Códigos QR: historia, cómo funcionan y por qué ya no podemos ignorarlos
Los códigos QR se pusieron de moda entre mercadólogos hace unos años, pero el público en su mayoría estaba muy contento ignorándolos. Ahora es tiempo de ponerles atención.
Códigos QR: su historia y cómo funcionan. Admítelo. Tú también ignoras el 99% de los códigos QR que encuentras por ahí. La historia de los códigos QR comenzó en 1994, cuando la empresa automotriz Denso Wave en Japón, tuvo la idea detrás de aquellos cuadritos con patrones en blanco y negro (cuyas siglas significan Quick Response, “respuesta rápida” en inglés) es proveer al usuario de información de una forma rápida y sencilla. Su función básica no es muy diferente a la de un código de barras, con la diferencia de que su complejo diseño –que utiliza una combinación de símbolos numéricos, alfanuméricos, binarios y kanji)– es capaz de guardar mucha más información.
A pesar de su popularidad en la industria manufacturera, los códigos QR no entraron al “consciente colectivo” popular sino hasta la ubicuidad de los teléfonos inteligentes. Aunque antes era necesario descargar una app especializada para leerlos, hoy la mayoría de los smartphones pueden hacerlo desde la función de cámara sin necesidad de descargar nada aparte.
No obstante, su uso común se limitó a campañas de publicidad y para acceder a información especializada como manuales de uso, contacto a servicio al cliente o tareas menores, como sincronizar tu WhatsApp a la computadora. O lo que es lo mismo: casi nadie los usaba como parte de sus actividades esenciales. Y después llegó el coronavirus.
No me toques, no me toques
A menos de que tengamos una aflicción germofóbica similar a la de Howard Hughes o el personaje de Jack Nicholson en Mejor imposible, la mayoría de nosotros no le habíamos dedicado mucha energía a preguntarnos quién había tocado ese menú del restaurante antes que nosotros. Hoy, sin embargo, es difícil pensar en algo más si es que llegamos a salir. Las cadenas de cines –ansiosas (¿desesperadas?) por retomar operaciones lo antes posible– lo entendieron bien desde el principio y una de las primeras medidas sanitarias que implementaron fue retirar todos los menús físicos de sus salas. ¿En su lugar? Códigos QR que al ser escaneados llevan al usuario a un listado digital de productos.
Los meses de cuarentena, causados por la pandemia de COVID-19, han sido una especie de montaña rusa para las empresas que se dedican al desarrollo de códigos QR, según le comentó a Wired Nils Engelking, el cofundador de Egoditor, una compañía de marketing móvil que tiene un generador de códigos QR. Con los negocios cerrados y la gente en su casa, aún menos gente de la habitual escaneaba códigos. Sin embargo, conforme la actividad comercial regresó, muchos de esos establecimientos (como cines, restaurantes y hoteles) necesitaron establecer medidas que permitieran a sus clientes tocar lo menos posible. Una ventaja “inesperada” de la utilización de menús de comida y servicios digitales es la facilidad de actualización de los mismos. Si algún elemento ya no está disponible o si se requiere lanzar una promoción o añadir algún servicio nuevo, es mucho más fácil hacerlo de manera digital, que mandar imprimir nuevos menús o poner a los trabajadores a explicar todo lo nuevo que hay.
Continúa leyendo: Códigos QR: su historia y cómo funcionan.
Además de las industrias de servicios, los códigos QR están siendo utilizados para el rastreo de contacto: una de las medidas esenciales para intentar detener la propagación del virus. A través de códigos colocados en lugares estratégicos, instituciones como el National Health Service del Reino Unido ha podido llevar un registro de quién ha estado dónde para identificar a aquellos que hayan tenido contacto con el virus.
Todo esto dicho, ¿la reciente popularidad del código QR sobrevivirá aún cuando el COVD-19 ya no sea una preocupación principal? Es difícil de saber, pero al igual que está sucediendo con el concepto de home office y las reuniones por videoconferencia, es muy posible que los beneficios prácticos de estas tecnologías sobrevivan. O como le dijo a la misma publicación Casper Overbeek, director de servicio al cliente de la cadena de hoteles citizenM, se trata de darle opciones a la gente: “es nada más una forma de decirle al cliente, ‘mira, si no quieres tocar nada, no toques nada’”.