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Cine

Escape Room: Sin salida – Crítica

07-02-2019, 9:44:23 PM Por:
Escape Room: Sin salida – Crítica

El guion de Escape Room, escrito por Bragi Schut y Maria Melnik, se agota en medio de tanto giro de tuerca y debido a su obsesión por sorprender con cada muerte.

Cine PREMIERE: 2
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Los juegos inmersivos están de moda. Uno puede sumergirse en el símil de un videojuego en tiempo real y unirse al ejército, deambular por un apocalipsis zombie, pelear con Stormtroopers y más. Escape Room: Sin salida (Escape Room) mezcla este tipo de experiencias vívidas y tangibles, y pone el dedo sobre la ironía desprendida de unir lo lúdico de un juego con un escenario terrorífico y adrenalínico, y lo hace medianamente bien.

Esta tendencia de combinar entretenimiento y miedo lleva un tiempo cocinándose dentro del género de terror, y uno de sus portavoces de mayor jerarquía es Saw: El juego del miedo. La influencia del trabajo de James Wan es evidente en la película de Adam Robitel. Incluso hay cercanía entre estos directores, pues Robitel dirigió La noche del demonio 4: La última llave (Insidious: The Last Key), franquicia iniciada por Wan y entrega producida por él, aunque ahora se tomó un descanso para adentrarse en historias heroicas como Aquaman.

Escape room

Cada uno de los cuartos tiene el propósito de desgastar la mente y los sentidos de los personajes de forma inaudita, y presenta un diseño de producción meticuloso.

Escape Room: Sin salida cristaliza el juego del gato y del ratón. Crea una persecución confinada donde el persecutor no muestra su forma humana. Más bien, su maldad se expande mediante hábiles y tétricos artificios, con los cuales encierra a un grupo de personajes (Taylor Russell, Logan Miller, Jay Ellis Deborah Ann Woll, entre otros) en un cuarto para, teóricamente, resolver enigmas, juntar pistas y escapar al siguiente cuarto.

El problema para estos chicos y chicas es que el sádico demiurgo crea una misión laberíntica de pruebas que comprometen la vida, al punto de que los personajes van cayendo como fichas de ajedrez. No, no es un spoiler, la primera escena nos muestra casi el final de la partida, así que desde el principio sabemos quién sobrevive y quién no.

Tristemente, el interés sobre cómo se desenvuelven los hechos se diluye poco a poco. El guion de Bragi Schut y Maria Melnik se agota en medio de tanto giro de tuerca y debido a su obsesión de sorprender con cada muerte e incorporar flashbacks emocionales de los protagonistas. Estas introspecciones  lucen forzadas a primera vista, aunque más tarde se justifican en la historia. No obstante, para entonces el viaje como espectador ya se ha vuelto amargo. Los plot twists y huecos narrativos también son un contratiempo, pero nada sobrepasa ese desenlace obligado a desencadenar una secuela.

Escape room

A Jay Ellis, Deborah Ann Woll y compañía les toma tiempo descubrir qué es lo que está ocurriendo en este «juego».

Sin embargo, el mayor obstáculo al que se enfrenta Escape Room: Sin salida es que no se siente como un thriller, pues se sabe qué va a ocurrir, además de que la forma como la cinta revela su estrategia tampoco es trascendental. La película se mantiene bastante fiel a esta tendencia del género de castigar a quien comete actos amorales. Sin embargo, lo que sí trata de hacer es combatir los estereotipos, como el de la chica en desgracia, al presentar dos personajes femeninos decididos.

Donde Escape Room: sin salida igualmente destaca es en el creativo y mortífero diseño de los cuartos, su meticulosa confección y aprovechamiento. Pero también porque critica el placer en torno a la tortura, la muerte y sufrimiento del otro, como ocurría en el Coliseo romano con los gladiadores o mediante experimentos genocidas. Esa crítica se nos hace extensiva, porque esa explosión de emociones primarias se explotan a lo largo del filme. Cuando esta noción aterriza se le hila a una visión peligrosa y estrafalaria, pero factible y atemorizante.

autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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