El conjuro 2: El caso Enfield – Crítica
El conjuro 2 está a la altura de su predecesora en términos de terror y sustos, con excelentes actuaciones de Vera Farmiga y Patrick Wilson.
James Wan ha recorrido un camino de gran éxito desde aquella vez que estrenara en el Festival de Cine de Sundance su segunda cinta: Saw: Juego macabro en 2004. Para quienes no lo sepan, la ópera prima del director, Stygian, ha sido poco exhibida desde el año 2000, cuando la presentó por primera vez en su natal Australia, pero contiene elementos que han hecho de Wan uno de los representantes del horror contemporáneo: mundos paranormales y búsqueda de seres queridos entre espectros y payasos.
El conjuro 2 nos presenta una historia después de Amityville, sin duda el caso de mayor renombre para los Warren, interpretados nuevamente por Vera Farmiga y Patrick Wilson, quienes entregan –de nueva cuenta– actuaciones personales y, sobre todo, muy humanas. En esta nueva entrega, el matrimonio debe viajar a Londres para corroborar la veracidad del caso de la posesión demoniaca de Janet Hodgson, una pequeña niña que forma parte de una familia de cinco.
Sin embargo, James Wan se toma su tiempo para acomodar las fichas de la historia… probablemente, incluso, mucho más del normal. Y es que la pareja se embarca hacia Londres para conocer a Janet hasta casi terminando la primera hora –de un total de 2 horas 20–. Aunque esto no quiere decir que no haya momentos de tensión y terror en los primeros 60 minutos de proyección, pues Wan conoce muy bien su género. Como ha hecho en ocasiones pasadas, el realizador ofrece elementos que no vemos regularmente en películas de terror de Hollywood. Al final, Wan sigue manteniendo ese espíritu independiente y rompe los esquemas de presentación y aproximación a los «sustos».
La duración de la película de El conjuro 2 es quizá su principal enemigo, siendo la edición el segundo. Como mencioné, es casi hasta la mitad de la proyección cuando entramos de lleno en la historia, pero lo lamentable es que apenas hemos tenido un par de escenas de los Warren y su interacción en el día a día, perdiendo así una interactividad entre dos personajes sumamente humanos y bien delineados gracias a Farmiga y Wilson.
Aunque hay escenas que ayudan a reforzar el dramatismo del caso o empatizar con la pobre Janet, la verdad es que existen secuencias que si bien nos ayudan a conocer la casa de los Hodgson o el escepticismo de los londinenses, su duración a ratos peca de más. Como extra y sin ser spoiler, hay una secuencia con algo de Elvis Prestey, que llamará la atención pero podrá dividir opiniones.
Mientras que el primer acto nos presenta a los personajes, y el segundo juega con el horror y suspenso en su máxima escala, es su tercer acto –el más grande y pirotécnico de todos– en el que Wan juega con aquellos elementos que siempre le han fascinado: desde el uso de sombras como artífices del suspenso, hasta objetos que parecen sacados de un circo psicodélico. Ya saben, los entes diabólicos que le hemos visto, como Jigsaw o el muñeco ventriluoco de El títere. Algunos podrán decir que el director se siente ya reciclado, pero más bien es un estilo personal que comienza a encontrar un patrón.
El apartado técnico de El conjuro 2 no tiene pierde, la música vuelve a ser producto del compositor Joseph Bishara, que si bien no entrega un score tan espeluznante como lo hizo en La noche del demonio, el uso de instrumentos de cuerdas sigue resultando efectivo. Por su parte, la fotografía de Don Burgess (Forrest Gump) es un cambio de lo visto en la primer cinta, la cual fue mucho más lúgubre, pero sin dejar de ser misteriosa y jugar con las sombras… especialmente con cierta monja.
Sin duda, El conjuro 2 dejará satisfechos a quienes estén buscando una película «que les asuste». Desde secuencias que recuerdan a El sexto sentido, hasta, sin duda, un momento poco visto en una película de Hollywood, pero que resulta sumamente refrescante: primer plano del protagonista con el antagonista al fondo. Todo sin cortes, todo fotografiado cuidadosamente.
El conjuro 2 no se sentirá novedosa como película y su larga duración harán que la espera sea medianamente tediosa, sin embargo, podría ser un buen puente entre la primer cinta de 2013, con lo que podría ser el cierre de una trilogía, sin duda con la posesión más famosa hasta la fecha: el caso Amityville.