Duna – Crítica de la película
Duna entrega una experiencia cinematográfica total y un viaje de introspección igualmente espectacular.
Antes de aparecer el logo de Warner, un fuerte ruido retumba en la sala y aparece una leyenda: «los sueños son mensajes desde las profundidades». Así es como empieza Duna, la más reciente película del director canadiense Denis Villeneuve. Ésta le significa el mayor reto y su película más personal a la fecha.
Paul Atreides es un joven que pertenece a la familia de la casa Atreides. Ellos viajan al planeta Arrakis para administrar la sustancia más valiosa del universo, conocida como “la especia”. Los beneficios de ésta van desde la posibilidad para el viaje interestelar, hasta extender la vida y la mente. Sin embargo, el padre de Paul, Leon, sabe sobre los peligros que acechan en Arrakis. Especialmente con los miembros de la casa Harkonnen, quienes buscan crear un golpe de estado.
Cuenta Denis Villeneuve que Duna llamó su atención a los 13 años gracias a la hipnótica portada de la primera edición en francés del libro de Frank Hebert. También lo cautivó la leyenda con la que comienza la película. El sueño para realizar una adaptación de la primera novela se fue gestando en lo más profundo de su ser. Y esto es notorio desde el primer fotograma de la película, hasta su último cuadro.
Duna es una película que aborda elementos que siempre han estado presentes en los trabajos de Villeneuve. Algunos de los cuales incluso nacieron a partir de su temprana lectura adolescente. En Sicario existe una tensión política latente llevada a niveles básicos –como el encuentro entre un cartel y la policía en la frontera de Tijuana–. En Duna dicha tensión se cuece a fuego lento. Lo hace desde la preparación de Leon Atreides para llegar a Arrakis, hasta su enfrentamiento con los Harkonnen. Y todo ello gracias a una sólida interpretación de Oscar Isaac, quien denota una fuerte masculinidad sin caer en los lugares comunes del personaje ‘macho alfa’.
Por otro lado, en La llegada, Denis Villeneuve jugó con la idea de aceptar el destino a pesar del dolor que puede conllevar la decisión. En Duna, la madre de Paul, Lady Jessica (Rebecca Ferguson), está dispuesta a mostrarle a su hijo de todo aquello que es capaz de hacer, incluso si esto significa que por momentos deba hacer algunos sacrificios o ver a su hijo sufrir.
Pero es el personaje de Paul Atreides quien encierra muchas de las inquietudes de los protagonistas del cine de Villeneuve: las dudas sobre liderar que tiene K (Ryan Gosling) en Blade Runner 2049, el reconocer la diferencia entre lo que es real y lo que no como Adam Bell (Jake Gyllenhaal) en Enemy, o la constante necesidad de una respuesta que tiene Kelle Dover (Hugh Jackman) en Intriga.
Todo esto es logrado gracias a la interpretación de Timothée Chalamet como un protagonista alejado del arquetipo de Hollywood. Él no goza de un exceso de testosterona como los adolescentes de series y películas que apenas están por entrar a la etapa adulta y ya tienen cuerpos atléticos sacados de una rutina 24/7. Chalamet sigue siendo un actor delgado y con una estética frágil. Pero no por ello evita que exista una conexión y empatía con su versión de Paul Atreides.
Mientras el viaje de la familia Atreides recae en la introspección y la búsqueda por un significado, la película es una obra única en sus apartados técnicos. El diseño de producción, vestuario, maquillaje, fotografía y música se mezclan como pocas producciones en los últimos años -con todo y pandemia de por medio-. Cada elemento se suma al engranaje y Denis Villeneuve llega a niveles visuales de la talla de Star Wars: Una nueva esperanza.
Pero la grandeza de Duna puede desanimar a quienes esperan una película con historia circular. Podría ser un problema si necesitan una narrativa que cierre. Y es que Duna -o al menos su primera parte- es tan sólo el inicio del viaje y la experiencia de Atreides en Arrakis.
Mientras algunas de las obras de Villeneuve son cíclicas como La llegada o Blade Runner 2049, el cineasta ha experimentado con finales abiertos o incluso, para muchos, indescifrables como Enemy. La experiencia con Duna es sólo una más dentro de la filmografía del cineasta. Nos invita a explorar Arrakis y mientras más se adentra al desierto su protagonista, junto con nosotros, más profundo es el viaje de introspección.
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