Godzilla: Creación, historia y películas notables
Aquí te decimos cómo surgió la idea de Godzilla y la manera en que este monstruo radioactivo ha ido evolucionando en el cine japonés.
Dentro de la ficción, verlo es una pesadilla inimaginable. Pero proyectado en pantalla grande, es un espectáculo que cautiva a espectadores del mundo entero. Godzilla nació del temor a un holocausto nuclear; eso es un hecho. Y aún así, esta criatura que tumba edificios o los arrasa con su aliento atómico se asentó cómodamente en la cultura popular, siendo abrazado por millones de espectadores. Hoy en día resulta imposible hablar de monstruos colosales sin tener en mente al primerísimo kaiju de las películas japonesas; uno que incluso devino embajador turístico de esta nación asiática en 2015 y cuyo rugido todavía resuena en las salas de cine, tal y como lo hizo hace setenta años.
¿Cómo fue creado Godzilla?
Antecedentes
La idea de un colosal monstruo reptiliano que habita las profundidades del océano, mutado por culpa de la radiación nuclear y dotado de una fuerza destructiva inimaginable, provino de Tomoyuki Tanaka. En 1954, este productor japonés ansiaba formular una nueva propuesta de película después de que un proyecto pensado para rodarse en Indonesia no prosperara. Fue durante el vuelo de regreso a Japón que Tanaka barajó varias posibilidades, y al final prevaleció aquélla que más satisfacía sus ambiciones. “Tenía ganas de hacer algo grande. Esa era mi motivación”, rememoró el nipón en una entrevista de 1984 (vía The New York Times). “Me gustan las películas de monstruos y King Kong influyó en mí”.
Al igual que tantos otros, Tanaka era un gran fanático de la cinta estadounidense King Kong (1933). La historia del gorila gigante enamorado y la imagen de él escalando el Empire State habían dado la vuelta al mundo con enorme éxito. Su popularidad condujo a una serie de reestrenos, siendo el de 1952 particularmente significativo, pues se vendieron más boletos que durante su corrida inicial, lo cual demostraba el potencial de las películas de monstruos gigantes para generar dinero en taquilla.
Por aquella época, la película El monstruo de tiempos remotos (1953) de EE.UU. asimismo daba mucho de qué hablar. Si bien tardó más de un año en llegar a cines japoneses, Tanaka leyó sobre ella con anticipación y quedó fascinado con su premisa: el testeo de una bomba atómica en el Ártico despierta a un saurio monumental de millones de años de antigüedad. Era obvio que la inquietud global ante las pruebas nucleares empezaba a verse reflejada en la ficción.
Sus creadores
Bajo el sello de la casa productora Toho, la primerísima película Godzilla empezó a filmarse en agosto de 1954. Para entonces, ya habían transcurrido cinco meses desde que un barco atunero japonés fuera alcanzado por los residuos radiactivos de una bomba de hidrógeno que estaba siendo probada por EE.UU. en las Islas Marshall. Este incidente —el cual le costó la vida a uno de los 23 tripulantes del navío— recibió una amplia cobertura mediática y el productor Tomoyuki Tanaka supo a partir de ese momento que el monstruo de su película debía ser una representación de la catástrofe nuclear.
La destrucción de Hiroshima y Nagasaki en 1945 fue también un inevitable punto de partida para erigir al terrorífico kaiju. Ishiro Honda, director de siete películas de la franquicia Godzilla, incluida la original, explicó en una entrevista de 1990 (vía Newsweek) que la impresión que le generó pasar cerca de Hiroshima una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial —él en aquel entonces era parte de la milicia nipona— lo convenció de llevar al rey de los monstruos a la pantalla grande.
“Se decía que, durante los siguientes 72 años, [en Hiroshima] no crecería ni una sola brizna de hierba, y eso se me quedó grabado. Por eso siento una especie de odio hacia las armas nucleares. Es horrible fabricar armas tan terribles y utilizarlas en una ciudad y luego en otra. Fue ese sentimiento, para mí como director, lo que hizo que no dudara en hacer que Godzilla cobrara vida en la película”.
De la mano de Tanaka y Honda, el director de efectos especiales Eiji Tsuburaya fue el tercer elemento clave en la creación de Godzilla. Él supervisó el diseño del personaje teniendo en mente un requisito indispensable de parte del productor ejecutivo Iwao Mori: la piel de la criatura debía estar inspirada en los queloides, es decir, las voluminosas cicatrices ocasionadas por la radiación.
Cabe agregar que la denominación japonesa de “Godzilla” (así llamado en EE.UU.) es en realidad “Gojira”, la cual nació de fusionar las palabras “gorira” y “kujira”, que respectivamente significan “gorila” y “ballena”. Cuenta la leyenda que originalmente era el apodo con que la gente en Toho se refería a un robusto trabajador de la compañía.
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Godzilla a través del cine japonés
Con un presupuesto diez veces mayor al promedio de lo que hasta entonces costaba producir películas en Japón, Godzilla (1954) devino un éxito instantáneo en su país de origen, siendo vista por más de 10 millones de espectadores. El interés por la cinta llegó hasta EE.UU., pero en lugar de exhibir el corte original, la casa productora Jewell Enterprises pagó por los derechos e hizo una reedición con nuevo material, doblada al inglés y más “diluida” en cuanto al tema de la radiación, las bombas y las pruebas nucleares. Su título fue Godzilla, King of the Monsters! y se estrenó en 1956.
Este fenómeno de “americanizar” películas de Godzilla —hechas originalmente en Japón— volvió a suceder en un par de ocasiones. Sin embargo, no fue sino hasta los años 90 que a Hollywood le fue permitido elaborar desde cero su propia versión del kaiju, lo cual resultó en la película Godzilla (1998), del director Roland Emmerich. Para entonces, la compañía Toho ya había producido 22 películas sobre el saurio radioactivo, de las 33 que para 2023 presume en su haber. Cada una corresponde a uno de los cuatro periodos en los que la franquicia japonesa se divide; tres de ellos nombrados según el emperador de Japón en turno.
Era Showa (1954-1975)
Esta etapa de casi dos décadas albergó 15 películas de Godzilla, entre las que destacan, además de la original, los crossovers King Kong vs Godzilla (1962) y Mothra vs. Godzilla (1964), donde el monstruo prehistórico mantuvo su estatus de villano, siempre destinado a perder. Todo empezó a cambiar a partir de Ghidra, monstruo de tres cabezas (1964), cinta que propuso a Godzilla como un antihéroe que en alianza con los kaijus Mothra y Rodan protege a la Tierra de una amenaza extraterrestre.
Mientras más heroico se volvía Godzilla, más amigables se tornaban sus historias. Mostró sus aptitudes como padre en El hijo de Godzilla (1967) y sus deseos de vivir pacíficamente en Los monstruos invaden la Tierra (1968). Ishiro Honda, quien dirigió prácticamente la mitad de las películas concebidas en este periodo, optó por distanciarse de la franquicia al no estar conforme con cuán humano se había vuelto lo que él alguna vez había entendido como una brutal alegoría de la devastación nuclear. El terror de Mechagodzilla (1975), la última dirigida por Honda, fue también la que puso punto final a la Era Showa.
Era Heisei (1984–1995)
«Complaciente con Estados Unidos, receloso de Rusia y constantemente vulnerable a inundaciones, tifones, terremotos y erupciones volcánicas, el país [Japón] estaba preparado para el regreso de Godzilla», expone un artículo de la revista Sight & Sound con relación al contexto japonés de mediados de la década de 1980. La casa productora Toho devolvió al feroz reptil a la pantalla grande por medio de El retorno de Godzilla (1984), primera película de un periodo particularmente oscuro, donde el kaiju era nuevamente una fuerza de destrucción masiva, dispuesta a destruir a la humanidad y no a defenderla.
En ese sentido, la película de 1984 significó un reboot que ignoraba todas las películas previas de la franquicia, excepto la original, de la que era una suerte de secuela. Emergieron en la Era Heisei un total de siete películas, entre las que sobresalen Godzilla vs. King Ghidorah (1991), en la que un grupo de científicos pretende viajar al pasado para impedir el surgimiento de Godzilla, y Godzilla vs. Destoroyah (1995), donde el lagarto muere al no poder controlar sus altos niveles de radiación.
Era Millenium (1999–2004)
A diferencia de las otras tres eras de Godzilla, ésta no responde al nombre de un emperador. Su denominación refiere a que fue la encargada de darle la bienvenida al nuevo milenio. Si bien en la recta final del siglo XX, había indicios de que Toho quería dejar descansar la franquicia, sino para siempre, sí por un buen rato, la compañía finalmente optó por un relanzamiento de último momento, con el debut de Godzilla 2000 vs. el calamar extraterrestre (1999). Esta cinta no mereció demasiadas alabanzas por parte del público y la crítica, pero ciertamente gustó más que la Godzilla hollywoodense estrenada un año antes.
Además de sólo tomar de base la película de 1954, la Era Millenium estuvo caracterizada mayormente por un rasgo antológico. Sólo dos de sus seis películas —Godzilla vs. Mechagodzilla (2002) y Godzilla: Tokyo S.O.S. (2003)— compartían una continuidad temporal, y en general, devino un periodo muy ecléctico, donde cada título buscaba proponer algo distinto.
Era Reiwa (2016-presente)
En 2014, la casa productora Legendary Pictures inauguró su “Monsterverse” con la película Godzilla, del director Gareth Edwards. Y desde Japón, llegaron noticias de que Toho no pretendía quedarse de brazos cruzados. A raíz del éxito de la cinta estadounidense, la compañía nipona anunció una nueva era para el célebre kaiju desde su trinchera. Dos años después, vio la luz Shin Godzilla (2016), cinta cuya producción se valió de avanzado CGI como nunca antes, incluida la técnica del motion capture. A ella le siguió una trilogía anime (2017-2018) distribuida por Netflix.
Así llegamos a Godzilla: Menos uno (2023), un éxito sin precedentes y que bajo la dirección de Takashi Yamazaki, alcanzó las mejores calificaciones en Rotten Tomatoes, con un 98% de aprobación. Por si fuera poco, se convirtió en la película live-action japonesa más taquillera de la historia en EE.UU. desde su primera semana de lanzamiento. Y para poner la cereza en el pastel, consiguió el premio por Mejores efectos visuales en los Óscar 2024, cuando ningún otro título de la franquicia Godzilla había siquiera conseguido la nominación (incluyendo las cintas de Legendary). Ahora Yamazaki trabaja ya en otra cinta basada en el ícono japonés, aunque se desconocen los detalles concretos por ahora.
Godzilla en Hollywood
Líneas arriba, explicábamos que a lo largo del siglo XX, hubo cintas japonesas de Godzilla que se reeditaban en EE.UU., en aras de hacerlas más atractivas (y menos polémicas) para el mercado estadounidense. En concreto, fueron tres películas las que padecieron esta suerte de tropicalización, y de ahí surgieron las siguientes versiones americanas:
- Godzilla, King of the Monsters! (1956), a partir de Godzilla (1954).
- King Kong vs. Godzilla (1963), a partir de la homónima cinta nipona de 1962.
- Godzilla 1985 (1985), a partir de El retorno de Godzilla (1984).
En octubre de 1992, la distribuidora Tristar Pictures anunció que había adquirido los derechos de Godzilla para hacer una versión fílmica cien por ciento hollywoodense del monstruo atómico. Y una de las condiciones de Toho fue que esta próxima película fuera fiel a la intención de las cintas niponas, respecto a advertir sobre los peligros del armamento nuclear y el descontrolado avance tecnológico.
El proyecto pasó por varios guiones y un par de directores, hasta finalmente caer en manos de Roland Emmerich, pródiga mente del cine de desastres, que optó por distanciarse lo más posible de la manera en que los japoneses habían representado al kaiju desde sus inicios. El diseño se alteró por completo, en aras de hacerlo menos voluminoso, y más esbelto y ágil.
La película resultante, Godzilla (1998), fue vapuleada por el público y la crítica, además de que tuvo un muy lamentable desempeño en taquilla. En Japón hubo indignación por cómo Hollywood había transformado al mítico saurio en una criatura con cara de iguana y cuerpo de rana. Y ultimadamente Toho optó por distinguir al “Godzilla” gringo del Godzilla original, haciéndolo un monstruo completamente diferente dentro del canon, de nombre “Zilla”.
El «Monsterverse»
Más de diez años después, Toho aceptó confiar nuevamente en Hollywood. En 2010, licenció los derechos de Godzilla a la casa productora Legendary Pictures, que en asociación con Warner Bros. Pictures, se había comprometido a relanzar la franquicia Godzilla, ignorando por completo lo hecho por Emmerich en los años noventa.
Del novedoso acuerdo, surgió Godzilla (2014) del director Gareth Edwards, cuyo pecado más significativo —dirían los detractores— es lo poco que muestra al kaiju en pantalla. Sin embargo, eso no le impidió recibir comentarios mayormente favorables y recaudar $529 millones de dólares a nivel global. Había las condiciones para hacer una secuela y aparte Legendary tenía permitido utilizar a Mothra, Rodan y al Rey Ghidorah en futuras cintas.
Luego, con el estreno de Kong: La Isla Calavera (2017), se supo que la verdadera intención era erigir un “Monsterverse”, es decir, una franquicia cinematográfica donde King Kong y Godzilla se reunieran, tal y como había sucedido en la película japonesa de 1963.
Dentro del “Monsterverse”, las siguientes apariciones del kaiju fueron Godzilla: El rey de los monstruos (2019), de Michael Dougherty; así como los crossovers Godzilla vs. Kong (2021) y Godzilla y Kong: El nuevo imperio (2024), ambos de Adam Wingard. Éstas, sumado a las ganancias de las películas previas, permitieron que la franquicia hoy en día presuma haber recaudado $2,492.8 millones de dólares.
Continuar siendo tan relevante como hace setenta años parece ser suficiente evidencia de lo mucho que este monstruo radioactivo ha sido amado y temido por distintas generaciones. Si algo nos enseña la historia de Godzilla es que, para bien o para mal, hierba mala nunca muere. Sólo esperemos que las catástrofes se sigan manteniendo meramente en la ficción.