Buscador
Ver el sitio sin publicidad Suscríbete a la revista
Cine

Green Book: Una amistad sin fronteras – Crítica

08-02-2019, 1:26:13 AM Por:
Green Book: Una amistad sin fronteras – Crítica

Green Book es un retrato muy condescendiente y familiar del racismo en los Estados Unidos cuya mayor virtud es la serena actuación de Mahershala Ali.

Cine PREMIERE: 2
Usuarios: 4
Votar ahora:

Muchos han acusado a Green Book: Una amistad sin fronteras –la nueva película de Peter Farelly– de representar un claro retroceso en la forma que las relaciones raciales en Estados Unidos se han problematizado en el cine estadounidense, particularmente después de un par de años de transformación con el éxito arrollador de películas como ¡Huye! (2017); Black Panther (2018) y El infiltrado del KkKlan (2018), filmes que ponían temáticas propias de la comunidad afroamericana en propuestas que distaban de los azucarados retratos “progresistas” del sistema de estudios.

Fungiendo como una suerte de El chofer y la señora Daisy (1989) en reversa, Green Book: Una amistad sin fronteras está basada en la historia real de la relación entre el talentoso e híper cultivado pianista Don Shirley (Mahershala Ali) y Tony Lip (Viggo Mortensen), su chofer italoamericano, un hombre que al inicio de la película tiene profundos prejuicios raciales que durante el transcurso de la película, transportando a Shirley a lo largo de un terriblemente racista Estados Unidos, aprenderá a conocer a las personas y verlas más allá de su color de piel.

La melosidad y predictibilidad de la película podría verse incluso hasta en clave irónica, pero Farelly mantiene un tono que mantiene todo en una comodidad muy reconocible que evoca películas como Historias cruzadas (2012) o Talentos ocultos (2016) en su simplificación sociológica pero que logran mantener a los espectadores entretenidos y al final empoderarlos falsamente con la idea de “los prejuicios se pueden superar”. Sin embargo, el primer error de Green Book es recargarse fuertemente en estereotipos de raza, clase y género, especialmente en la actuación de Mortensen, a quien solo le falta un bigote y agitar con vigor una tira de pepperoni para ser una caricatura completa.

Por otro lado el talentoso Mahershala Ali logra darle un atisbo de dignidad a su interpretación del Dr. Shirley, a base de sofisticado amaneramiento y mordaces one liners que mantienen la química con el abigarrado retrato de Mortensen. Resulta curioso constatar que el humor de la película esta basado, más que en las diferencias de raza, en diferencias de clase, una brecha que Farrelly y los guionistas Nick Vallelonga y Brian Currie explotan para afianzar un discurso que es, por decir lo menos, problemático pero que se oculta bajo un manto de amabilidad y ligereza que pretende “solamente entretener” y decir algo “importante” sobre un complejo problema social.

Una película como Green Book es, en efecto, disfrutable, dado que no busca decir nada profundo o controversial sobre el racismo o incluso sobre la relación de dos hombres en un entorno muy parecido al de los tiempos en los que vivimos. Eliminar los prejuicios requiere, no de corrección política, sino de agudeza y visión para hablar de otros grupos y fomentar la empatía desde lo genuino, la cuestión es que Green Book no crea empatía desde la raza o la clase, sino con una narrativa de superación mágica y ¿a quién no le gusta creer que al final todo lo malo del mundo se puede resolver con abrazos y sonrisas? Se vale disfrutar la fantasía, pero no creamos que solo ella puede transformar la realidad.

autor Cofundador y crítico en la página web Butaca Ancha. Escribe de cine en medios como Tierra Adentro, Animal Político, Forbes y Algarabía. Considera que cada película, independientemente de donde venga y quien la haga, tiene algo importante que decir.
Comentarios