A nadie realmente le importa la objetividad en la información | Columna TL;DR
Las tecnologías de la información no son las culpables de nuestro distanciamiento de la objetividad pues ésta nunca nos ha interesado.
En 1950, Akira Kurosawa estrenó Rashōmon, filme donde se cuenta la historia del juicio de un asesinato. Esta película es conocida porque muestra cómo un hecho es interpretado de formas distintas por los diferentes personajes: el asesino, la esposa, los testigos y el difunto –invocado a testificar a través de un médium– tienen versiones contrarias o se enfocan en diferentes aspectos del evento. Lo que debería ser un simple procedimiento, pronto se vuelve un laberinto de verdades y mentiras. La objetividad de la información desaparece por completo.
El tema central de la película de Kurosawa es la subjetividad humana, cuestión muy relevante en la situación presente. Se dice que las redes sociales digitales se han convertido en un vector de transmisión de la infodemia que acompaña la epidemia de COVID-19: la desinformación abunda, los insta-stars son vistos como expertos y las creencias tienen más peso que la evidencia científica. La objetividad en la información ha desaparecido y no se sabe en quién confiar o qué fuente buscar, culpando a las herramientas digitales, pero ¿realmente es algo reciente?
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Rashōmon, tan representativa de nuestra época, es una adaptación del cuento homónimo de Ryūnosuke Akutagawa publicado en 1915. Éste, a su vez, está basado en un libro de cuentos publicado alrededor del año 1100 en Japón. Es decir, la imposibilidad de las certezas, que tanto afecta nuestros días, siempre ha existido.
Las tecnologías de la información no son las culpables de nuestro distanciamiento de la objetividad pues ésta nunca nos ha interesado: somos animales emocionales y no nos gusta razonar. Las opiniones que concuerdan con nuestras creencias siempre serán rápidamente aceptadas y las que las contradigan serán rechazadas. Las redes sociales no son el deterioro de la racionalidad. A lo mucho, éstas nos recuerdan que tenemos una forma predeterminada de pensar.
Una versión de esta columna apareció por primera vez en Cine PREMIERE #312 de octubre 2020