Cazafantasmas (2016) – Crítica de la película
Cazafantasmas logra sorprendernos con un entorno reconocible y a la vez diferente, energético e hilarante.
Las integrantes de un desprestigiado equipo especializado en fenómenos paranormales serán las únicas personas que podrían salvar a la ciudad de Nueva York de una amenaza sobrenatural en Cazafantasmas (2016).
Después de una absurda y ridícula controversia en torno a un elenco femenino para el relanzamiento fílmico en 2016 de Cazafantasmas (una polémica que por cierto ha alcanzado altísimos niveles de inesperada hostilidad) la película finalmente llega a nuestra cartelera.
Esta versión alude con ingenio y creatividad a una serie de elementos imprescindibles de la historia original: la carroza fúnebre, la abandonada estación de bomberos, el logotipo, el nombre del grupo o el hombre de malvavisco. Si bien estos y muchos otros aspectos aparecen en la cinta, no necesariamente culminarán como esperaríamos, ni funcionan como deberían funcionar. Tan sólo con eso, la obra de Paul Feig se distingue por su ocurrente gracia referencial.
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Más que un remake, pareciera que estamos ante un mundo paralelo. Cierto, todo se parece. Pero a la vez es distinto y logra encontrar su propia voz. Los personajes principales, por ejemplo, no son los mismos ni siguen necesariamente al pie de la letra los previos patrones de conducta. No existen tampoco los equivalentes a Dana Barret (Sigourney Weaver) y Louis Tully (Rick Moranis) de los primeros filmes. La causa por la que Nueva York se ve asediada por fantasmas y espectros, también es distinta. No
se diga de la perspectiva femenina, que brinda nuevas oportunidades para el humor.
El reparto cuenta con Kristen Wiig y Melissa McCarthy en los roles estelares, cuyos estilos de comedia están muy bien definidos en sus trayectorias y que no siempre son del gusto de todos los espectadores.
Las más gratas sorpresas las encontramos en otras interpretaciones. La de Kate McKinnon, como una peculiar ingeniera nuclear de excéntrica personalidad y sus espontáneos e imprevistos arrebatos, que casi siempre culminan con una sonrisa contagiosa. O la de Chris Hemsworth, que explora con buenos resultados su faceta cómica, como un fornido pero incompetente y torpe asistente que raya en la imbecilidad.
Tenemos además, los cameos de varios de los actores originales. Breves, como deben de ser y bien repartidos a lo largo de la narración. Pero, a final de cuentas, no deja de ser un producto derivativo. Imposible replicar el asombro e impresión causados en otros tiempos. Ni eso que tanto anhelamos en el cine: la originalidad.
Aún así y con un tercer acto donde los excesos y clichés genéricos se desbordan, Cazafantasmas (2016) cumple. Cumple como comedia. Cumple con energía. Cumple como entretenimiento, ya sea que seamos o no avezados en los Ghostbusters.
Por cierto, no se levanten de sus asientos hasta que prendan las luces. Cazafantasmas (2016) es una película que se disfruta de principio a fin, con todo y su divertida secuencia de créditos que remata con una escena adicional.