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Cine

Mirreyes vs godínez – Crítica

25-01-2019, 9:33:55 AM Por:
Mirreyes vs godínez – Crítica

Si bien Mirreyes vs godínez captura con nitidez la convivencia dentro de una oficina, con todo y sus elementos pintorescos y comedia rozagante, poco a poco la estela satírica se diluye.

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En medio de la polarización social que actualmente se vive en México, un filme como Mirreyes vs godínez puede resultar peligroso con todo y sus buenas intenciones. Esta sátira social de Chava Cartas (Inquilinos) se centra en dos puntos equidistantes de la clase social. De un lado están los mirreyes: jóvenes adinerados sin necesidad de trabajar y posibles herederos de un emporio familiar. Del otro, los godínez: oficinistas acostumbrados a ganarse el pan y desenvolverse en un mundo de meritocracia.

Si bien cada uno ha sido fuente de memes y chistes en redes sociales gracias a su yoga, lattes, tés orgánicos, pan sin glúten o sus tuppers y tingas, la película los convierte en estereotipos clasistas. En términos generales, el guion de María Hinojos se muestra reduccionista con sus personajes. A veces los chistes incisivos para burlarse de estos estilos de vida –como en el caso del personaje judío–, de nosotros y la pose funcionan porque permiten identificarse con ellos. Pero a veces, aunque podrían causar gracia, su subtexto es polarizante u ofensivo pese a estar bien maquillado.

Mirreyes vs godínez

Al igual que Carlos Ballarta, la standupera Michelle Rodríguez tiene una aparición en la película.

El problema de fondo es la manera como se relaciona a los mirreyes con el buen gusto, el refinamiento y la estupidez; mientras los godínez se asemejan a la incultura, “lo naco” y la tranza. El filme ataca nuestros prejuicios contra estos segmentos y concilia posturas, pero insinuar que una persona, simplemente por ser de clase baja o piel morena roba es poco afortunado. Más adelante también se expone a un personaje de buena posición económica en este mismo sentido, pero el denuesto no es racial.

Mirreyes vs godínez captura con nitidez la convivencia dentro de una oficina, con todo y sus elementos pintorescos y comedia rozagante. Sin embargo, poco a poco la estela satírica se diluye para transformarla en un romance telenovelero. No importan las diferencias de clase, dinero, estatus ni el qué dirán para introducir con calzador un factor amoroso innecesario.

Mirreyes vs godínez se desenvolvía con dinamismo –pese a los percances temáticos– hasta este punto. La película se torna aburrida, pierde ímpetu y se recicla a sí misma en un claro desabasto de inventiva. Incluso el cameo de Carlos Ballarta, una de sus cartas fuertes en la estrategia de marketing, es monótono. El chiste de su aparición-desaparición se repite al punto de perder vigor.

Mirreyes vs godínez

La trama se desata cuando los hijos del dueño de una zapatería deben hacerse cargo del negocio familiar y entran en conflicto con los empleados godínez.

Quienes mantienen la historia a flote son los miembros del elenco. Pablo Lyle, Christian Vázquez, Roberto Aguirre, Alejandro de Marino y Gloria Stálina lo hacen bien, pero Regina Blandón, Daniel Tovar y Diana Bovio realmente sobresalen. Sus matices combaten la superficialidad y los prejuicios existentes de uno y otro lado de la balanza social, pero sobre todo inyectan flujo cómico cuando la cinta se tambalea.

El aporte más genuino –y acertado– de Mirreyes vs godínez incide en el sexismo. Mediante Blandón se esboza una denuncia hacia el maltrato y condescendencia con la cual a veces se trata a las mujeres en el ámbito laboral. Incluso se da un paso más allá, pues se critica la diferencia en la crianza entre niños y niñas. Tristemente, esta faceta del discurso se pierde en la inmensidad de chistes pícaros en torno a los ricos y los empleados de sus «papis». Intenta mas no transgrede la barrera de la superficialidad,  de ahí que es una sátira a medias.

autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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