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CRÍTICAS

La casa del dragón y la exploración de la sexualidad – Crítica Episodio 4

13-09-2022, 7:56:52 PM Por:
La casa del dragón y la exploración de la sexualidad – Crítica Episodio 4

La serie encuentra uno de sus momentos más polémicos porque elige dedicar un episodio entero a la exploración de la sexualidad femenina.

Cine PREMIERE: 4.5
Usuarios: 4
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La casa del dragón está a punto de llegar al final de su primer acto y con su episodio 4 también encuentra uno de sus momentos más polémicos. Desde que existiera Juego de tronos, se educó al espectador en los temas de incesto tan recurrentes dentro de la dinastía Targaryen. Sin embargo, con la emisión de esta serie ahora toca el turno de explorarlos de primera mano. El reto de House of the Dragon será mostrar situaciones al respecto, con el tacto adecuado para no herir la sensibilidad de su audiencia. Y al mismo tiempo permanecer fiel al relato diseñado por George R.R. Martin, sin juzgar a sus personajes en el proceso.

Para lograr lo anterior, tanto guionistas como creadores han puesto atención en las piezas más importantes de este tablero, sus personajes. La polémica del capítulo entonces no deviene por sus escenas de sexo gráficas, ni en toda la sangre que se pueda contener dentro de un encuadre. Sino por su valentía para hacer de cada episodio la reflexión dramatizada de algún tema en particular. Antes tuvimos política, poder y matrimonio. Aquí el principal hilo conductor es la sexualidad de la mujer.

la casa del dragón episodio 4 crítica

Lo positivo de que esta crítica llegue tarde es que el capítulo ha sido visto por todos. Y así se puede analizar con libertad cada aspecto sin temor a los spoilers. Daemon (Matt Smith) ha vuelto a Desembarco del Rey tras haber conseguido asegurar Los peldaños de piedra. A pesar de su cinismo y remarcado discurso reaccionario, es recibido por su hermano con los brazos abiertos. Mientras tanto Rhaenyra (Milly Alcock) se enfrenta a los mandatos de su padre empeñado en casarla con algún Lord de Poniente. Los dos personajes, también competidores en la sucesión del trono, encuentran la unión en su situación de marginados dentro de la esfera de poder. 

La tesis del episodio es entonces la de empoderar a dichos personajes en aquello de lo cual tienen las riendas: su sexualidad. Cuando Dameon invita a Rhaenyra a visitar con él los callejones de la ciudad durante la noche, el impulso no es el de llevarla hasta una casa de placer, sino la de probarse a sí mismos su propia libertad. La sexualidad juega entonces un papel importante para ambos, en donde a pesar de ser consanguíneos existe una conexión. Sin embargo, el capítulo le da la vuelta y se enfoca sobre todo en las mujeres de la historia, para dejar de lado el tema del incesto. 

El guion de Ira Parker y Ryan J. Condal es efectivo porque pone al espectador en jaque con las emociones de sus personajes. En lugar de encaminar la trama a una polémica burda con respecto al incesto, elige hacer de todo el capítulo un discurso sobre la sexualidad. Daemon le dice a su sobrina que el sexo debe ser un asunto placentero tanto para el hombre como para la mujer. Y el aprendizaje es puesto a prueba por ella minutos más tarde cuando decide tener una relación con Sir Criston Cole (Fabien Frankel). 

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Así el episodio 4 de La casa del dragón construye un muestrario interesante. Analiza la sexualidad desde el punto de vista de dos mujeres que, a pesar de la situación, resultan cómplices y aliadas en un mundo dominado por hombres. Desde luego una es Rhaenyra y la otra es Alicent Hightower (Emily Carey), la esposa del rey.

En una escena temprana la Reina es ridiculizada por su esposo cuando ella sugiere mostrarle a su cuñado la nueva tapicería del castillo. Ante la grosería, es la princesa dragón la que protege con su ala a su madrastra y antes amiga. Intercambian unas cuantas palabras en las que se revela que para la primera es halagador que varios hombres se peleen por una mujer, mientras que la segunda objeta que, por lo único que se pelean es por un título. Mientras una elige ver el mundo con romanticismo la otra es política.

Más tarde, durante su acercamiento con los dos hombres, Rhaenyra es quien tiene el control de la situación y no al revés. La imagen hace una yuxtaposición cruda de tales escenas con otras en donde Viserys (Paddy Considine) tiene relaciones con su esposa y él tiene un control casi obsceno del asunto. Dos muestras de mujeres sobreviviendo en un mundo en donde son consideradas más como un objeto de cambio, que como personas de carne y hueso. Una se deja someter y la otra somete a aquellos a su alrededor. La segunda es el dragón.

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Lo anterior también revela que los guionistas tienen bien en claro quienes son sus protagonistas y a cuáles personajes coloca en pedestales por encima de otros. Dicha jugada aquí es interesante, porque si algo hemos aprendido del mundo de «Tronos» es que el tablero del juego cambia constantemente. Inteligentemente juegan con el espectador y de formas sutiles buscan condensar su empatía exclusivamente en ciertos personajes.

La dura realidad llega después. Cuando Rhaenyra estuvo dispuesta a explorar su sexualidad, el mundo le castigó por ello. Los cotilleos y los chismes empiezan en la corte y el rumor llega hasta oídos del rey, cortesía de Otto Hightower (Rhys Ifans). Dicho personaje desde luego tiene motivaciones ocultas en la búsqueda del poder. A pesar de ello es su propia hija quien no da crédito y defiende a su amiga a capa y espada, devolviendo así el favor a la princesa, quien al inicio del episodio le defendió ante los desprecios de su padre.

Dentro de un mundo que violenta a sus personajes de diversas formas -tanto física como emocionalmente- todo el subtexto cabe en el formato de una serie de suspenso político. El episodio 4 de La casa del dragón quizás no es el mejor a nivel de producción. Pero sí uno de los más placenteros porque trabaja toda su intriga desde lugares que son discretos y con diálogos inteligentes que endulzan el oído de su público durante poco más de cincuenta minutos. 

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La dirección de Clare Kilner es lo suficientemente sensible para acariciar varios temas polémicos, sin necesidad de crear un aura de amarillismo al respecto. A pesar de la densidad de sus temáticas, el programa también sabe conducirse con un humor negro que relaja la situación. Para muestra esa escena de apertura en donde es un anciano el que se postula por la mano de la princesa e inmediatamente después es nada menos que un niño.

A final de cuentas, el objetivo de la serie es la de seguir construyendo el tapiz de una guerra venidera que pagará con creces la falta de dragones, acción y efectos visuales vistosos en episodios como éste. Aunque a decir verdad, capítulos como éste son los más deliciosos y satisfactorios. Demuestran que tanto la televisión, como la serie, están en plena forma.

El siguiente episodio de La casa del dragón llegará el día domingo.

autor Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.
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