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Duna y los desiertos de Denis Villeneuve

16-10-2021, 3:08:16 PM Por:
Duna y los desiertos de Denis Villeneuve

Con Duna, el director canadiense Denis Villeneuve volvió a casa y a sus sueños de adolescente.

Puede que no exista una mejor forma de comprender la visión y sensibilidad de un artista que la de aproximarse a sus raíces. El caso del quebequense Denis Villeneuve, quien estrena su esperada adaptación de Duna, no es ajeno al de la mayoría de los realizadores extranjeros «adoptados» por Hollywood, aunque la industria y las sensibilidades de Canadá no sean precisamente las más alineadas a la llamada Meca del Cine. Villeneuve, un cinéfilo entusiasta, ha dejado claro que sus influencias son amplias y variadas: desde Steven Spielberg hasta Ingmar Bergman. Sus películas favoritas incluyen obras de Lars Von Trier, Alejandro González Iñárritu, Jacques Audiard, Christopher Nolan, Robert Östlund y Bradley Cooper. De ahí que su mirada juegue con las reglas hollywoodenses sin rendirse por completo.

Asimismo, Villeneuve nació y vivió sus primeros años en Bécancour, una ciudad en Quebec, Canadá, con una de las vistas que lo marcarían, sin saberlo, de por vida:

“Cuando era niño, acostado en mi cama al dormir o despertar veía por la ventana este paisaje marcado por una sola línea que me parecía infinita, el río San Lorenzo (el más largo en Canadá) y era algo confortante que me provocaba un estado de meditación permanente”, nos dice en exclusiva desde el Festival de Venecia.

La línea infinita de los paisajes desérticos, aquellos que se extienden en su magnificencia y nos recuerdan lo pequeñas que somos las personas, o también cómo podrían verse, quizá, otros mundos. Villeneuve leyó la novela de Frank Herbert, Duna, alrededor de los 13 o 14 años, después de que llegara a él prácticamente por coincidencia. Así lo narró en una entrevista hecha por su propia esposa, la periodista Tanya Lapointe, en el Festival Internacional de cine de Shanghai en 2020: “Como adolescente leía mucho y siempre buscaba cosas nuevas, en ese entonces era bueno en ciencias y me asombraba la ciencia ficción. Vi esa hermosa portada de un hombre y sus ojos azules y leí su sinopsis y me atrapó, prácticamente devoré toda la saga de libros de Frank Herbert”.

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El universo creado por Herbert contiene dos temas que resonarían en Villeneuve: la política y el medio ambiente. La trama del primer libro –y la que aborda la primera parte de la cinta– nos presenta el planeta desértico Arrakis, que contiene una fuente de energía conocida como Melange, necesaria para el viaje interestelar, longevidad y otras propiedades psíquicas. Quien controla esta materia prima, controla todo el universo. Varias familias –o casas– pretenden dominarla, pero al final es la casa Atreides la encargada de explotar el producto. Sin embargo, deben enfrentar la amenaza de golpes políticos, mientras el joven Paul Atreides (Timothée Chalamet) conoce más sobre la población de Arrakis.

Enfrentar a la naturaleza y abrazar el caos

Tras haber devorado la saga de Frank Herbert, Villeneuve seguiría buscando su camino para narrar historias y fue entonces que descubrió el cine como un medio visual para explorar todo aquello que le inquietaba.  A inicios de los 90 y con 23 años, realizó una serie de cortometrajes de corte documental/ficción para la CBC Radio en Canadá, que incluía proyectos como La Course Destination Monde, Terre des Hommes y REW-FFWD, historias en las que los protagonistas sufren un choque cultural al encontrarse en escenarios ajenos a su propia realidad.

Pero mientras el trabajo de Frank Herbert lo marcaría con sus palabras e ideas, el documentalista quebequense Pierre Perrault lo haría a través de la imagen. “El haber trabajado con Pierre definitivamente fue una gran influencia para mi trabajo como director”, nos dice Villeneuve, al preguntarle sobre si su relación con del documentalista especializado en el llamado Direct Cinema influyó en el estilo naturalista en sus películas.

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“Pierre es considerado uno de los maestros de este género (Direct Cinema), su obra más famosa es una trilogía de películas que filmó en L’Isle-aux-Coudres en la provincia de Quebec y era un artista tremendo. Tuve la oportunidad de ser su asistente en su última película (Icewarrior), que tomó lugar muy al norte de Canadá, con una atmósfera nórdica, y la forma en que Pierre se maravillaba con la naturaleza y su relación con ella era algo que se me quedó muy grabado”, platica.

Los cortometrajes de Villeneuve se ubican entre el documental, la ficción y hasta el cine experimental (basta ver 120 Seconds to Get Elected, su trabajo también más político dentro de sus cortometrajes). En Next Floor, incluso aborda un tema igual de constante en Duna: el hombre como el ser más amenazante para los otros habitantes de la Tierra. Sus años como cortometrajista y asistente le ayudaron a aceptar el caos como un aliado más:

“En esos días tenía que improvisar y ‘bailar’ con la naturaleza, ¿sabes?, el estar solo con la cámara y tratar de crear cine, el no tener control sobre el medio ambiente, lo que te rodea y simplemente abrazar el caos de la vida. Esa fue una gran lección que tuve como director durante mis inicios”, nos confiesa el director.

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Un 32 août sur terre (1998)

Lo infinito del desierto

Un elemento que ha estado presente en la narrativa de Villeneuve es su amor por esa línea infinita que veía de niño, aquella que le provocaba un estado de meditación permanente: donde la Nada es un lienzo que da la posibilidad al Todo. Su ópera prima, Un 32 août sur terre, es la historia de una modelo que decide ponerle pausa a su mundo y concebir un hijo con su mejor amigo, pero él le pide como condición que sea en un desierto, en el medio de la nada.

Casi diez años después, tras percatarse que estaba haciendo un cine que no conectaba con sus inquietudes, Villeneuve regresa con Polytechnique, un drama basado en hechos reales sucedidos en Montreal en 1989, sobre un estudiante misógino que asesina a 14 mujeres en su escuela. Filmada en blanco y negro y con dos versiones –una en francés y otra en inglés, con los mismos actores–, Polytechnique aborda la masacre de Montreal con escenarios cubiertos en su totalidad de nieve, como si se tratase de un desierto helado.

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Polytechnique (2009)

Un año después regresa al desierto, esta vez en Jordania para rodar IncendiesLa mujer que cantaba–, drama sobre dos hermanos que buscan cumplir los deseos de su madre recién fallecida para encontrar a un medio hermano de quien acaban de descubrir su existencia. “Al buscar locaciones por toda Jordania, desde ese entonces me decía a mi mismo ‘aquí no queda bien para Incendies pero sería increíble un escenario así para Duna y si algún día llego a hacer esa película, regresaré aquí para rodar algo acá’… y lo hice”, señaló Villeneuve en la entrevista para el Festival Internacional de Cine de Shanghai.

A partir de ahí, la mayoría de los personajes de su filmografía hacen un viaje de introspección. El desierto, o una versión cercana a ello, los acompaña, así sea Jake Gyllenhaal en Enemy buscando a su doble en un Montreal con tonalidades amarillas; un Hugh Jackman que busca a su hija en el frío y seco Pensilvania de Prisioneros, y hasta Emily Blunt en la frontera entre México y Estados Unidos con Sicario. Todos deben adentrarse en el desierto y conforme más lo hacen, más se encuentran con ellos mismos.

“Hay algo sobre el impacto de la infinidad y el alma”, nos dice Villeneuve. “Estos paisajes muestran una humildad y un impacto sobre lo infinito, todo ello provoca un viaje de introspección, como si el desierto magnificara los elementos que impactan en el alma: el vacío, el silencio, la soledad, es inevitable no tener un viaje de introspección. Mientras más te adentres al desierto más te adentras en ti mismo y esa conexión entre el paisaje y el alma es algo que creo único, que despierta y provoca algo en nosotros”.

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Por una nueva vulnerabilidad masculina

Desde sus inicios como cineasta, Denis Villeneuve se ha interesado por personajes femeninos tridimensionales, valientes y a la vez vulnerables, mucho antes de que esto fuera una tendencia en Hollywood. Menos discutido es, sin embargo, su interés por explorar personajes masculinos, muchos de ellos protagonistas vulnerables, temerosos y lejos de ser roles perfectos. El atormentado Jean-François en Polytechnique, la dualidad abrumadora de Jake Gyllenhaal en Enemy o la ausencia del protagonismo que busca constantemente K (Ryan Gosling) y su miedo a ser diferente en Blade Runner 2049. ¿Qué hay sobre las nuevas masculinidades frente a una sororidad femenina mucho mejor establecida y organizada? El director se sorprende con la pregunta.

“Esa es una hermosa pregunta. Nunca me la habían hecho, te agradezco mucho. Eso es algo que está presente en mi trabajo. Cuando pienso sobre mis personajes masculinos es algo que viene probablemente de la forma en que fui educado desde niño. Fui criado por mi mamá, quien era alguien muy fuerte y creo que desde entonces me cuestionaba más sobre la fortaleza masculina y su vulnerabilidad, creo que eso fue importante para mí”.

El quebequense confió el protagónico de Duna a Timothée Chalamet, quien a pesar de ser uno de los actores más reconocidos del momento –ha trabajado con realizadores como Greta Gerwig (Mujercitas), Luca Gaugaldimo (Llámame por tu nombre) o Wes Anderson (The French Dispatch)–, se aleja del arquetipo de los protagonistas masculinos de cuerpos atléticos y excesiva testosterona.

Finalmente y tras un año de retraso, llega la que Denis Villeneuve ha llamado “su película más personal a la fecha». Un sueño que lo atrapó desde que era un adolescente que observaba la línea infinita del río San Lorenzo.

“Cuando estoy en el desierto me siento en casa y es un lugar que siento que trae consigo una fuerza única, eleva el alma y nos conduce a la introspección”.

autor Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.
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