Familia sumergida y los tiempos del dolor
Charlamos con la actriz argentina María Alché sobre su debut como cineasta con Familia sumergida, una cosmovisión femenina sobre el duelo.
Familia sumergida es el título de la ópera prima de la actriz María Alché, ahora convertida en directora. De corte intimista, la cinta se edifica como una obra con similitudes a los testamentos fílmicos de Lucrecia Martel, una de las cineastas argentinas más connotadas de la actualidad y con la cual Alché trabajó en su primer filme: La niña santa (2004). La ahora cineasta reconoce la influencia de Martel, quien también le ayudó a afinar la historia.
Ambas comparten un interés por narrar relatos de personajes femeninos desde la arista de la contemplación, los rasgos familiares y el cuidado del trabajo visual; en este caso, etéreo en ciertos puntos, decisión justificada por la trama. En Familia sumergida, Marcela (Mercedes Morán) acaba de perder a su hermana y vive el duelo a flor de piel mientras se ocupa de su hogar y sus hijos. Para agravar su soledad e inclemencia interior, vacía la casa de su hermana y resguarda sus posesiones y recuerdos en cajas de cartón.
“Cuando estaba escribiendo el guion pensaba que se situara en estos días posteriores a un duelo. Entonces pensaba en esa confusión y en esas pocas horas de dormir que tiene una persona que se tuvo que ocupar de ir al hospital y de estar con alguien muy enfermo en sus últimos días, y después de todo ese shock adrenalínico, viene la muerte y un velorio”, cuenta Alché.
La intención de la realizadora era que Familia sumergida transitara entre episodios realistas y sobrenaturales, con toques fantasmagóricos; por ende, empalma el recuerdo y la ilusión con el tiempo real.
“Me parecía que toda esa situación era una mezcla de temporalidades. Como que se sale el tiempo del tiempo más realista cronológico. Los velorios son un tiempo mítico, entran en otra temporalidad. Trataba de pensar en esos días posteriores a la muerte como si se estuviera superponiendo un velorio con recuerdos del pasado, porque esas personas del velorio te traen anécdotas y otras informaciones. La idea era recrear en la película esa superposición de todas esas cosas. Lo que le dijeron en el velorio, lo que ella se acuerda, algo que le pasó hace mucho, algo que vio en una foto y se le hace presente en su casa, un objeto. Con esas justificaciones fui armando este tono fantasmagórico”.
Para aterrizar esta gama de intencionalidades en el mundo de lo audiovisual, María Alché debía encontrar a la protagonista ideal, pues Marcela es el ancla y motor del filme y de su familia. Simplemente se encuentra en un punto de crisis existencial. Pese a que Mercedes Morán parece cocida para el rol, no era el tipo de actriz que la novel directora tenía en mente en un principio. Alché había considerado a alguna actriz de complexión más ancha, menos sensual y más rubia. Posteriormente, cuando el guion quedó listo, surgió la idea de Morán, quien a la postre mostró ser perfecta para el rol.
“Mercedes es una actriz sutil, exquisita. Alguien que rápidamente se entregó al guion y que comprendía muchas delicadezas de algunas cosas de la escritura y fue muy especial que ella protagonizara la película. Me ayudó mucho y me parece que le da un magnetismo a la película que yo no me había imaginado en un primer momento, ahora viéndola, no se me ocurre que podría haber sido otra persona”.
Pero aunque Familia sumergida es una historia ampliamente femenina desde su cosmovisión y esencia, los personajes masculinos se tratan con humanismo y recato. Marcelo Subiotto interpreta a Jorge, el esposo de Marcela, quien tras la pérdida de su cuñada sale en un viaje de trabajo. No obstante, se muestra comprensivo y amatorio, acongojado por la súbita partida.
“Yo no quería crear ese contraste de que la mujer es buena y el hombre es malo. […] Justamente no caer en ese lugar podría ser bueno. Ella se puede enamorar por un tiempo de otra persona, pero además, el marido y ella se quieren mucho y el padre es bueno, y a su vez se va. Mantener en estado de tensión las contradicciones sin necesidad de resolverlas. Que él trajo regalos inadecuados no quiere decir que sea un mal padre”.
La Familia sumergida de Alché no pretendía cerrar conclusiones sobre los personajes, por eso buscaba que Jorge fuera un hombre que en momentos de tensión pudiera ser simpático, hilarante. “Es alguien que de pronto llega y se pone a cantar y, por suerte, Marcelo lo abrazó sin cuestionarlo, como algo que es así y por algo funciona la familia. Que en ese momento la película se vire hacia algo de comedia en un momento en que no lo esperas, con un personaje que no estuvo, ese tipo de movimientos me gustaban”.