Cosas imposibles: Un abrazo contra la desesperanza
Luego del éxito de Sueño en otro idioma, Ernesto Contreras lleva a la pantalla una historia sobre almas rotas curadas por el poder de la resiliencia.
Ernesto Contreras sonríe. Quizá no por gusto, pero lo hace. Es presidente de la Academia Mexicana de Cine (AMACC) y se encuentra en un evento al que asistió por mera diplomacia. Sin embargo, hay algo diferente en esta ocasión. La edición 2018 del Concurso de Guiones Cinematográficos Matilde Landeta ha premiado una historia bastante interesante que ha llamado su atención. «¿Es tu ópera prima como directora?”, le pregunta Ernesto a Fanie Soto, ganadora del primer lugar del certamen por la obra Ni las cosas posibles. “No”, responde ella. «Es mi primer guion. A ver quién quiere dirigirlo”, dice la joven al cineasta mexicano. Intrigado, el responsable de Sueño en otro idioma mostró interés en leer su historia. Aquel día viajaría a Veracruz a ver a sus padres por lo que tenía tiempo para hacerlo. La lectura inició desde que abordó un Uber rumbo al aeropuerto y culminó, sin parar, hasta su aterrizaje. “Este guion es un tesoro”, pensó Ernesto al terminar la lectura. “Quiero hacer esta película. Necesito hacerla”, le dijo de inmediato a su productora de cabecera, Érika Ávila, así como a los también productores Luis Albores y Mónica Lozano. Todo fue tan rápido que parecía difícil que se llegara a concretar. Sin embargo, a diferencia de esas Cosas imposibles de las que canta José José, parecía que éstas sí estaban hechas para él.
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Escuchar a la intuición
Ernesto confía mucho en su intuición. A lo largo de su vida, el instinto ha sido uno de sus mejores consejeros a la hora de tomar grandes decisiones. A inicios de su carrera, por ejemplo, las circunstancias lo llevaron por un camino distinto al que quería tomar cuando viajó del puerto de Veracruz a la CDMX para estudiar cine. Su vida lo posicionó en el mundo de las telenovelas donde, de la mano de la productora Carla Estrada, realizó en 1998 el plano secuencia en los créditos iniciales de El privilegio de amar, uno de los proyectos más exitosos en la historia de Televisa. Con la posibilidad de consolidar un futuro prometedor en la televisora más grande de Hispanoamérica –y posiblemente del mundo–, Contreras tomó una decisión drástica: abandonarlo todo y perseguir sus sueños. “Yo sabía que había que quemar esas naves y dar un brinco al vacío, a ver qué pasaba”, recuerda con una sonrisa traviesa.
Una década después –y tras formarse académicamente en el entonces Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM–, Ernesto estrenó en 2007 Párpados azules, su primer largometraje, el cual fue nominado a la Cámara de Oro en Cannes y le dio un Ariel a Mejor ópera prima. “Era una cuestión de convicción”, me dice sobre aquel salto al vacío. “Yo estaba en la Ciudad de México porque quería hacer cine. Afortunadamente todo funcionó de la mejor forma. Ha habido otros momentos donde he hecho lo mismo, a nivel personal y profesional. Y creo que, aunque nos dé miedo, vale la pena echarse ese clavado y tomar el riesgo, decidir y hacerlo, aguantarse el miedo. Creo que de eso va la vida, de apelar a la intuición. Eso me pasó con Cosas imposibles«, dice Ernesto Contreras sobre su nueva película. «Algo me dijo que esto era lo que debía hacer. Fue inmediato”.
La soledad y sus demonios
Hay momentos en los que, sin piedad, la vida se te viene encima. A Matilde (Nora Velázquez) le sucede desde el día de la muerte de Porfirio (Salvador Garcini), su esposo; un hombre violento y misógino que, aun después de muerto, parece empeñado en torturarla. Prisionera de sus propios pensamientos, Matilde se ha quedado sola y sin un peso –su pensión, para variar, también fue cancelada–. “Es como vivir en un pantano”, me dice Nora Velázquez sobre el mundo que rodea a su personaje. “Ella está hundida ahí cuando, de pronto, aparece el precioso Miguel (Benny Emmanuel), su vecino de toda la vida, y quien se atreve a acercarse para brindarle apoyo. Ahí se logra esta unión maravillosa de amistad, de solidaridad y de apoyo”.
De pronto, de forma inesperada, como una de esas cosas imposibles de la vida, Miguel rescata a Matilde de su agonía. Pero la fuerza de este personaje no proviene de una plenitud o una felicidad, sino también del dolor, de un vacío emocional que lo unirá con una mujer 40 años mayor que él. “Como seres humanos, todos cargamos con diferentes tipos de soledades”, afirma el ganador del Ariel Benny Emmanuel. “Cada quien se lleva como puede con su soledad y sabe lidiar con ella. En este caso, Miguel no se lleva tan chido con sus demonios porque es una persona que no puede ser libre con las personas que cree que podría serlo. Yo, Benny, también cargo con mis soledades y le pasé un poco de mí a mi personaje. Los demonios de Miguel ya estaban plasmados en el guion, pero yo le aporté un poquito de esta incomprensión de la vida que, a cierta edad, a veces se puede tener”.
¿Cómo elegir a esta inesperada pareja para Cosas imposibles? “De nuevo: la intuición”, responde Ernesto Contreras. “Mi sensación era similar a la que tenía cuando hice Párpados azules: había que encontrar protagonistas que fueran grises pero a la vez encantadores y empáticos. Allá toda la película recaía en Marina Farfán y Victor Mina –Cecilia Suárez y Enrique Arreola, respectivamente–. Y ahora debía tener una dupla que fuera una ecuación perfecta para que la cinta funcionara de la mejor manera”.
Junto con Andrea Abbiati e Isabel Cortázar –directoras de casting de toda su filmografía– Ernesto comenzó la búsqueda de sus nuevos protagonistas. “Uno de mis rituales es nunca, por ninguna circunstancia, ponerle rostro a mis personajes durante la escritura o el desarrollo de un guion. Hasta el momento de estar listos para el casting es cuando digo: ‘a ver qué pasa’. Vimos a muchas actrices de la generación de Nora –gente super interesante y rostros muy conocidos– pero, como ya dije, apelo mucho a la intuición. Cuando la vi a ella, por sugerencia de Mónica Lozano, me encantó. Había una fragilidad ahí que era lo que Matilde necesitaba. Me reuní con ella y me gustó su vibra, su disposición y lo que me contó de su experiencia con Arturo Ripstein [en La calle de la amargura]. Fue así como descubrimos a Matilde”.
El camino para darle vida a Miguel fue similar. “Vimos a un montón de actores, de todo tipo de colores y sabores. Pero, de pronto, apareció Benny Emmanuel”, un actor que, de forma muy breve, ya había formado parte de la filmografía de Ernesto. Fue en Las oscuras primaveras –cinta filmada en la misma unidad habitacional que Cosas imposibles– donde apareció por unos segundos el actor de Trémulo o Chicuarotes. Con el talento que lo ha hecho brillar cada vez más en el cine mexicano, Benny audicionó para el papel “y lo hizo súper bien”, recuerda Contreras. “Hicimos un call back para probar a varios actores y armar distintas posibilidades de duplas. Pero cuando vimos juntos a Nora y a Benny, supimos que ahí estaban Miguel y Matilde”.
«La admiro muchísimo», dice Benny Emmanuel sobre Nora Velázquez. «Por su trayectoria y por lo que es como ser humano. Fue un agasajo [trabajar con ella]. Realmente es una persona muy divertida y eso enriqueció muchísimo la relación de Matilde y Miguel. Desde los ensayos y las lecturas de escenas, siempre hubo una química muy padre», afirma el joven actor. Nora lo escucha y sonríe agradecida. «Nos caímos muy bien desde que nos conocimos», agrega la actriz. «A mí, Benny me produjo tal admiración que quedé sorprendidísima de su capacidad y talento. Fue un agasajo cada día que nos reuníamos para ensayar y luego filmar las escenas. Yo daba gracias de estar trabajando con un actor con esa capacidad de proyectar emociones; y de hacerlo como se requiere en el cine: chiquito, planito, cortito, como me decía siempre Ernesto; de una manera muy natural».
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La pasión y el destino
Para Ernesto, la cámara es tan poderosa que “te lee los pensamientos”, y no hay que hacer más que confiar en esa pasión que lo ha llevado a filmar sus historias desde hace más de 30 años. El cineasta describe a las circunstancias que nos han rodeado en el último año y medio como una gran coincidencia, que transformaron a Cosas imposibles en “un abrazo desde la pantalla”. Para él, ésta es “una película que te habla de generosidad, de solidaridad, de amistad y que finalmente nos deja ver un poco de luz después de la oscuridad en la que hemos estado”.
Para Nora Velázquez, lo más importante del nuevo filme de Ernesto Contreras es que “reviva la esperanza” en el público, y que les deje un mensaje “de que las cosas en la vida se pueden lograr. Una amistad es un vínculo muy, muy fuerte que te puede ayudar a salir de lo más profundo”. Benny Emmanuel coincide y agrega que Cosas imposibles le dará a la audiencia “un sentimiento de aventurarse, de querer vivir y de volver a sonreír”.
“En estos momentos necesitamos volver a abrazarnos, volver a reconectar, volvernos a encontrar”, complementa Ernesto Contreras, a quien la vida y la experiencia le han mostrado que no hay cosas imposibles.
“Aunque suene cursi”, afirma. “Pero en esta película todo se ha dado de forma tan luminosa y tersa que estoy agradecido con la vida y el destino por haberme topado con ese tesoro escrito por Fanie Soto; una historia que me enfrentó a retos con los que no había lidiado antes, pero que se ha convertido en un viaje muy gozoso”.
Hoy, Ernesto sonríe. Y ahora sí lo hace con todo el gusto del mundo. “Estoy muy contento; muy satisfecho”, dice. “En mí, hay un antes y un después de la AMACC; después de haber estado tan comprometido y entregado…”. “Y sufriendo”, le digo, interrumpiéndolo. Él sólo responde con una gran sonrisa. “Pero una vez pasado eso”, continúa con esa diplomacia que siempre le ha caracterizado, “fue volver a lo mío, contar las historias que quiero contar, siempre con esta inquietud de encontrar la mejor historia para la que sigue y la que sigue. Es súper satisfactorio sentir que Cosas imposibles fue la apuesta acertada», afirma Ernesto Contreras. «Conforme uno va madurando, vas viendo el mundo de otra forma. Lo que hemos vivido desde el año pasado nos ha marcado de muchas formas. Me ha hecho pensar y revalorar un montón de cosas. En el pasado me interesaba hablar de la soledad, del sexo, de la identidad, la diversidad y la lengua, pero ahora me gusta poder aportar algo que sea, en estos momentos, mucho más luminoso y esperanzador. El cine nos sirve para reflexionar, para denunciar, asustarnos o encabronarnos. Y en casos como estos nos recuerda que podemos ser solidarios, generosos y creer en la amistad. Aunque suene cursi, me vale. Pero así es. Cosas imposibles es algo muy emocionante que me alimenta para seguir haciendo cine. Es adictivo. Dicen por ahí que una vez que pruebas este mundo ya no hay forma de que salgas de aquí. Es para siempre”. «Así sea”, le digo. “Así sea”, responde, una vez más, con una gran sonrisa.