Neorrealismo italiano: Qué es, características y ejemplos

Un movimiento que le dio voz a quienes más lo necesitaban.
Luego de explorar las posibilidades de la estética, los mundos fantásticos, e incluso ciertos conflictos sociales, el cine pasó por una etapa de cierta incertidumbre. El periodo tras la Segunda Guerra Mundial se convirtió, principalmente en Europa, en uno de mucho dolor y aprendizaje pero, sobre todo, de realidad. Tras años de historias fantásticas, personajes mitológicos y experimentación técnica, el cine puso los pies en la tierra y se dedicó a contar las historias de quienes día a día construían la cotidianidad de las calles. A continuación, te contamos todo sobre el neorrealismo italiano, una de las corrientes más importantes del siglo XX.
¿Qué es el Neorrealismo italiano?
Se le llama así al movimiento cinematográfico surgido en Italia tras la Segunda Guerra Mundial. Lejos de la fantasía, los elevados recursos estéticos y la dedicación al apartado técnico, el neorrealismo italiano se caracterizó por directores que recorrían las calles y tomaban como estrellas a las personas que, día a día, luchaban para llevar el alimento a sus casas. Sus películas se basaban en la realidad, en anécdotas o la observación realizada con las personas afectadas, económica o moralmente, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué surge?
La Italia de la posguerra fue considerada por muchos como una época de gran revolución cinematográfica. El país aún sufría grandes consecuencias luego del ya mencionado conflicto bélico, y no sólo por la destrucción o la pérdida de vidas humanas. El fin de la guerra no significó, de forma inmediata, la paz, sino un periodo de reconstrucción con numerosos obstáculos. La sociedad italiana se enfrentaba a la pobreza, la soledad, cierto dejo de desesperanza y un futuro incierto. Si se le pudiera describir con una palabra, esa sería precariedad.

Benito Mussollini era el responsable de dirigir el destino de Italia mientras se libraba la Segunda Guerra Mundial. Su mandato significó que la producción cinematográfica continuara, pero bajo ciertas condiciones. Al igual que sucedió en Rusia tras la explosión del cine soviético, el gobierno regularizó el tipo de cine que se podía producir: comedias con toques moralinos, historias llenas de propaganda, y una exaltación de las “cosas buenas” que sucedían en el país. No había lugar para los problemas de las calles, todo el cine era considerado ficción por alejarse totalmente de las problemáticas sociales.
En 1937 se da el surgimiento del llamado Cinecittà. Dicho Centro Experimental de Cinematografía permitió que se produjeran numerosos largometrajes de no muy buena calidad. Había cine, pero no el mejor. Ante la falta de “verdaderas películas”, muchos jóvenes, que más tarde se convertirían en grandes cineastas, se refugiaron en el cine estadounidense para conocer los verdaderos alcances del séptimo arte.
La caída del régimen de Mussolini y el fin de la guerra abrieron la puerta a la creatividad. No había censura, pero sí ganas de documentar la realidad, de salir a las calles a conocer cuáles eran los verdaderos problemas de la sociedad y hacer algo al respecto. Claro, los directores no se convirtieron en “salvadores” de la gente en Italia, pero sí hicieron lo más importante que puede hacer un cineasta: poner bajo los reflectores un tema y dejar que el mundo lo conozca.
Se considera que el Neorrealismo italiano comienza en 1945, cuando la ciudad comenzó a despertar, y que termina en los primeros años de la década de los 50, bajo el miedo de proyectar una imagen confusa al resto del mundo y con ciertos aires de censura. El surgimiento de la Democracia Cristiana, partido político que comenzó a dominar la región, supuso que Italia se enfrentara a una nueva reorganización. El cine del neorrealismo era reconocido por su pesimismo, y el gobierno decidió enfocar sus esfuerzos hacia la ficción. Sin importar lo anterior, algunas voces siguieron su camino para hablar en lugar de aquellos cuya voz no tenía la suficiente fuerza.

¿Qué caracteriza al neorrealismo italiano en el cine?
Historias cercanas a la gente
Para muchos cineastas, entrar en un nuevo periodo histórico fue la oportunidad perfecta de contar lo que verdaderamente sucedía en las calles. La crisis social y económica era sin precedentes, así que, con muy pocos recursos, directores italianos salieron a documentar, y retratar en blanco y negro, el día a día de las personas. Éstas hablaban de su dolorosa realidad y las pérdidas a las que se enfrentaban. Los diálogos eran totalmente naturales, y los “actores” no eran más que personas comunes luchando día a día por sobrevivir. Algunos de los temas más populares eran el hambruna, las muertes y la inmundicia de la sociedad. El director no sólo narraba la historia, se preocupaba por incentivar un cambio.
A menor presupuesto, mayor creatividad
Como la falta de recursos no permitía el desarrollo de ficciones, sobre todo por los gastos que necesitaban, los directores enfocaron el impacto de sus producciones en los diálogos. No había grandes escenarios, vestuarios de primer nivel, o un gran trabajo en cuanto a ambientación se refiere. Los realizadores se las arreglaban en calles destruidas, los espacios públicos de la zona, y construían historias tomando como base las duras anécdotas que les relataban.
Actores no profesionales
Aunque había algunos actores con cierta trayectoria, parte de ellos venía de las producciones que Mussolini aprobó para beneficiar las buenas costumbres entre la sociedad. La gente no pedía su presencia en pantalla, así que los directores del neorrealismo italiano se enfrentaron a dos problemas: falta de presupuesto para contratar actores, y miedo al rechazo de la gente hacia “caras conocidas”. Así llegaron a la conclusión de que lo mejor era improvisar, dejar que gente sin preparación actoral narrara sus vivencias sin importa su estilo. Claro, todos eran elegidos mediante cierto criterio, pero no se les daba un guion para trabajar.

Una puesta en escena más artesanal
Tras la destrucción de Cinecittà, los directores no contaban con grandes equipos de filmación. Con lo poco que se quedaron, el uso de la cámara en mano se convirtió en el pan de cada día. La iluminación era totalmente natural y, además, funcionaba para dotar de veracidad todo tipo de relatos. No se podía grabar el sonido en directo, así que el doblaje comienza a adquirir gran importancia. La fotografía era precaria, no se podía contratar a grandes expertos, y al estar en las calles, tampoco se podía modificar tanto el espacio físico.
Sus películas y directores más destacados
Algunos de los directores pioneros en ésta corriente también se convirtieron en celebridades reconocidas durante los años por venir. Luchino Visconti, Roberto Rossellini, Vittorio De Sica y Federico Fellini (en la última etapa del neorrealismo) fueron algunos de esos cineastas que se encargaron de dar voz a la gente. Convirtieron las calles de Italia en el escenario de historias desgarradoras y le dieron a la gente una oportunidad de compartir sus tragedias con el resto del mundo.
En cuanto a películas se refiere, algunas de las más destacadas, y que retratan la esencia de ésta corriente, son:
Roma, ciudad abierta (Dir. Roberto Rossellini, 1945)

Es considerada la primera película del neorrealismo italiano. Su director comenzó a buscar historias llenas de realidad sólo unos meses después de que los alemanes se retiraran de Italia. La historia se centró en Giorgio, un líder del Comité Nacional de Liberación, mientras era perseguido por la Gestapo. Desesperado, recurre a un hombre para que le ayude a escapar. Se filmó en las calles destruidas de Roma, y se basó en la historia de muchas personas que, como Giorgio, se convirtieron en presa de las autoridades. Sirvió como un ejemplo de que, aun cuando lo peor de la guerra ya había pasado, sus efectos continuaban vigentes y dolorosos.
La tierra tiembla (Dir. Luchino Visconti, 1948)

Este largometraje se enfoca en otro sector de la población, el de los comerciantes italianos que no pueden llevarse un bocado de comida a la boca si no salen a trabajar cada día. Es la segunda película de su director, y se convirtió en un clásico instantáneo por su crudeza. Se ambienta en un pueblo pesquero de Sicilia en el que, cada noche, los pescadores arrojan sus redes al mar y vuelven al amanecer. Pero, a pesar de su gran labor, deben repartir las ganancias con los comerciantes. Destacó por su realismo al retratar a los pescadores y sus ínfimas condiciones de vida, pero también por cómo hace una ligera crítica a las costumbres y qué sucede cuando éstas se rompen.
Ladrón de bicicletas (Dir. Vittorio de Sica, 1948)

Muchas películas hablaron sobre la gran necesidad de encontrar un empleo en aquella época, pero pocas generaron el mismo impacto que ésta. Sigue a Antonio Ricci, hombre humilde al que le proponen un trabajo como colocador de carteles. El único requisito es tener una bicicleta, la cual le roban en su primer día de trabajo. Así se embarca, junto a su hijo, en una aventura para encontrar su herramienta de trabajo. Aunque la anécdota puede parecer simple, funciona para poner en contexto el valor de un objeto, y qué tan necesitada estaba la gente por un empleo “fijo”. Es un reflejo de los deseos de la época, pero también de lo que el ser humano era capaz de hacer por vivir un día más.
Otras películas destacadas del Neorrealismo italiano
- Obsesión (Dir. Luchino Visconti, 1943)
- El limpiabotas (Dir. Vittorio De Sica, 1946)
- Paisà (Dir. Roberto Rossellini, 1946)
- Alemania, año cero (Dir. Roberto Rossellini, 1948)
- Stromboli, tierra de Dios (Dir. Roberto Rossellini, 1950)
- Milagro en Milán (Dir. Vittorio de Sica, 1951)
- Europa ´51 (Dir. Roberto Rossellini, 1952)
- Umberto D. (Dir. Vittorio De Sica, 1952)
- Roma a las 11 (Dir. Giuseppe de Santis, 1952)
- Los inútiles (Dir. Federico Fellini, 1953)
¿Qué legado dejó al cine?
En la actualidad, es común conmoverse con historias en las que se reflejan las quejas y problemáticas sociales. Aunque el cine de ficción representa un gran porcentaje de las propuestas que llegan todas las semanas a las salas de exhibición, no se ha hecho de lado el cine que muestra las diferencias sociales y hace eco de las exigencias y denuncias. El neorrealismo abrió un camino para que el arte pudiera retratar la verdad de las calles, no sólo la fantasía de los sets.
También resultó fundamental para que el cine pudiera contar con otro tipo de interpretaciones, unas más orientadas hacia la naturalidad. Cada vez es más común disfrutar de largometrajes protagonizados completamente por personas sin experiencia en la actuación, o apoyándose de otros actores con gran experiencia. La vanguardia surgida en Italia permitió que, de nueva cuenta, las historias y sus mensajes asumieran el rol protagónico.
Pocos años después de que su popularidad estallara en Europa, México estrenó Los olvidados, una de las primeras películas en explotar el neorrealismo. La cinta, hoy considerada un clásico, se enfocó en la vida diaria y las tragedias de aquellas personas que, como indica el título, quedaron en el olvido y tuvieron que encontrar la forma de sobrevivir. Su crudeza e impacto llamó la atención del mundo, y hoy se le considera una de las mejores producciones mexicanas de todos los tiempos.

Aunque surgió hace varias décadas y bajo un contexto distinto al que se vive en la actualidad, grandes producciones recientes han hecho uso del neorrealismo. El mexicano Alfonso Cuarón plasmó ciertos elementos del mismo en Roma, filme que recrea, a modo de ficción, los recuerdos de su infancia. No contó con música, sets de filmación o un hilo conductor en específico, pero se filmó en las calles, retrató algunos momentos del día a día con gran realismo, e incluso fue protagonizada por Yalitza Aparicio, quien antes se desempeñaba como docente. Es evidente que Cuarón trabajó con un presupuesto determinado, y la narración de sus vivencias nació de un gusto propio, no por la necesidad, pero sus influencias son claras.
El mismísimo Martin Scorsese toma a este movimiento como una de sus influencias más importantes. Claro, es uno de esos directores que tiene la oportunidad de trabajar con proyectos superiores a los $200 millones de dólares, pero también reconoció que directores como Rossellini o De Sica inspiraron su forma de hacer cine. Gracias a ellos narró historias con fílmica influencia Italiana, ya sea en la trama o en la construcción de sus personajes. La importancia de las relaciones interpersonales, los cuestionamientos morales y la construcción del individuo son muestra de lo mucho que aprendió de ahí.
Al final, si algo bueno dejaron tantos años de tragedia y desesperanza, fue esa conexión entre artistas y afectados. Los realizadores se convirtieron en el canal perfecto para que decenas de historias llegaran al mundo entero, y muchos espectadores pudieron conocer lo que sucedía en otros países. Tras años en silencio y asumiendo una injusta realidad, las voces beneficiadas por el Neorrealismo jamás volvieron a callar.
