una situación de vida o muerte, pues un león comienza a atacar a cualquier persona que se le acerque.
Crítica de la película Bestia
Pocas veces se produce un thriller de supervivencia en el que no se antagoniza al animal protagonista. Resulta refrescante el giro que se le da a la ya trillada fórmula del “hombre contra la vida salvaje”. El león tiene una motivación palpable: demostrarle a un grupo de cazadores furtivos que, en su territorio, no pueden seguir muriendo integrantes de su manada.
Queda claro que el objetivo del largometraje es que la audiencia conozca la gravedad de la crisis de caza que se vive en Sudáfrica. De los más de 200,000 leones que había hace un siglo, hoy sólo quedan aproximadamente 20,000. Y los números siguen su descenso. Con inteligencia, la cinta logra evadir clichés y no pisa los terrenos del melodrama. El guion de Ryan Engle (Non-Stop: Sin escalas, 2014), basado en una historia de Jaime Primak Sullivan (Jersey Belle, 2014), nos sugiere que la bestia titular no es aquella de melena y dientes afilados.
Esa premisa por sí sola podría ser el combustible de toda la historia y, de no ser porque los otros estelares necesitaban algo para hacer en medio del caos, quizá se habría mantenido. Pero no es así. Cada cierto tiempo, se insertan escenas que habrían encajado mejor en un drama familiar, en las que los personajes de Halley y Jeffries discuten con su padre el hecho de que él haya permanecido ausente mientras su madre enferma lo necesitaba. Tales discusiones se sienten fuera de lugar y únicamente cumplen dos funciones.
Primero, darle al personaje de Elba una especie de redención y un exagerado instinto protector que lo llevarán a enfrentarse, de manera inverosímil, a puños con el león. No hay razón alguna para que los parientes terminen inmersos en el plan de venganza que el animal tiene preparado para los malévolos cazadores.
Por otro lado, está el gusto del director, Baltasar Kormákur, por enmarcar relaciones humanas en narrativas de supervivencia. Ya trabajó en una película coral con Everest (2015) y entregó una historia de amor con A la deriva (2018). En ambas, la mezcla del conflicto íntimo de los personajes con los respectivos desastres naturales es sólida, mientras que en esta ocasión la intención se pierde y no termina de cuajar.
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Aunque constantemente se hacen malabares con la tonalidad del proyecto, es la participación de un cuarto integrante del elenco lo que mantiene el interés del público: Sharlto Copley da vida a Martin. Él es un viejo amigo de Nate y también es el biólogo a cargo de la reserva. Copley es conocido por sus roles crudos –y, muchas veces, crueles– en varias propuestas sci-fi, particularmente las que son comandadas por Neill Blomkamp. Ahora, ofrece una actuación que no está relacionada con los elementos que lo hicieron famoso. Verlo interpretar a una persona relajada que tiene que reaccionar con intensidad a una situación imprevista es sumamente entretenido.
La película Bestia cuenta con un interesante mensaje, bellos escenarios, apabullante fotografía de Philippe Rousselot e interpretaciones actorales comprometidas. Constantemente pierde su enfoque y a ratos se torna cansada y genérica. No obstante, es una experiencia que está hecha para la pantalla grande. Si se quiere ver un gran despliegue técnico, es una gran opción.
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