Alicia en el País de las Maravillas – Crítica
Una reinterpretación del clásico con un poco más de Burton que de Carroll.
“Quiero hacer una versión que le haga justicia al libro de Lewis Carroll; creo que no existe ninguna”, fue la promesa que hizo Tim Burton a sus fans en la pasada Comic-Con. Y desde que una Alicia de 19 años de edad cae por la madriguera, hasta que toma la botella que lee “Drink me” de la mesa, se cumple. Sin embargo, el lugar al que llega este singular personaje, no es el País de las Maravillas… En esta película no se narra la historia de una joven que se encuentra con todo tipo de criaturas extrañas mientras intenta descifrar cómo regresar a casa.
Aquí, hay dos reinas (una roja y una blanca, una mala y una buena) peleando por el trono de Wonderland; y Alicia, por ninguna razón aparente, es la que debe pelear por regresar al trono a la Reina Blanca. Y así, la trama se convierte en muchas cosas, pero nunca en lo que se esperaría de una película clásica de Alicia en el País de las Maravillas. A medida que progresa la historia, ésta guarda más semejanzas con Las crónicas de Narnia que con la novela de 1865.
Y no es que esto sea algo necesariamente malo; sólo no es lo que se prometió en las palabras de Tim Burton. Si uno busca ver a aquellos clásicos personajes en sus icónicos escenarios pero con la tecnología de ahora, interpretados por grandes actores y en “live-action” –si es que se le puede llamar así–; se decepcionará.
Sin embargo, no todo está perdido en esta película de Alicia en el País de la Maravillas. Helena Bohnam Carter hace una Reina Roja impecable, tanto a nivel histriónico, como de adaptación del personaje y a nivel de composición digital también. Algunos de los personajes secundarios resultan un perfecto comic relief y la creación de escenarios, en particular los respectivos castillos de ambas reinas, son insuperables. Para aquellos que disfruten el cine del realizador, será un verdadero agasajo visual; e incluso narrativo.