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La dimensión desconocida: más allá de una simple serie

20-12-2020, 8:58:33 AM Por:
La dimensión desconocida: más allá de una simple serie

Más allá de una simple serie, la versión original de La dimensión desconocida se ha convertido en un hito cultural y atemporal.

Una sombra cruza el cielo sobre la calle Maple, acompañada de un rugido y un destello de luz. Los vecinos asumen que se trata de un meteoro, pero cuando la electricidad se interrumpe, averiando autos y teléfonos –y alguien se ofrece de voluntario para ir a la siguiente calle y ver cómo están allá–, el pequeño Tommy le pide que no vaya: ha leído la historia de una invasión alienígena donde ocurre lo mismo. Y él sabe que los monstruos existen. Un día más en el universo configurado por la versión original de la serie La dimensión desconocida.

“Ésta es la calle Maple un sábado por la tarde… la calle Maple en su último momento de calma… antes de que los monstruos llegaran”, dice Rod Sterling, creador y anfitrión de la serie original La dimensión desconocida, a modo de presentación del ya clásico episodio «The Monsters Are Due on Maple Street«, transmitido originalmente el 4 de marzo de 1960. Para la generación que alcanzó la mayoría de edad en los 50, estas apariciones de Serling –junto con el inolvidable tema musical de Marius Constant: tu ru ru ru, tu ru ru ru– se convirtieron en la señal inequívoca de haber entrado a otra dimensión: una dimensión del sonido y de la vista, sí, pero también una dimensión de la mente.

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El episodio «The Monsters Are Due on Maple Street» de la serie original de La dimensión desconocida fue transmitido originalmente el 4 de marzo de 1960.

Tras ser cancelada en cinco ocasiones –y de renacer otras tantas–, la serie ha vuelto de la mano de Jordan Peele para CBS, comediante que en su debut cinematográfico (¡Huye!) demostró gran talento para hablar, a través del género, de nuestras heridas sociales. Pero Peele no es el primero que intenta abrir la puerta a esa dimensión que nos cautivó hace décadas. En realidad, la señalización en este viaje a una tierra cuyos únicos límites son los de la imaginación ha extraviado ya a muchos viajeros, en su búsqueda por recapturar el espíritu de Serling y del show original. Nadie ha podido hacerlo del todo hasta ahora.

Una voz inconfundible en la serie original de La dimensión desconocida

Guionista, dramaturgo y productor, Rodman Edward Serling sería conocido como el «jovencito enojado» de Hollywood: un activista dentro y fuera de la pantalla, que no tenía reparo en confrontar a patrocinadores y ejecutivos de la industria en temas como el racismo o la guerra. Entonces, como ahora, era la publicidad la que pagaba los contenidos de esa caja para nada idiota, y el talento de Serling para atisbar las profundidades de la condición humana encontró en la fantasía, la ciencia ficción y el horror alegorías perfectas de un mundo en convulsión, aunque revestidas de peluche y látex.

Por supuesto, no estaba solo: aunque muchos de los guiones de la serie –92 de entre 156 episodios– responden a su autoría, el resto se encontrarían en manos de escritores de la talla de Richard Matheson (autor de la influyente I Am Legend), Robert Bloch (Psycho), John Clayton Johnson, el malogrado Charles Beaumont y hasta Ray Bradbury, una suerte de hermandad de escritores que sería conocida como The Southern California School of Writers.

Con la guía de Serling, ellos encontrarían en la serie original de La dimensión desconocida un espacio para hablar del miedo a la bomba, de la guerra de Corea o las tensiones raciales en los EE. UU. de los 60. Fábulas que van más allá de la ironía para abordar la alienación y la soledad propias de la condición humana. Ejemplos de ello son los episodios “The Invaders”, de 1961, en el que una solitaria mujer nos hace dudar de quién es el invasor, cuando pequeños seres del espacio llegan a su granja; “A World of Difference”, en el que el protagonista descubre que su vida es sólo un show de televisión; o The Lonely, en la que un prisionero en un planeta lejano se enamora de la máquina que lo acompaña, pero a quien debe dejar una vez que ha cumplido su condena.

A pesar de todo, The Twilight Zone fue cancelada –y revivida– dos veces en los cinco años que estuvo al aire. En 1964, Serling decidió no oponerse a su tercera cancelación y, antes de su muerte en 1975, se dio tiempo de crear otra serie clásica, Night Gallery. Pero la puerta estaba abierta y muchos otros querrían cruzarla. En 1982, Steven Spielberg produjo Twilight Zone: The Movie, una antología compuesta por cuatro historias –tres de ellas remakes– que resultaba más bien irregular, algo típico de las antologías, y que se vio manchada además por el accidente que costó la vida del actor Vic Morrow y dos menores que se encontraban de manera ilegal en el set. 

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En 1982, Steven Spielberg produjo Twilight Zone: The Movie, una antología compuesta por cuatro historias –tres de ellas remakes– que resultaba más bien irregular.

Posteriormente, en 1985, CBS habría de resucitar la serie con Harlan Ellison como consultor creativo, y que además contaba con historias de la pluma de nuevos maestros como Stephen King y George R. R. Martin y directores que incluían a Wes Craven, Joe Dante y William Friedkin. Esta versión se transmitió durante dos temporadas por CBS, que entonces decidió producir una temporada final que permitiera completar el llamado paquete de sindicación –la licencia para transmitir un programa por estaciones diferentes de la cadena que lo produjo– y, si bien conseguiría el primer lugar de audiencia en cuatro de sus primeras cinco semanas al aire, su inesperado cambio de horario a la hora familiar y un pleito con el siempre belicoso Ellison harían que el rating nunca se recuperara.

Lo cierto es que la calidad de los episodios era irregular, y muchos parecían salidos más de series como The Outer Limits que de la “genuina” The Twilight Zone. Para ese entonces la Guerra Fría no había terminado –la imagen de un hongo atómico adornaba, junto con la sombra de Serling, la secuencia de créditos del programa–. 

¿Qué tenía el show original que ha hecho casi imposible el retorno de su espíritu en su totalidad? La respuesta: la combinación de Rod Serling con un contexto convulso, producto de la Guerra Fría, en donde el mundo vivía en conflicto, a diferencia de lo que sucedió en los 80 y los 90, cuando había una percepción de control. The Twilight Zone es producto de la generación que vivía al borde del apocalipsis nuclear.

No resulta extraño, pues, que otra guerra –esta vez contra el terrorismo– sirviera de telón de fondo para una tercera versión, producida por la cadena UPN en 2002. Esta producción intentaría no sólo traer el espíritu de Serling al siglo XXI, abordando problemas contemporáneos como el racismo, el sexo o los roles de género, sino que lo haría a través de secuelas a episodios como “It’s Still a Good Life”, y remakes de “Eye of the Beholder” y, sí, “The Monsters Are on Maple Street” –en el que los “invasores” son ahora una familia de inmigrantes–. Quizá se debiera a la ausencia de Serling y su contexto –o la narración poco inspirada de Forrest Whitaker–, pero esa serie fue también cancelada luego de una temporada, a pesar de haber intentado actualizar los temas de la serie original. 

Monstruos para una nueva generación

Desafortunadamente los monstruos siempre estarán ahí. “Hay armas que son simplemente pensamientos, actitudes, prejuicios que sólo se encuentran en la mente de los hombres”, decía Serling en la original “The Monsters Are Due on Maple Street”. “Los prejuicios pueden matar, la sospecha puede destruir, y la búsqueda de un chivo expiatorio tiene sus consecuencias”.

Kumail Nanjiani en el episodio «The Comedian» en la nueva versión de la serie, creada por Jordan Peele.

Esas mismas sospechas se abordan en la nueva The Twilight Zone, en capítulos como “The Comedian” o «Nightmare at 30,000 Feet» –basado en el clásico de la serie original–, en que los prejuicios raciales juegan un papel importante, o «Six Degrees of Freedom«, en el que la Tierra está en medio de una guerra nuclear. A la manera de Spielberg y sus contemporáneos, Jordan Peele es habitante también de este mundo vesperal, y ha demostrado con sólo dos películas –¡Huye! y Nosotros– no sólo un pequeño talento para la alegoría, y para asomarse a los rincones más oscuros de la condición humana, sino ese sentido de lo siniestro que es requisito para cualquier excursión dentro de esta que será, por siempre, nuestra próxima parada. Le deseamos suerte.

Una versión de este artículo apareció por primera vez en Cine PREMIERE #298, de julio 2019. Adquiere tu edición impresa aquí o consúltala en versión digital en este enlace.

autor Periodista y cineasta, es colaborador de Cine PREMIERE desde el año 2002, conductor de Horroris Causa en UAM Radio 94.1 FM y miembro del equipo de Mórbido: Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror. Actualmente imparte las materias de Narrativa, Guionismo y Géneros Cinematográficos en SAE Institute Mexico, así como talleres de guion para cortometraje.
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