Mujercitas (Little Women) – Crítica
Mujercitas de Greta Gerwig es la versión de la novela de Louisa May Alcott que necesitamos hoy.
Después del éxito que tuvo con Lady Bird, Greta Gerwig se asignó a sí misma una tarea titánica: darle nueva vida a una de las novelas estadounidenses más emblemáticas de la historia.
Aunque, pensándolo bien, quizás esta adaptación sea algo natural y obvio para ella, un evento casi serendipitoso. La directora, actriz y guionista nunca ha ocultado su amor y fascinación por la novela de Louisa May Alcott y el impacto que tuvo en ella. No obstante, un clavado a la vida y trabajo de Gerwig, revela los paralelismos con su propia historia. Las palabras son de Louisa May Alcott, pero bien podría ser la historia de Greta.
En Frances Ha, Greta Gerwig (quien actualmente está nominada a los Premios de la Academia en la categoría de Mejor guion adaptado, pero no en la categoría de Mejor dirección…) escribió e interpretó a una bailarina de danza contemporánea en apuros que intenta encontrar su lugar en el mundo de las artes en la ciudad de Nueva York mientras atraviesa el difícil proceso de madurar. La protagonista de Lady Bird, su ópera prima, está en una búsqueda artística / personal similar. En este mismo tono, la versión de Greta Gerwig de Mujercitas es, más que nada, una historia sobre mujeres ambiciosas que luchan por vivir su inteligencia y potencial creativo al máximo. Por vivir su verdad, sin importar cual ésta sea.
Mujercitas es la historia de cuatro hermanas: Jo, Meg, Amy y Beth March y sus vivencias mientras navegan las expectativas y reglas que la sociedad ha asignado a su género después de la guerra civil estadounidense.
En esta versión, no se siente que la intención de Gerwig sea transformar Mujercitas en un manifiesto feminista. Las personalidades contrastantes de las hermanas March equilibran este aspecto y ella le da un lugar y una voz a cada una de ellas: mientras que el fuego de Jo yace en la escritura y en un día convertirse en una gran escritora, Meg encuentra mucha alegría compartiendo su vida con su esposo y en su papel de madre. Amy, como Jo, tiene grandes ambiciones artísticas, pero, para Beth, no hay mayor dicha que estar en su casa, tocar el piano y pasar tiempo con sus hermanas y Marmee, su madre. Este aspecto sobre la vida familiar es reforzado sutilmente con la cinematografía y la estética de la película. Tal y como es transmitido en las páginas del libro, el hogar de las March es presentado como un lugar muy acogedor, un paraíso seguro para todas las chicas, independientemente de sus viajes y ambiciones personales.
Otro de los grandes aciertos de esta versión es el elenco conformado por Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Eliza Scanlen, Timothée Chalamet, Laura Dern y Meryl Streep. Ronan lo hace increíble como Jo March. «Las mujeres tienen mentes y almas, además de corazones, y tienen ambición y talento, además de belleza. Y estoy harta de que la gente diga que el amor es todo para lo que una mujer es adecuada. Pero…también me siento muy sola”, dice en uno de sus diálogos más poderosos. La actriz irlandesa nominada al Óscar por este rol interpreta con honestidad todas las complejidades de Jo.
La “vanidosa y egoista” Amy, vista a los ojos a través de Greta, es reinterpretada como una fuerza imparable al nivel de Jo. De hecho, la directora las presenta como espíritus muy similares. Nunca habíamos visto a una Amy con tanto ímpetu, ambición y fuego en pantalla. La actriz Florence Pugh –también nominada– da vida a esta nueva Amy con gran éxito. Sin embargo, cuando los flashbacks nos transportan a la niñez de las mujercitas, es difícil creernos a Pugh como una niña mucho menor. Además del intento por hacerla parecer más joven a través de la caracterización física, Pugh intenta convencernos con una actuación infantilizada, una interpretación que simplemente no llega a cuajar del todo. Usar a otra actriz podría haber sido interesante y, sobre todo, más convincente.
Esta versión tiene la particularidad de contar la historia a través de saltos de tiempo y flashbacks, lo cual se separa de la línea de tiempo tradicional de la novela. Para alguien que ya está familiarizado con este clásico y los personajes, este recurso narrativo es una gran ventaja y atractivo, ya que le aporta una dimensión y una complejidad que ninguna de las otras adaptaciones anteriores ha logrado antes. Sin embargo, para la audiencia que se acerca a esta historia por primera vez, esto podría resultar un poco confuso. Además, los arcos narrativos y el crescendo del viaje de los personajes pierden un poco de fuerza de esta manera.
Desde su estreno, a esta cinta le han llovido las comparaciones con las otras siete adaptaciones que existen de esta historia, en particular con el filme de 1994 dirigido por Gillian Armstrong y protagonizado por Winona Ryder, Kirsten Dunst, Susan Sarandon y Christian Bale. En la mayoría de los casos, la versión de Gerwig ha sido proclamada como «la gran ganadora», la versión absoluta.
Estas comparaciones, aunque entendibles y entretenidas, son innecesarias. Cada versión tiene su mérito y está impregnada por los factores socioculturales de la época en la que se crearon, algo que da pie a un análisis muy interesante (para otra ocasión…). Mujercitas de Greta Gerwig es la versión que necesitamos hoy, mientras que el esfuerzo de Gillian Armstrong del 94 fue una pieza maestra en su época y que siempre atesoraremos.
Son sabores diferentes… ambos muy disfrutables, ambos 100% recomendables.