Black Panther – Crítica
Ryan Coogler consigue una película con personalidad, dimensión y trascendencia, no sólo por darle el primer héroe afroamericano al Marvel Cinematic Universe, sino por ofrecer una producción que se apoya en su reparto y crew.
Fruitvale Station fue la película que dio a conocer a Ryan Coogler. En ella un medianamente conocido Michael B. Jordan (apareció antes en Chronicle y mucho antes en la serie The Wire) ofrecía una potente actuación basada en el caso real de lo ocurrido a Oscar Grant III. Han pasado sólo cinco años de aquella película y ambos se juntan por tercera vez tras Creed en una de las películas que, fuera de sus fans, no tenía mucho potencial: Black Panther.
Sin embargo, Black Panther es el claro ejemplo de que cuando un estudio confía plenamente en las mentes detrás del producto, se puede entregar un filme redondo, honesto y más que nada, con personalidad, así como lo fue Mujer Maravilla de Patty Jenkins.
Tras los eventos ocurridos en Capitán America Civil War, el príncipe T’Chala debe regresar a Wakanda y ser así el heredero al trono tras el asesinato de su padre. Sin embargo, no todo será tan sencillo para nuestra Pantera negra, ya que no sólo habrá otras tribus que busquen gobernar Wakanda, sino los fantasmas del pasado están sobre T’Chala.
Mucho se llegó a mencionar sobre la importancia de la representación afroamericana en el cine: la necesidad de un héroe negro en las películas de superhéroes. Aunque ahí está la trilogía de Blade, Hancock de Will Smith, Spawn y hasta Meteor Man, si únicamente consideramos al MCU, era necesario un primer superhéroe negro. La diferencia con aquellas y Black Panther, es que la mayoría no sólo del reparto, sino del crew, son hombres y mujeres afroamericanos. Esto no sólo fue por capricho, sino por la psicología del mismo personaje y su entorno. Y así que es la cinta logra trascender más allá de una historia de superhéroes.
Lentamente Coogler va presentando el avanzado universo tecnológico de Wakanda, creíble y necesario dentro del MCU. Se trata de un mundo que deja en pañales cualquier invento creado por Tony Stark o Henry Pym, pero a la vez goza de una personalidad propia: cada pared de los laboratorios está adornado con pinturas tribales, diseño africano o incluso arte que recuerda a creadores más contemporáneos, pero trascendentales, como Jean Michel Basquiat. Esto, agregado al score de Ludwig Göransson quien a ratos evoca los cánticos de Sector 9, nos crea una atmósfera de la cual es muy difícil desprenderse y, hacia su final, Wakanda es incluso mucho más real de lo que fue Asgard.
Fuera de Loki, el talón de Aquiles de Marvel siempre han sido sus villanos… hasta ahora. Y aunque la decisión de que Chadwick Boseman interpretara a Black Panther se tomó mucho antes de que Ryan Coogler fuera el elegido para dirigir la película, el director tomó la mejor decisión al darle a Michael B. Jordan el papel de N’Jadaka. Para la tercera escena en que lo vemos, ya estamos inmersos en su psicología y –cosa rara tratándose del cine de superhéroes– comprendemos su motivación y hasta llegamos a empatizar con él. Todo esto gracias a la sólida interpretación de Jordan. Ryan Coogler logra que N’Jadaka domine cada secuencia y ponga de cabeza a Wakanda –incluso así entra a escena, con una toma de cabeza que lentamente va rotando–.
El resto del cast brilla, Martin Freeman tiene un momento de gloria mientras que Andy Serkis –un reencuentro de El Hobbit– resulta amenazante en sus escenas. Pero son los miembros de Wakanda los que salen a relucir y ninguno se siente desperdiciado, desde leyendas como Angela Bassett o Forrest Whitaker, la ganadora del Oscar Lupita N’yongo, hasta la nueva generación con Daniel Kaluuya (¡Huye!), Letitia Wright (Black Mirror) y Danai Gurira (Mother of George). Es aquí donde paradójicamente su protagonista, Chadwick Boseman, ofrece una actuación que cumple pero que no logra destacar. Es posible que esto no se deba mucho a la personalidad del actor, sino en que T’Chala no es sarcástico como Tony Stark o Steven Strange, ni burlón como Scott Lang, simplemente es un futuro rey que está consciente de que los errores de sus antepasados deben ser corregidos.
Por momentos los efectos visuales se perciben de más, pero rápidamente son opacados por sus secuencias de acción y, mientras Coogler no nos entrega un crucial plano secuencia como el de la pelea de Creed, sí coquetea con esa técnica en la escena del casino en la que utiliza una cámara que sube y baja de pisos mientras los villanos van cayendo uno tras otro.
El score y el soundtrack que produjo Kendrick Lamar, son dignos de mencionar y se convierte en una de las bandas sonoras más completas y sólidas, no sólo del Marvel Cinematic Universe, sino de lo que va de 2018 en cine. The Weeknd, 2Chainz, Sza, James Blake, Future y el propio Lamar entregan un soundtrack cargado de rap, R&B y soul.
Mientras Capitán America El soldado de invierno es una de las películas más serias de Marvel, pues aborda el conflicto de la guerra y la paz a través del uso de la fuerza militar, Black Panther no se queda atrás prácticamente olvidando la comedia –lo cual tampoco está mal, pues ahí está el caso de Thor Ragnarok o GotG Vol. 2–. El personaje es un héroe que encuentra el pecado y la redención al mismo tiempo, que busca trascender en el mundo más allá de las fronteras de su lugar natal, pero siempre con el apoyo de los hombres y, particularmente, de las mujeres de Wakanda.