Yo soy Betty, la fea: Las claves del éxito que ha marcado generaciones

Al final, Betty no sólo salvó a Ecomoda, también se convirtió en el ícono de Colombia.
Lentes, voz nerviosa, una risa peculiar y, sobre todo, inteligencia. Con esos atributos, Beatriz Aurora Pinzón Solano se presentó en la prestigiosa empresa Ecomoda para conseguir un trabajo. Harta de no conseguir empleo acorde a sus estudios, la joven aceptó un puesto evidentemente inferior a sus capacidades. Y 335 capítulos después, la historia de Betty no sólo había transformado Ecomoda, sino también a Colombia y, poco a poco, al mundo entero. Yo soy Betty, la fea se presentó como una última opción para evitar la perdición, pero su éxito reafirmó el enorme poder de un género actualmente menospreciado: las telenovelas.
A continuación, conoce cómo fue tortuoso el camino de esta producción, y los elementos que sirvieron para convertirla en un fenómeno.
Betty, la salvadora de más de una empresa
Luego de producciones poco exitosas, el canal colombiano RCN pintaba para despedir la década de los 90 con más pena que gloria. Con tal de rentar el espectro electromagnético al gobierno, se necesitaban desembolsar $91 mil millones de pesos colombianos, pero RCN no tenía el capital para hacerlo. Si no se conseguía pronto el dinero, todo terminaría en la quiebra.
El problema era que las producciones en turno no daban los resultados esperados, y apostarlo todo por un proyecto de gran escala tampoco resultaba viable. Una mala inversión podría convertirse en el último clavo del ataúd. Entre las propuestas a realizar estaba Yo soy Betty, la fea, historia original del colombiano Fernando Gaitán, responsable de otro fenómeno: Café con aroma de mujer. Por un lado, realizar dicha historia representaba una forma de generar ingresos a cambio de un bajo presupuesto; por el otro, no quedaba claro si al público le interesaba ver la historia de una mujer “fea”.

Más a fuerza que por gusto, RCN comenzó con la producción de Yo soy Betty, la fea. Como la historia se desarrollaba, en su mayoría, dentro de Ecomoda, no se gastaría mucho en locaciones. La otra condición era que la telenovela no debía contar con grandes estrellas, pues no había presupuesto para pagarles. Ana María Orozco (Betty), Jorge Enrique Abello (Armando), Natalia Ramírez (Marcela) y Lorna Paz (Patricia) fueron los elegidos para saltar al ruedo.
“Por eso decidimos hacer Betty. Con nuevos actores y pocas grabaciones en el exterior, no se necesitaba tanta inversión. Pero todo el mundo dijo en el canal creyó que estábamos fregados. Estábamos al borde de la quiebra, pero al tener una fea, todo el mundo empezó a dudar”, reveló Abello en su canal de YouTube.
En RCN ya habían accedido a que una “fea” liderara el proyecto, pero mezclando el temor y la creatividad lograron importantes resultados. Los spots dejaban en claro que la historia giraría en torno a una mujer poco agraciada, pero nunca se reveló su aspecto físico. Si el público quería conocer a Betty, tendría que ver la telenovela. Y así pasó. Desde el primer capítulo, Yo soy Betty, la fea se ganó el corazón de los colombianos.
El 25 de octubre de 1999, la telenovela debutó con un 40% de share. Es decir, 40 de cada 100 televisiones en Colombia sintonizaron la trama. Los números resultaron más que benéficos para RCN, que pronto la adoptó como su producción estrella. A lo largo de su año y medio de transmisión, la historia de Betty y Don Armando mantuvo, en promedio, un 50% de share, pero en momentos climáticos, como la revelación del icónico balance, o el desenlace, llegó a marcar más de un 70% de cuota. Se estima que más de 25 millones de espectadores vieron la telenovela en sus capítulos más exitosos. Ni siquiera el futbol había registrado tanta audiencia.

Como dato curioso, Yo soy Betty, la fea tuvo influencia hasta en las autoridades colombianas. En los primeros episodios, a Betty —convertida en secretaria de presidencia— se le ofrece un soborno de $80 mil dólares, situación que inspiró al Controlador General de Cuentas (un puesto similar a ser Secretario de Economía en México), para pedir a la heroína que rechazara la oferta. Durante el mismo capítulo, en RCN se recibieron llamadas amenazantes: si Betty caía en la tentación, muchas personas dejarían de ver la telenovela. Su historia aún no llegaba a los puntos más extremos, pero Betty ya era un ejemplo entre la audiencia.
Los récords de la “fea”
El paso del tiempo sólo benefició a RCN y los creadores de Yo soy Betty, la fea. La telenovela se alargó en más de una ocasión, llegando a un total de 335 capítulos y 20 meses al aire. Pronto, más países compraron la telenovela para emitirla en sus señales, y prácticamente todas tuvieron un éxito arrollador. A continuación, un recuento sobre los números más importantes que ha conseguido desde su estreno:
- 22 países compraron los derechos para realizar adaptaciones. México, Estados Unidos, Alemania, e incluso China se encuentran en el listado.
- Gracias a ello, tiene el Récord Guiness a “Telenovela más adaptada”.
- Es, también, la telenovela más vista en la historia de Colombia.
- Durante 2020 (tiempos de pandemia), la telenovela se mantuvo en el top 10 de producciones más vistas en Netflix durante meses.
- Rompió el récord histórico de rating en su país con el capítulo 162. En él, Armando encuentra el diario de Betty, y propició 54.7% de share. Ni los partidos de la selección colombiana en su eliminatoria para el Mundial habían llegado a tanto.
- En China, 73 millones de personas vieron el primer capítulo.
- Se ha doblado en 15 idiomas, y emitido en 180 países.
- 18 horas diarias, en promedio, se necesitaban para que Fernando Gaitán escribiera un capítulo.
Sólo por publicidad emitida durante su transmisión, la telenovela obtenía, como mínimo, el equivalente a $8.6 millones de pesos (MDP) al mes. A eso se le deben sumar ingresos por ventas al extranjero, venta de derechos, e incluso mercancía promocional derivada de la historia. Betty no sólo salvó el futuro de Ecomoda, sino también el de RCN. Curiosamente, ninguna de las dos empresas apostaba por ella.
¿Por qué Yo soy Betty, la fea es tan popular?
Si bien, la telenovela es un formato querido por el público latinoamericano, no todas sus propuestas tienen asegurado el éxito. Y como muestra estaban las historias con las que Betty compartía el canal. Al principio, nadie sabía si el aspecto físico de la protagonista era el mejor camino para ganarse al público, pero tal característica se convirtió en la mejor herramienta.

“En países donde falta la comida, como los nuestros, y las mujeres ahorran para hacerse la liposucción, en una sociedad siliconada, de pronto aparece una heroína fea. Con ella se pueden identificar el grueso de las mujeres, que no son bonitas y que sólo se tienen a sí mismas para salir adelante”, dijo en su momento Alfredo González, guionista de Caracol TV, el principal competidor de RCN (vía).
Si algo tiene la telenovela, es que con cada repetición o arribo a plataformas digitales se convierte en un nuevo éxito. Pareciera que la historia de Betty, y sus mensajes, no tienen caducidad. Claro, hay infinidad de historias de amor, y más en la televisión, pero en Ecomoda sucede algo especial: hay amistad, compañerismo, sororidad que no se dejan vencer, y la sensación de una familia disfuncional en la que, a su modo, todo funciona. El éxito de Yo soy Betty, la fea es multifactorial: todos se pueden identificar con algún aspecto de su trama, empezando por la continua lucha de su estrella.
“Es entrañable para el público. La gente quiere que ella gane. Se nota vulnerable, pero es una vulnerabilidad diferente”, dijo Carolina Acosta-Alzuru, profesora de la Universidad de Georgia, y autora del libro Telenovela Adentro, para Infobae.
Como se mencionó líneas atrás, la pareja formada por Betty y su jefe, Armando Mendoza, quien primero la utiliza y después se enamora de ella, ha replicado su éxito en cada plataforma donde se emiten sus capítulos. Sí, el romance entre ambos hoy se ve con otros ojos, e incluso hay quien dice que la pareja nunca debió terminar junta. No son pocos los espectadores que ven a Armando como el verdadero villano de la historia, y a Marcela (su prometida y “antagonista”) como una víctima más en su lista. Sea cual sea su opinión sobre esta trama romántica, para otros conocedores del género esa es una gran clave del éxito en las telenovelas: la idea de que el amor, por más complicado que sea, se puede alcanzar.
“Del amor de pareja, del amor de ellos, de eso estamos hablando. Por supuesto, ese amor se desparrama después en los amores de la madre por su hijo, del hijo por su madre, del hermano por su hermano, pero básicamente, el centro, la columna vertebral del sentimiento son él y ella”, se menciona en el libro Y Latinoamérica inventó la telenovela, del dramaturgo José Ignacio Cabrujas.
A un cuarto de siglo de su estreno, resulta evidente que Yo soy Betty, la fea es un clásico indiscutible. La respalda el éxito en rating, pero también la aprobación tanto de especialistas televisivos, como de espectadores. Gaitán (fallecido en 2019) no se alejó de lo que mejor sabía hacer —los melodramas— pero sí le dio una vuelta a su pluma: se atrevió a hablar, dentro de lo aceptado en esos tiempos, sobre la lucha de un bien diferente (la belleza interior) contra el mal (los prejuicios y la importancia del físico). Carlos Ochoa, presentador colombiano y experto en telenovelas, lo expresa de la siguiente manera:

“Es una telenovela de culto en la que se rompen estereotipos. Por eso la gente ha sentido la curiosidad de verla. Encontramos temas como la belleza y la fealdad, pero en medio de esa discusión en la que la sociedad dicta que las mujeres deben ser impecables, con un cuerpo y un rostro perfectos”.
Yo soy Betty, la fea se produjo con un presupuesto ínfimo, así que, visualmente, no había mucho para deleitar. Esto confirmó una máxima vital no sólo para la televisión, sino también para el cine o el teatro, por ejemplo. Los nombres del reparto son importantes, y la publicidad puede atraer una gran cantidad de espectadores en el arranque, pero sólo hay una cosa capaz de sostener todo alrededor: la historia. Si no hay algo interesante por contar, de nada sirve tener a la más grande estrella del momento; pero si lo hay, incluso la escenografía de más baja calidad pasa a segundo plano.
Para Ana María Orozco, quien vio cómo su vida cambió gracias a su trabajo como Betty, la historia de Fernando Gaitán estuvo adelantada a su tiempo. No es que antes no se hablara de valores, sólo que se tenía otro molde de protagonistas e historias de amor, pero por alguna razón era más difícil identificarse con ello. Betty abrió las puertas a que muchas mujeres con complejos, una posición económica similar, o inseguridades, se sintieran reflejadas. Para que un personaje inspire no se necesita perfección. Se necesita que sea real, justo como Betty.
“Ver de nuevo ‘Betty, la fea’, con la perspectiva que nos ha dado este tiempo, en el que poco a poco y con mucho esfuerzo hemos tomado algo de consciencia sobre verdaderos valores y derechos que tenemos como individuos en nuestra sociedad, hace que cobre tanto valor su mensaje, su llamado…Hoy más que nunca se comprende y se aprecia. Gracias siempre a Fernando Gaitán, por darnos este regalo a través de su ingenio y humor maravilloso. ¡Me emociona tanto!”, escribió Orozco en redes sociales hace algunos años.
Si algo hace pensar esta telenovela, es en la complicada posición de los productos actuales. Desde 1999, son pocas, las producciones que pudieron replicar, al menos, una fracción de su éxito. Los dramas de Ecomoda llegaron en el momento adecuado, cuando todo resultó una novedad, y en un tiempo donde lo políticamente correcto no dominaba la conversación. Jorge Enrique Abello, el intérprete de Armando Mendoza, asegura que el éxito de Betty habla mal de los nuevos tiempos, sobre todo por lo complicado que hoy sería contar una historia similar.

“Si un producto de hace 20 años está siendo líder, chévere por Betty. No hemos hecho productos en televisión abierta que realmente despierten el interés de los espectadores, a tal punto de volvernos tendencia otra vez en televisión abierta. Hoy no se podría hacer algo como Betty porque es un producto sectario, hay homofobia, es machista, maltrata a la mujer y tiene todos los códigos de lo que hoy no se podría hacer. Finalmente, lo que sucedía en Betty sigue sucediendo ahora, lo que pasa es que no es políticamente correcto. ¿Pero entonces no lo hablamos?”, dijo el actor (vía).
Las telenovelas: un reflejo de Latinoamérica
Aunque hoy la audiencia de las telenovelas ha disminuido, este tipo de contenido sigue siendo muy socorrido por muchos espectadores. Durante años, muchas historias, como la de Betty, han provocado verdaderos fenómenos en otros países latinoamericanos. Estudiosos del tema las han señalado como el producto cultural más grande e influyente de la región, esto por su impacto en el comportamiento social, pero también en el económico.
Eduardo Santa Cruz, investigador, profesor y fanático chileno, asegura que Latinoamérica es una región a la que le gusta verse reflejada en pantalla. Y nada mejor para verse en la pantalla que una telenovela, donde se habla de temas locales y hay personajes completamente identificables (sin importar que sean los villanos). Para él, “la telenovela es parte de la cultura de masas y popular latinoamericana. A partir de ahí puedes generar toda una lectura sobre la sociedad” (vía).
Muchos critican las telenovelas: las tachan de fársicas, poco interesantes, e incluso repetitivas. Claro que hay ejemplos donde esos adjetivos abundan, pero lo cierto es que millones de personas en México, todos los días, prenden la televisión para ver una telenovela. Para muchos, es el entretenimiento al que más fácil acceso tienen. Así ha sido durante muchas décadas. El melodrama que a algunos les puede repeler, a otros los atrapa por ser un escape de su realidad. Al final, hay quien aún sueña con esas historias de amor. Y con ver algunos personajes que representan el común denominador de los mexicanos, tanto en físico como en emociones.

Así lo expresó Rosy Ocampo, productora de la adaptación mexicana de Yo soy Betty, la fea, y quien creó un fenómeno de audiencia para la televisión nacional:
“Con la telenovela La fea más bella, en 2006, modernizamos el género melodramático. El estereotipo de la dama joven, victimizada, fue sustituido por Leticia Padilla Solís, una chica profesionista que no podía estar más alejada de la figura idealizada de la mujer. Talentosa y con una inteligencia sobresaliente, demostró que los cánones de la belleza en la actualidad se edifican desde el interior. Nosotros lo que hicimos fue darle una ligereza de tono, abrimos una barra que era la de novelas familiares, sustituyendo a las novelas infantiles”, dijo para Líderes Mexicanos.
El surgimiento de las plataformas digitales hizo pensar a muchos que las telenovelas desaparecerían. Creían que, si Netflix, Prime Video o Max, por ejemplo, ya emitían contenidos con una estructura narrativa muy similar, y mejor calidad de producción, el público ya no optaría por los canales de siempre para ver una telenovela clásica. Pero hay un público cautivo que aún sintoniza la televisión abierta para disfrutar historias como Yo soy Betty, la fea.
Irónicamente, esas plataformas que aparecieron para “acabar con la telenovela” también han sucumbido ante sus encantos. Los ejecutivos de las mismas entendieron que no era necesario relegar el melodrama. Este debía ejecutarse al pie de la letra, respetando la narrativa y mejorando la calidad audiovisual. Así surgió, por ejemplo, “Novelas con N de Netflix”, concepto que se dedicó a contar grandes melodramas, pero con temáticas, escenas y una puesta en escena más avanzadas. Las telenovelas no se destruyen, sólo se mejoran (o al menos se intenta hacerlo).
Lo mismo ocurrió con la entonces llamada HBO Max. La plataforma anunció en 2023 la realización de su primera telenovela original en Latinoamérica. Y como se puede apreciar, no es coincidencia que dicha región inspirara esa nueva vertical. Porque sí, un sector del público le ha abierto las puertas al streaming, pero también tiene ganas de ver un melodrama clásico, de esos que inspiran lágrimas, risas, y todo tipo de emociones entre ambas. Historias donde el ADN latinoamericano está a flor de piel, donde aún se ve la historia del bien contra el mal, y en las que la palabra “Fin” aparece para enmarcar el triunfo del amor.
El éxito continúa
A 25 años, Prime Video sorprendió al mundo al anunciar una continuación que ignora los eventos de la secuela original, Ecomoda (2001-2022). En ella, Betty trabaja duro para reconstruir el vínculo con su hija adolescente Mila, mientras su relación con Armando continúa deteriorándose rápidamente, lo que la hace cuestionarse si hace 20 años tomó la decisión correcta. Una producción de Estudios RCN que buscó a un nuevo equipo de creativo que honrase la creación del fallecido Fernando Gaitán, y además trajo de vuelta a la mayoría del elenco original, incluyendo a Ana María Orozco y Jorge Enrique Abello.
La duda era: ¿aún había interés de la audiencia por esta historia? Apenas a una semana de su estreno, Betty la fea, La historia continúa demostró que el público sigue prendado de Beatriz Aurora Pinzón Solano con un doble hito: rompió el récord global de audiencia para un título de América Latina en la historia de Prime Video y se convirtió en la producción más vista de todos los tiempos para la plataforma en Colombia. Con ello, garantizó ya la producción de una segunda temporada.
“Continuar la historia de Betty la Fea sin la pluma magistral de Fernando Gaitán fue un enorme desafío. Sin embargo, Amazon Studios y Estudios RCN se unieron en la búsqueda de las voces adecuadas y, junto con talentos originales y nuevos, creamos una historia que conserva el ADN original y es moderna, fresca y rebosante de nostalgia al mismo tiempo”, señaló Javiera Balmaceda, jefe de contenidos originales para América Latina, Canadá y Australia de Amazon Studios. “Estamos muy complacidos con el éxito fenomenal de esta primera temporada y esperamos con ansias deleitar a nuestra audiencia con una segunda temporada aún más llena de emoción”.

¿Dónde ver Yo soy Betty, la fea?
Los 335 episodios de Yo soy Betty, la fea, así como su secuela Betty la fea: La historia continúa, se transmiten en el servicio de streaming Prime Video en América Latina.
