La falsedad en movimiento | Columna TL;DR
La cámara siempre miente: distorsiona, encuadra, recorta y resalta la mirada del autor. Con los deep fakes engañar es más fácil que nunca.
La cámara siempre miente: distorsiona, encuadra, recorta, enfoca y resalta la mirada del autor. De cierta forma, el cine ha buscado perfeccionar el arte del engaño: Einsentein alargó la escalera de Odessa con trucos de edición para exaltar la tensión y el drama, mientras que Chaplin nos hizo creer estar dentro de una máquina. También hemos visto dinosaurios, robots del futuro y extraterrestres.
Fuera de la pantalla, las fotografías y los videos se usan como evidencia de una realidad objetiva: si un político es grabado proclamando ofensas, un ladrón es atrapado en el acto por una cámara, o si vemos un cohete ser lanzado al espacio, aceptamos estos hechos como verdaderos. Creemos que los audiovisuales son imparciales y veraces.
Hoy, sin embargo, las fronteras entre el cine y la realidad se desdibujan. Lo que antes costaba miles de dólares en efectos especiales, hoy se logra con filtros para Instagram y Facebook. Los anclajes a la realidad son cortados poco a poco. ¿Qué impacto tendrá esto sobre la confianza que depositamos en los videos?
Así como Photoshop cambió la facilidad con la que se pueden modificar las fotografías, hoy se manipulan los videos por medio de computadoras a partir de miles de momentos pictóricos recolectados de Internet para crear verdades con mentiras. Los deepfakes son videos creados con algoritmos especializados para intercambiar imágenes en movimiento de forma impecable.
Aunque la tecnología apenas comienza, ya existen algunos ejemplos increíbles. En YouTube podemos ver a Ron Swanson (Nick Offerman) sobrepuesto en el cuerpo de Wednesday Addams (Christina Ricci) en un video del usuario DrFakenstein o la cara de Tom Cruise sobre la del comediante Bill Hader mientras lo imita en una entrevista con David Letterman en la cuenta de Ctrl Shift Face.
También te podría interesar: ¿Qué significa la tecnología deep fake para el futuro?
Uno de los videos más simples pero alucinantes es el de Jim Meskimen recitando el poema “Pity the Poor Impressionist”. En un ejercicio sin igual, la cara del imitador es intercambiada por la de diferentes actores en tanto que copia sus manierismos y forma de hablar. La facilidad y fluidez con la que el impresionista se mimetiza es cautivadora. Sin duda, el futuro uso de esta tecnología será maravillosa: por ejemplo, en las recreaciones históricas o las biopics ya no será necesario encontrar personas parecidas al original pues se podría sobreponer la cara sobre la de un actor.
Sin embargo, los deep fakes también son una amenaza sin igual. En 2018, Jordan Peele (The Twilight Zone) personificó a Barack Obama. Cual titiritero, el actor controló la imagen y las palabras del expresidente a su deseo. De igual forma, en un video alternativo del discurso de Navidad de la reina de Inglaterra del 2020 de Channel 4, vemos a la monarca bailar para TikTok, hablar mal de los funcionarios de su país y criticar a su propia familia.
La tecnología que permite a la actriz Debra Stephenson personificar a la reina y a Peele al exmandatario cada vez es más común y, por lo tanto, más peligrosa. Ya vivimos en una época donde la verdad se doblega ante la fuerza de las ideologías y la abundancia de la información.
Con esta nueva herramienta, cualquier partidario podrá crear videos ex profeso para divulgar su postura o atacar a un contrincante y las fakes news estarán respaldadas por deep fakes. Los políticos podrán negar cualquier video de ellos bajo la excusa de ser un video manipulado. Los ladrones podrán argumentar que no son ellos, sino una sobreposición de su cara sobre un cuerpo. Los videos de ataques a mujeres y minorías, de violaciones de derechos humanos, y de denuncia social perderán su fuerza.
Incluso, a nivel personal, si hoy ya vemos venganzas de parejas usando fotografías íntimas, en un muy cercano futuro serán videos.
Hoy nos reímos con la reina bailando y las imitaciones de actores, pero seguimos cortando nuestros lazos con la realidad. Normalizamos esta tecnología con humor, pero un gran peligro está a la vuelta de la esquina. La cámara siempre miente y su nivel de decepción incrementa.