Gravedad: La odisea espacial de Alfonso Cuarón
Una montaña rusa emocional, suspenso continuo y vanguardia tecnológica: tres elevadísimas apuestas que los Cuarón hicieron con Gravedad.
Siempre se ha dicho que el arte imita a la realidad y pocos casos son tan claros como la creación de esta “aventura en el espacio en 3D” —subtítulo que Alfonso y su hijo, Jonás Cuarón, tuvieron en el guion desde el momento de sus concepción—. Gravedad narra la historia de la Dra. Ryan Stone, una novata astronauta, quien, se queda a la deriva en el espacio.
“Creo que lo más padre de ‘El Chivo’ (Emmanuel Lubezki, cinematógrafo), mi papá y Tim Bowman (VFX) era que entre más difícil se ponía la producción, más la gozaban. El reto, el obstáculo que los movía… justo es una película que habla de eso. Mientras más difícil la adversidad, más crece uno”, explica Jonás, cuya cinta Desierto, fue el detonador que inspiró esta odisea fílmica.
Aventuras en terrenos desconocidos
El objetivo siempre estuvo claro: crear una montaña rusa llena de adrenalina, donde el suspenso no parara y que, a través de la acción, conociéramos a profundidad al personaje, sus motivaciones y su viaje emocional. Ah, y que sucediera en el espacio… Sin embargo, el cómo se logaría eso, era otra historia. “Lo interesante fue que yo escribí sin pensar nada técnico. No me preocupe por cómo se iba a hacer… luego ya vino ese dolor de cabeza”, nos cuenta Jonás.
Esencialmente, el proceso fue así: se escribió una escaleta inicial. Luego se investigó a detalle cada aspecto que implicaría hacerla en el espacio, porque como el propio guionista lo explica, “si hubiera sido la historia de un personaje a la deriva en el océano, pues uno entiende: tragas agua, etc… al estar en el espacio estás hablando de un universo totalmente distinto. Las leyes de gravedad cero son muy confusas y queríamos el mayor grado de realismo posible”.
Inicialmente, la propuesta era la misma que se ha usado ya por varios años en películas que suceden en este escenario: el ahora famoso “vomit comet”; un avión que provee la sensación de gravedad cero por escasos 20 segundos. Sin embargo, dada la inclinación del director por las tomas largas sin cortes, esta solución no era viable.
“Nadie sabía explicarme cómo se haría la película en un principio”, dice Sandra Bullock, quien carga prácticamente todo el peso histriónico, “pero admiraba tanto el trabajo de Alfonso que era emocionante saltar a ese abismo desconocido”.
Y entonces empezó lo bueno…
Del papel a la revolución tecnológica
“Alfonso tenía tanto con que lidiar que sigo impactada de la magnitud. No había una sola persona que podía decirte cómo hacerlo, tuvo que confiar en cientos de personas y poner las piezas del rompecabezas juntas”, agrega Bullock sobre la labor de descubrimiento y creación que hizo el realizador para que esta obra fuera posible. Jonás agrega: “No era para nada cómo me imaginaba un set. Creo que es porque no se había hecho una película así antes. Ésa siempre es la variable cuando están mi papá y El Chivo juntos: buscan estirar la liga lo más posible, hacer algo que no se ha hecho antes”.
La técnica utilizada terminó siendo una combinación de animaciones, robótica, LEDs, sistemas de cables computarizados y todo perfectamente programado y calculado de acuerdo a las especificaciones del guion. Para que esta cuidadosa preproducción funcionara, los escritores tuvieron que ser sumamente específicos: trazar todo acción por acción, porque una vez que se viera cómo hacerlo técnicamente, ya era muy complicado hacerle modificaciones.
“Al filmar ya todo estaba escrito en piedra y Sandra tenía muy poca libertad para moverse. Teníamos que saber cómo iba a funcionar todo desde antes. Incluso en la postproducción ella estuvo involucrada y le dijo a los animadores si haría algo diferente”, revela Alfonso.
Para la actriz ganadora del Óscar, al igual que para la Dra. Ryan, el viaje fue uno de obstáculos y retos por superar. “Había tantos niveles sucediendo que al principio yo peleaba contra ello, porque nunca había trabajado así. El aislamiento fue una parte muy relevante: me apoyaba mucho la música y los sonidos a través de mi audífono (su único contacto con el director o con cualquier persona). Pero yo tenía la luz al final del túnel, que era ver a mi hijo. Mi personaje no tiene ese regalo”, confiesa Bullock, quien también nos contó que cuando estaba teniendo un día difícil, escuchaba que alguien decía: “Traigan al niño”, y apreciaba el rostro de su pequeño hijo en su línea de visión.
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“Sin embargo, cuando El Chivo está ahí es como si hubiera otro elemento orgánico en la cinta”, continúa. “El cómo trabajan juntos es impresionante, te da instrucciones cómo que tienes que mover la cabeza tres centímetros a la izquierda porque si no el tono emocional no era exactamente el correcto. Y yo tuve que confiar en su baile”.
Por su parte, aunque las escenas de George Clooney son breves, el actor fue una parte clave de la realización de Gravedad, según nos cuenta Alfonso. “Este cliché de que es el señor buena onda es totalmente cierto, así que seguro tiene un secreto oscuro como un sótano lleno de cadáveres en algún lado”, bromea. Entonces, explica el verdadero apoyo que brindó a la producción: “Se preocupó mucho por ayudarnos a Sandy y a mí en escenas en las que ni siquiera salía. Ya se había ido de Londres y aún así nos mandaba reescrituras de diálogos. Y eran muy buenos”.
¿Y cuál fue el resultado final? Nosotros nos quedamos con la opinión de Jonás al ver el producto terminado: “Lo que fue increíble es que por tres meses me desconecté y cuando fui a la función, hasta yo mismo me agarré un poco del asiento y sí tuve un viaje emocional. La hipótesis ahí estaba desde un principio: crear la aventura llena de adrenalina, pero también de emociones. Pero era sólo una hipótesis… Y lo que me dio mucho gusto fue comprobar que la teoría sí era correcta”.
Una versión de este artículo se publicó por primera vez en Cine PREMIERE #229 de octubre de 2013.