Locamente millonarios – Crítica
Locamente millonarios es una comedia romántica que logra dar una pequeña muestra de la cultura asiática en una trama disfrutable, llena de humor y tradiciones familiares.
Locamente millonarios, El taquillazo de verano que sorprendió a Estados Unidos finalmente ha llegado a salas mexicanas. La película dirigida por Jon M. Chu relata el viaje de Rachel Chu (Constance Wu) y su pareja Nick Young (Henry Golding) a Singapur, lugar de donde proviene Nick y donde se llevará a cabo la boda de su mejor amigo. Emocionada por viajar por primera vez a Asia –lugar de donde provienen sus antepasados–, Rachel no se imagina lo que le espera, pues Nick le ha ocultado que es el heredero de la familia más rica de aquella nación. Esto causa que Rachel se sienta no sólo expuesta a la furia de las mujeres solteras singapurenses, sino también a la desaprobación de la familia Young. Un gran enredo que pondrá a prueba si el dinero puede más que el amor entre esta joven pareja.
La adaptación del bestseller de Kevin Kwan utiliza la fórmula clásica de las comedias románticas. Sin embargo, esto no es algo que dañe fatalmente la cinta, después de todo, es entendible que la parte romántica sea predecible. Su comedia, en cambio, la salva y hasta levanta.
Para la audiencia mexicana no es rara la premisa del millonario/a que se enamora de un/una «pobre» y el enredo que esto genera entre sus allegados, especialmente en la familia del adinerado. Esto, para suerte de la película, la hace mucho más accesible y hasta identificable, pues no es una historia que resulta completamente ajena a las audiencias mexicanas acostumbradas a las televisión nacional. Incluso resulta interesante ver la forma tan distinta en que ambos formatos –el cine americano y la televisión mexicana– abordan la misma temática. Asimismo los valores familiares representados en la cinta, no resultan ajenos pues están conectados a una visión universal donde la familia y la tradición es lo más importante.
De la misma manera, las situaciones tan absurdas y excesivas a las que Rachel se ve expuesta evitan que la trama se pierda entre clichés. No es que se trate de una cinta que no se pueda tomar en serio, sino que su comedia logra hacer del drama y el romance algo mucho más entretenido. Claro que esto, en gran parte, se debe al elenco, una de las cosas que más llamó la atención de la audiencia.
En los últimos 25 años –desde The Joy Luck Club– no se veía una película hollywoodense protagonizada por un elenco completamente asiático. Y aunque este hecho es un punto a favor de la inclusión, no es por eso que la película funcione. Constance Wu y Henry Golding tienen una química notable, pero es la rapera y actriz Awkwafina (a quien recientemente vimos en Ocean’s 8) quien se lleva la película con su personaje, Peik Lin. En general, la familia Goh –que también incluye al conocido actor Ken Jeong (¿Qué pasó ayer?, Community)–, es donde la mayor parte de la comedia está concentrada. Por otra parte, la familia Young sí se distingue por su antipatía y hostilidad. Sin embargo no logran crear un odio pasional hacia sus personajes. Aunque esto también recayó en el trabajo del guion, realizado por Peter Chiarelli y Adele Lim, quienes no pudieron evitar caer en diálogos notoriamente planeados y dirigidos para crear un sentimiento específico en la audiencia. Un claro ejemplo fue el personaje de Michelle Yeoh (Eleanor Sung Young, madre de Nick) quien tenía respuestas y oraciones bien medidas para causar el desagrado del público, pero que no llegaban a sentirse naturales, algo que también sucede con el personaje de Rachel Wu. Aún así Michelle Yeoh, con el problema de guion que tenía, logró sacarle jugo al personaje aunque, lamentablemente, su tiempo en pantalla es poco tomando en cuenta la relevancia de su papel en el conflicto.
Las bodas, fiestas de despedida de solteros y mansiones que aparecen en la cinta fácilmente atrapan la atención de la audiencia y no sólo por los bellos paisajes y su gran diseño de producción, sino porque todas están aprovechadas al máximo para empujar y sostener la narrativa de la película. La cinta está muy bien equilibrada en sus departamentos. El director, Jon M. Chu, logra enaltecer el ambiente y cultura singapurense para mostrar su mejor cara.
Finalmente, el soundtrack de la cinta se merece una mención especial. Éste está armado tanto de canciones de origen asiático, como versiones en chino mandarín de éxitos que todos conocemos. Además, cada una de las canciones tiene una conexión con el tema del dinero: «Material Girl» de Madonna, ahora interpretada por Sally Yeh o «Money (That’s what I want)» de Barrett Strong, interpretada ahora por Cheryl K. Lo único que resulta confuso es la decisión de incluir también canciones en inglés, lo cual rompe completamente con el tema asiático del filme.
Locamente millonarios es una comedia romántica que, con un elenco poco visto en la industria cinematográfica hollywoodense, logra dar una pequeña muestra de la cultura asiática, en una trama disfrutable, llena de humor y tradiciones familiares.