La búsqueda (My Son) – Crítica

La búsqueda construye una atmósfera inquietante alrededor de la premisa de un niño perdido. Hemos presenciado esta historia antes (Búsqueda implacable e Intriga son algunos ejemplos de cintas con una premisa similar); no obstante, La búsqueda se distingue visualmente de otras películas con la misma temática gracias a sus paisajes nevados, sus escenas de acción que se interrumpen de forma abrupta y una fotografía con colores desteñidos –cortesía de Eric Dumont (En guerre)– que hace que la película se sienta totalmente separada de este mundo.

Incluso antes de que veamos una imagen en pantalla, el filme inicia con Julien Perrin (Guillaume Canet) recibiendo una llamada urgente de su esposa (Mélanie Laurent), quien le informa que algo muy malo ha ocurrido con su hijo Mathys (Lino Papa). Según la investigación que llevan hasta ese momento, el niño desapareció durante la noche dentro del campamento al que había asistido el fin de semana. La policía sospecha que pudo haber huido, pero Julien no está convencido con dicha teoría. Sintiendo un poco de culpa y desesperado por encontrar a su hijo, Julien inicia su propia investigación, la cual lo lleva a encontrar más preguntas que respuestas sobre el paradero de Mathys.

El actor Guillaume Canet es el sostén de esta película. Su interpretación de un padre dispuesto a arriesgarlo todo por su familia es creíble. El guion nunca lleva el personaje al extremo ni lo convierte en un héroe de acción como lo hizo la trilogía de Búsqueda implacable con Liam Neeson. Incluso cuando se enfrenta a los tipos malos, uno puede ver que este es un padre en una situación que lo sobrepasa. Hay algunas pistas –quizá falsas porque la película nunca las explora– de que Julien es un individuo más complejo y misterioso de lo que aparenta, pero la cinta nunca se aleja lo suficiente del secuestro de Mathys como para averiguar más sobre sus personajes. Es un testamento a la presencia de Canet que durante los 84 minutos que dura el filme, uno nunca siente la necesidad de ver a otros actores en pantalla.

Sin embargo, aunque el planteamiento del misterio es interesante, éste comienza a desarrollarse de forma accidentada. Julien encuentra pistas casi por suerte y el guion obliga al personaje a tomar decisiones poco inteligentes. Conforme Julien se adentra en su investigación, existe una sensación de que no se explicó de forma lógica cómo el personaje encontró respuestas tan rápido y tan fácilmente. Lo anterior es en detrimento del proyecto en general, ya que los paisajes nevados y solitarios de la cinta transmiten una sensación incómoda al espectador, haciéndole imaginar el peligro y la magnitud del crimen que se cometió.

La ambigüedad es una elección narrativa que los directores deben usar minuciosamente. Demasiada ambigüedad y uno puede perder la atención de su audiencia (a menos que seas David Lynch). Poca ambigüedad y el guion puede resultar torpe o pretencioso. Christopher Nolan, por ejemplo, es un maestro cuando se trata de utilizar este recurso narrativo. Sin embargo, el director Christian Carion deja mucho a la imaginación en una historia que promete respuestas desde el inicio. El tercer acto es incoherente y apresurado en gran parte por los inesperados cortes de cámara que no se sienten orgánicos a la historia. En lugar de ser interesante o sorpresiva, la resolución se siente como si el director se fuera por la tangente: algunas decisiones hacen pensar que Carion y su coguionista, Laure Irrmann, se quedaron sin ideas y sin presupuesto al último minuto. Así, La búsqueda es absorbente hasta que opta por dejar de serlo.

Alejandro Sosa Soy fan de los slasher y me gustaría vivir en una película de terror. De grande quiero ser como Sidney Prescott. Algún día escribiré un best seller. Me gustan los libros, las series y obviamente, el cine.