Mi pobre angelito – Crítica de la película
Mi pobre angelito tiene una premisa que con los años se volvió clásica y una ejecución que desde el principio fue entrañable.
La película Mi pobre angelito fue lanzada en 1990. Desde ese entonces ha cementado su estatus como un clásico navideño y en general se ha convertido en parte del imaginario colectivo de la Navidad. No hay año que no la pasen en televisión o que su tema musical no suene en alguna celebración de diciembre. Afortunadamente todo eso sigue estando bien fundamentado. Mi pobre angelito nunca ha dejado de ser una cinta divertida, bien realizada y con un gran núcleo emocional.
Kevin McCallister (Macaulay Culkin) debe defender su casa de unos ladrones después de que su familia lo olvida al irse de vacaciones. No obstante, la premisa es más compleja de lo que parece. Algunos elementos son perfectos, otros se quedan un poco cortos. Es fácil olvidar que pasa una hora y cuarto de la película antes de llegar al momento en que Kevin tiene que «defender su casa de unos ladrones». Durante ese tiempo conocemos lo suficiente de los McCallister como para empatizar con Kevin, convivimos con su madre para entender su lado de la historia y nos presentan todos los elementos que detonarán en un final muy emocional.
Joe Pesci y Daniel Stern, quienes interpretan a los ladrones, dan grandes actuaciones de comedia física. Comunican mucho de sus personajes con relativamente poco tiempo en pantalla. Es un gran acierto que la primera persona que vemos en toda la película es a Pesci, ya que justifica desde el principio el conflicto de la película. El peligro que corre Kevin está desde el primer minuto enfrente de nosotros, aunque no lo sepamos en un inicio. Esa primera secuencia, de hecho, sostiene muy bien al resto de la cinta. El caos de la casa es palpable y las personalidades de la familia se comunican de forma efectiva. Además, la decoración refleja la época, con todo y póster de Michael Jordan de tamaño real.
La actuación de Macaulay Culkin como Kevin McCallister es exagerada y poco natural, pero generalmente es parte de la magia de la película Mi pobre angelito. Funciona especialmente bien en la escena del intento de robo a la casa. Las situaciones ridículas hacen que el tono de la cinta se vuelva más permisivo y la actuación de Culkin encaje mucho mejor. La cinta es imaginativa, ingeniosa y llena de encanto; con tres interpretaciones cómicas que se han vuelto icónicas y decisiones de Columbus que siguen dando risa después de casi 30 años.
El nombre de John Williams por sí solo debería hacer que cualquier halago a la música sea innecesario, pero por si acaso: es fantástica. Así nos encontremos en un momento cómico, tenso o sentimental, Williams supo exactamente qué hacer. Su tema musical es prácticamente sinónimo de Navidad y carga con el clímax de la película sin problemas. Columbus acierta además con una selección de canciones de artistas como Mel Tormé y The Drifters. La música exalta una atmósfera navideña exquisita llena de luces, nieve y tonos de verde y rojo por doquier.
A pesar de los halagos, Mi pobre angelito no es una película perfecta. La subtrama de la madre logra que comprendamos su error, pero simplemente no es tan entretenida como el resto de la cinta. La película se cae un poco cada que la vemos a ella. Para cuando aparece el gran John Candy, ya es un poco tarde.
El personaje del viejo Marley logra emocionar en el clímax debido a su intrigante actuación, pero su tiempo en pantalla perjudica un poco a la historia. El engaño sobre su aparente maldad termina malgastando sus pocas apariciones. Si Columbus aprovechara esos momentos para desarrollar más el conflicto con su hijo y su nieta, el final de la película sería todavía más sentimental.
Aún con sus problemas, Mi pobre angelito es un clásico de la temporada. Entre sus fascinantes actuaciones, su banda sonora, su clásica premisa y su inconfundible estilo, Home Alone se eleva sobre el común denominador de las películas navideñas. Tiene una magnífica personalidad que la hace brillar y que la catapultó a formar parte de la cultura popular.