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CRÍTICAS

Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes – Crítica de la película

16-11-2023, 5:45:00 AM Por:
Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes – Crítica de la película

Gracias a sus importantes temas, brillantes actuaciones y sólidos valores de producción, ésta es una de las mejores entregas de su franquicia.

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Durante los primeros años de la década pasada, Los juegos del hambre se convirtió en una de las franquicias más importantes para Hollywood. No sólo impulsó la carrera de Jennifer Lawrence, también generó ingresos en taquilla por casi $3 mil millones de dólares (MDD). Evidentemente, Lionsgate, su estudio, no dejaría morir la franquicia tan fácil. Y gracias a que Suzanne Collins, autora de los libros, publicó una precuela en 2020, el mundo de Panem tiene una nueva oportunidad de brillar. A ocho años del estreno de la “última” película de la saga —Sinsajo, parte 2—, llega Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes, cinta con la responsabilidad de demostrar que la franquicia aún tiene un gran poder con las audiencias y la crítica.

Es la mañana de la cosecha para la décima edición de Los Juegos del Hambre. Años antes de convertirse en el presidente de Panem, un joven Corolianus Snow se prepara para una ocasión muy especial: alcanzar la gloria como mentor de los Juegos. La familia Snow atraviesa una época difícil y su destino depende de que el joven supere en ingenio y estrategia a sus compañeros como mentor del tributo que le sea adjudicado. Todo parece estar en su contra cuando lo humillan asignándole al tributo femenino del Distrito 12, Lucy Gray Baird, a la que estará irremediablemente unido. Es entonces cuando Snow ve la oportunidad de cambiar su destino.

Desde que se anunció la realización de esta precuela, una de las interrogantes más grandes era saber si su historia realmente aportaría algo a la mitología previamente mostrada. La respuesta corta es: sí. Aunque todos sabemos cómo termina el presidente Snow y lo que es capaz de hacer, Balada de pájaros cantores y serpientes de inmediato nos introduce en un contexto que no conocíamos. A diferencia de las primeras películas, aquí sí vemos cómo la guerra cambió a Panem y los estragos que aún se sienten entre sus ciudadanos.

Tom Blyth (Billy the Kid) brilla con su interpretación de un joven Snow. Afortunadamente, el joven actor no intenta replicar lo hecho por Donald Sutherland anteriormente y busca un enfoque diferente para el villano. Lo interpreta en otra época; sus motivaciones y sentimientos son diferentes. Eso le permite crear una cara nueva para el personaje que ya conocemos. A diferencia de la novela, donde múltiples párrafos nos permiten entender sus sentimientos, aquí todo recae en la tremenda actuación de Blyth. Rumbo al final de la película, una sola mirada nos hace entender el arco por el que atravesó su personaje.

Se podrán decir muchas cosas de Rachel Zegler (Amor sin barreras), pero su gran labor como Lucy Gray es innegable. Su interpretación es efectiva en todo momento, y captura tanto la vulnerabilidad como el espíritu aventurero del personaje. A diferencia de Katniss, ella es una joven cantante que se ve obligada a pelear por su vida y libertad. Tal como en las cintas previas, la franquicia recurre a experimentados actores para respaldar a sus protagonistas. Aquí, dicho papel recae en Viola Davis, Peter Dinklage y Jason Schwartzman. Davis es perturbadoramente macabra como la Dra. Volumnia Gaul, responsable de llevar a cabo los Juegos y protectora de los mismos. Más allá de su caracterización, el guion le permite mostrar sus pocos límites humanos, e incluso la dota de ciertos momentos de humor negro que le van de maravilla.

Balada de pájaros cantores y serpientes crítica

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En cuanto a Peter Dinklage se refiere, su Casca Highbottom guarda más relación con Snow y funciona como catalizador de la maldad que yace en su interior. No se trata de un mal trabajo, pero tampoco llega a los niveles de actuación mostrados por Davis. Además, deja la sensación de que no hizo mucho con el personaje. Quien sí sobresale es Jason Schwartzman como Lucky Flickerman, el conductor de la mortal competencia. Su balance de comedia, encanto y comentarios mordaces no sólo funciona como el comic-relief, sino que muestra la gran deshumanización de los habitantes del Capitolio.

A nivel actoral, los más afectados son Hunter Schafer como Tigris y Josh Andrés Rivera como Sejanus. Ella por su poco tiempo en pantalla; él por no capturar del todo la esencia rebelde del personaje. También falla en conectar con la audiencia en sus intervenciones, algo vital para su desarrollo en el tercer acto.

Si hablamos del guion, definitivamente era difícil condensar una novela amplia en una película de dos horas y media (sin contar los créditos). Por fortuna, los guionistas Michael Lesslie (Macbeth) y Michael Arndt (Los Juegos del Hambre: En llamas) extraen los momentos dignos de verse en la pantalla y hacen a un lado la paja de la novela. A pesar de su extensa duración, el ritmo nunca decae. Incluso el tercer acto se siente un poco apresurado, especialmente por la subtrama que relata y la no muy amplia construcción de la misma. Eso podría ser un arma de filo para los lectores que esperan absoluta fidelidad y los espectadores casuales que quieren una historia ágil.

Algo a lo que nos acostumbró la franquicia, desde su primera entrega, es a un impresionante apartado técnico. En ese sentido, estamos ante la entrega mejor realizada de la franquicia. Las espectaculares locaciones en Alemania y Polonia se mezclan con un detallado —y simétrico— diseño de producción para dar vida a un “nuevo” Panem. O al menos uno que no habíamos visto. Las calles y edificios del Capitolio son imponentes, al igual que la arena de Estos Juegos, más pequeña que en cintas previas, pero incluso más peligrosa para los tributos.

Los efectos visuales, exceptuando cierta explosión, son competentes y atractivos. Desde el diseño del Capitolio hasta las peligrosas serpientes arcoíris que se ven en el trailer, prácticamente todas las tomas hacen un adecuado uso del CGI. Esto sorprende considerando que la película costó “apenas” $100 MDD y no escatima en hacer uso de ellos. Lo mismo se puede decir del vestuario: sigue siendo extravagante y creativo con cada personaje, pero nos sitúa de inmediato en la época que ocurre Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes.

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Mención especial para el score de James Newton Howard y para el director de fotografía Jo Willems, viejos colaboradores de la saga. El compositor nominado al Óscar rescata algunas piezas de entregas anteriores y las integra en los momentos con mayor impacto emocional. A su vez, la fotografía de Willems juega con los escenarios de una gran manera. Hay movimientos ágiles durante los Juegos, así como un gran retrato tanto de la inmundicia como de la opulencia que contrastan en los distritos de Panem.

Balada de pájaros cantores y serpientes crítica

Al final, Balada de pájaros cantores y serpientes es una precuela que cumple en aportar algo al universo de Los juegos del hambre. Sí, nos deja conocer al que se convierte en el gran villano de la franquicia, pero también nos introduce ciertas luchas de poder. Además, toca importantes temas como los traumas del pasado, la oportunidad de hacer lo correcto, la corrupción de un alma noble por culpa de la ambición y el clasismo que se respira en una sociedad acostumbrada a tenerlo todo.

No escatima en sus valores de producción y tampoco en la violencia, pues entrega los Juegos más emocionantes y brutales en la saga. Irónicamente, al término de la cinta queda una sensación extraña. Por mucho que estemos viendo una precuela, bien podemos identificar gran parte de sus temas políticos o sociales en nuestro mundo actual. Y, para bien o para mal, ése fue uno de los tantos motivos por los que Los juegos del hambre triunfó como franquicia.

autor Soy de los que siempre defendió a Robert Pattinson como Batman y puede ver la misma película en el cine hasta 7 veces. ¿Mi gusto culposo? El cine de terror de bajo presupuesto.
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