Ant-Man and the Wasp – Crítica
A sólo dos meses y medio de haber estrenado Avengers Infinity War, Ant-Man the Wasp es la película que Marvel Cinematic Universe necesitaba.
Todos recordamos la primera vez que vimos Iron Man hace 10 años, cuando se trataba sólo de una película que cumplía con el mero propósito de entretener en el verano. En aquel entonces todavía no existía la titánica estructura del Marvel Cinematic Universe, y aunque insistan en asegurarlo, lo cierto es que la presencia de Nick Fury en la escena poscréditos era un mero gag. Nadie se imaginaba lo que vendría después. Y es que ese gag se volvió tan importante que aquí estamos, una década después, hablando de la película número 18 del MCU: Ant-Man and the Wasp.
Todo esto para decir que Ant-Man and the Wasp se disfruta de la misma forma que Iron Man hace diez años. La película de Peyton Reed reconoce su importancia dentro del MCU, pero nunca pretende estar a la altura o competir con una producción de cientos de millones de dólares como Infinity War. Lo que hace Ant-Man and the Wasp es –tal cual como sus protagonistas– llevar la acción a una escala mucho más pequeña e íntima, pero no por ello menos divertida.
La acción transcurre tiempo después de Captain America Civil War y, como vimos en la película de los Russo, Scott Lang es puesto en arresto domiciliario por violar los tratados de Sokovia. A pocos días de cumplir su condena, la acción vuelve a tocar a su puerta y… ni modo que le diga que no.
La película nunca tiene la «maldición» de la “secuela en Hollywood”. Es decir, lo mismo que en la primera parte, pero al doble: más acción, más humor, más personajes. Ant-Man and the Wasp tiene el mismo reparto, también está situada en San Francisco y las únicas caras nuevas que aparecen lo hacen para complementar la historia: Walton Goggins, Laurence Fishburne y las verdaderas dos sopresas Randall Park y Hannah John-Kamen. Por un lado Park, a quien vimos en la serie Fresh off the Boat y que aquí interpreta a al agente Woo, ofrece un toque cómico único que no se basa en chistes fáciles o que se ven venir a lo lejos.
Quien se roba el show es Hannah John-Kamen en el papel de la villana Ghost. A diferencia de la primera Ant-Man, en donde la amenaza era Yellowjacket y su plan «original» era dominar el mundo, el motivo de Ghost para enfrentarse a los protagonistas es mucho más humano y comprensible para la audiencia. Como público, incluso por momentos estamos de su lado.
Peyton Reed había señalado que en esta secuela se exploraría mucho más la ciudad de San Francisco y lo cumple. Aunque la secuencia de la persecución callejera no logra estar a la altura de lo logrado por Michael Bay en La Roca (1995), hacía mucho tiempo que no veíamos a una de las ciudades más emblemáticas de Estados Unidos como protagonista. La calle Lombard –con sus diminutas curvas– y Fisherman’s Wharf –con sus gaviotas intensas–, sirven de escenario para un último acto que explora todos los tamaños de la acción.
Lo que consigue Ant-Man and the Wasp es lo mismo que ha logrado Kevin Feige con cada producción del MCU: darle una personalidad especial a cada película. Ya sea un drama familiar casi shakespeariano como Black Panther, o una excentricidad galáctica como Thor Ragnarok. Aquí estamos en una aventura de criminales, mucho mayor que la primera parte, en donde incluso llegan a coquetear –guardando toda proporción, claro– con obras del estilo de Guy Ritchie (como Snatch o Juegos, trampas y dos armas humeantes). El uso de líneas argumentales paralelas que se unen para complementar e incluso resolver la trama principal es una clara influencia del cineasta británico. La aparentemente poco relevante historia de Walton Goggins es un ejemplo clarísimo de esto.
Sin embargo, es este recurso de una “subtrama” (la de Goggins) la que por momentos nos hace desviar nuestra atención de la acción principal, y nos obliga a preguntarnos: ¿y todo esto a dónde nos va a llevar?, ¿qué sentido tiene?. Y es que así, por separado, las tramas de Ghost o Scott Lang y Hank Pym, son más interesantes que la de Goggins. Y no porque esta última esté mal ejecutada, sino que recorre terreno ya muchas veces explorado: la banda de malvados que quieren algo. Es hasta el tercer acto del filme cuando finalmente se unen las narrativas y nos entregan un desenlace que le otorga sentido a cada una.
Ant-Man and the Wasp es la película que necesitamos dentro del MCU tras el épico y brutal desenlace de Avengers Inifinity War: algo íntimo, que da un respiro necesario. Quien espere una cinta con muchas respuestas sobre lo que veremos en Avengers 4, saldrá decepcionado, pues es una historia que podría ser independiente a todo. Aun así es un filme muy disfrutable que, incluso con el suspenso y tensión de Infinity War encima, logra mantenerse de pie.