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Cine

Locos por la herencia – Crítica

23-08-2019, 10:52:54 AM Por:
Locos por la herencia – Crítica

Locos por la herencia es mancillada por un tufo inmaduro, con personajes que no pueden tomarse en serio por sus conductas arrebatadas y carentes de introspección.

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Hacia la mitad de Locos por la herencia, Héctor (Alberto Guerra) se encuentra en un bar. Está en una cita donde el ambiente y los juegos de seducción parecen rendir fruto para, más tarde, tender su red de conquista. Todo marcha bien cuando repentinamente la escena cobra un tono extrañísimo. La situación se descarrila tras el arribo de Andrea (Paulette Hernández). Interrumpe la charla y se sienta en las piernas de Héctor para decir: “Soy su compañera de trabajo, soy su hermana, pero también soy su novia”. El “numerito” desemboca con una joven desconocida de vestido rojo poniéndose de pie y lanzándole la bebida a Héctor mientras se aleja con un rostro iracundo.

Este momento es una de las muchas extrañezas que abundan en la que, en teoría, es una comedia incisiva, pero la cual batalla para lograr su propósito: causar risa. El guion del fallecido Julian Pastor sí lo es, no obstante, muchas de esas ideas se pierden en su traslado a la pantalla grande. Situaciones caóticas impiden una clara introducción de los personajes, de sus objetivos e intenciones porque no se les explora cabalmente –desde la secuencia de apertura es imposible entender quién es quién a causa el abuso del close-up o de una fotografía donde los protagonistas aparecen descabezados–. 

locos por la herencia

Esta escena en el bar es uno de los numerosos momentos sin sentido que presenta Locos por la herencia.

Más adelante el argumento se complica innecesariamente a causa de una narrativa confusa, causada por una edición desarticulada y un ritmo ausente. Las escenas no tienen el suficiente tiempo para reposar o asentarse cuando ya se dio paso a otra, de ahí que es imposible entender a ciencia cierta el avance del tiempo. Ni siquiera el manejo de un recurso como el time lapse ofrece buenos resultados en esta puesta de Juan Carlos de Llaca. Sus decisiones –y los yerros avasalladores– van en detrimento de lo que pudo ser esta historia, o lo que alguna vez fue en el papel.

Si bien Locos por la herencia posee un argumento sencillo y un conflicto previamente visitado –sin ir muy lejos coincide abrumadoramente con Mentada de padre– como lo es hijos en pugna para heredar el patrimonio familiar, también cuestiona tabúes, se regocija en ellos y busca romperlos. Sus semejanzas con los conflictos clásicos de la tragedia griega, por ejemplo, añaden sal y pimienta a temáticas universales como la moral estandarizada, la hipocresía, los secretos y la posibilidad de incesto.

locos por la herencia

Mediante los personajes de Julieta Egurrola y Tiaré Scanda, se filtran algunos de los temas más puntillosos de la cinta.

Incluye también temas ad hoc para los tiempos modernos, como los matrimonios del mismo sexo o relaciones femeninas con marcadas diferencia de edad. Hay un coqueteo entre lo propio y lo impropio de acuerdo a las consignas sociales. Lamentablemente, estas sugerencias no se profundizan porque Locos por la herencia se concentra en una profusa y continua pelea entre Andrea y Héctor, limitados a lanzarse improperios y competir uno con el otro.

Locos por la herencia termina mancillada por un tufo inmaduro, con personajes que no pueden tomarse en serio por sus conductas arrebatadas, mal planteadas y carentes de introspección. Ni los esfuerzos de Alberto Guerra y Paulette Hernández al interpretar con convicción a Héctor y Andrea son suficientes para salvarlos del naufragio. En contraparte, la línea argumental en torno a las mujeres que interpretan Julieta Egurrola y Tiaré Scanda destaca gracias a su mesura y ecuanimidad. Si tan sólo hubiera habido más de eso alrededor…

autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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