Mentes peligrosas – Crítica

En 2015, descubrieron un grupo de estudiantes en China haciendo trampa en el SAT, un examen estandarizado de admisión para ingresar a las universidades de Estados Unidos. El plan para quebrar al sistema era tan elaborado, que el escándalo dio la vuelta al mundo y el SAT tuvo que anular todos sus exámenes en Asia ese año. Cuando el productor y director tailandés Jira Maligool escuchó la noticia, vio el potencial de contar esta sorprendente historia en el lenguaje del séptimo arte y reclutó al director Nattawut Poonpiriya para hacerlo. Mentes peligrosas es el resultado de esta exploración a través del filtro de un thriller psicológico y un filme de atraco. En 2017,  este filme se convirtió en la cinta más taquillera de aquel país y en el filme tailandés más exitoso a nivel internacional.

Inspirada en estos hechos reales, la película narra la historia de Lynn (Chutimon Chuengcharoensukying) una estudiante brillante que acaba de ser aceptada en una de las mejores preparatorias de Tailandia. Ahí conoce a Grace (Eisaya Hosuwan) y a Pat (Teeradon Supapunpinyo), dos chicos acaudalados que le piden ayuda para pasar un examen de matemáticas a cambio de una generosa recompensa económica. La chica genio, que vive una apremiante situación económica junto a su padre, sabe muy bien que sus calificaciones no serán suficientes para asegurar su futuro en la universidad, por lo que comienza un negocio: 3000 baht por las respuestas del examen.

Chutimon Chuengcharoensukying (izq.)y Chanon Santinatornkul en Mentes peligrosas.

El primer destello de la inteligencia de Lynn no es su impresionante récord académico y sus múltiples trofeos, es su habilidad de negociación para conseguir una beca completa en la prestigiosa institución. Esta primera escena de la cinta, breve y sutil, define el tono del filme y es el gancho para la audiencia.

El negocio de Lynn va prosperando día a día, por lo que decide subir su nivel de juego y se concentra en un nuevo blanco: el examen STIC de ingreso a las universidades. Lynn entonces crea un método de copia infalible, y con la ayuda de Grace y Park, consiguen a docenas de clientes. De la noche a la mañana, tienen un negocio millonario entre manos. Pero al plan maestro le falta una pieza, por lo que Lynn recluta a su rival Bank (Chanon Santinatornkul) el otro chico genio becado de su clase, para llevarlo a cabo.

La premisa de la cinta parte de transformar una actividad tan mundana como hacer un examen en un filme de suspenso. El objetivo del largometraje es resaltar esa ansiedad tan identificable que todos vivimos alguna vez al presentar un examen que definiría nuestro futuro.

El lenguaje cinematográfico es la herramienta clave del director para acentuar el suspenso. Mientras se escucha el incesante tic tac del reloj, la cámara invade el espacio personal de los personajes con close ups extremos que dejan ver las gotas de sudor en sus frentes para sumergir a la audiencia en la frustración de los personajes. De igual manera, los movimientos de la cámara rompen las reglas tradicionales del espacio para resaltar aún más la ansiedad extrema que viven los protagonistas mientras rellenan frenéticamente las casillas de la hoja de respuestas con un clásico lápiz 2B.

Para aliviar esta tensión que te tiene al borde del asiento, el filme ofrece destellos cómicos a través de los personajes de Grace y Pat. Este sube y baja de emociones la convierten en una experiencia realmente inmersiva.

Pero lo que hace que el suspenso sea tan efectivo en esta cinta es el contexto que lo apoya. En cada uno de los personajes, encontramos una búsqueda por encontrar una válvula de escape de la rígida cultura académica del país y las desventajas sociales. Por una parte, Grace y Pat vienen de familias acomodadas, y la presión que sienten por cumplir las expectativas de sus familias los lleva a tomar decisiones irracionales. Mientras tanto, Lynn y Bank tienen que luchar con la presión económica y con una sociedad que constantemente les recuerda que, sin dinero, sus calificaciones perfectas no valen nada. Esto los orilla a quebrar su moral. La cinta también ofrece una crítica de cómo el sistema educativo juzga nuestra inteligencia en una escala del 1 al 10, en reprobados y aprobados. El nivel de agudeza mental que muestran Pat y Grace para gestionar toda la estrategia y el trato con los «clientes» es igual de impresionante que la destreza para las matemáticas de Lynn y Bank.

Sin embargo, el ritmo de la trama tiene una caída en picada en el desenlace del filme. Como audiencia, la tensión que se vive a lo largo de la película hace que uno se involucre profundamente con los personajes. Por esta razón, los cabos sueltos que deja la cinta al final provocan un sentido de incompleción. Aun así, sigue siendo un filme sobresaliente.

Mentes peligrosas se aleja de las tramas amorosas y las peripecias comunes de la adolescencia para mostrarnos otra cara de la vida estudiantil y mostrar una propuesta refrescante dentro del género juvenil.

Amanda Adame Comunicóloga para quien el cine y la fotografía son las mejores maneras de ver la vida. Es fan de Sofia Coppola y la estética de Wes Anderson, añora décadas pasadas y piensa que todo el mundo debería irse en un road trip por lo menos una vez en la vida.