Almas gemelas

La cinta gira en torno a Silas (Nicholas Hoult), quien vive en una sociedad utópica en la cual las emociones son reprimidas desde el nacimiento para obtener un mejor rendimiento de sus ciudadanos. Todo cambia para él cuando gradualmente comienza a experimentar sentimientos que eventualmente lo llevan a enamorarse de Nia (Kristen Stewart), una chica que, como él, vive en la sombra porque descubre que puede sentir. Ahora ambos deberán descubrir una manera de desafiar al sistema para poder estar juntos sin que la sociedad los castigue.

Desde sus inicios, la ciencia ficción ha buscado mostrar los problemas de la sociedad de una manera metafórica. En la mayoría de los casos y si se analiza a profundidad, se puede encontrar una crítica a la manera en la que vivimos o las consecuencias de continuar por el mismo camino –no es casualidad que nos parezca tan tétrico Black Mirror–. Este análisis es lo que trata de lograr Almas gemelas, que explora la desensibilización de la sociedad ante las emociones humanas. Aquí lo único que vale es lo que puede aportar a un nivel práctico, algo así como lo que sucede en muchos ámbitos del mundo real. 

Lo que esta historia busca es un despertar ante el individualismo en nuestra sociedad. Es en esta representación de una sociedad desensibilizada y utilitaria que tiene un lugar para las emociones -un mundo totalmente pragmático–, donde se encuentra lo más valioso de la película. El impacto de qué podría pasar si seguimos por ese camino nos resuena, porque se siente cercano a lo que vivimos día con día. 

Esto no sería posible sin la presencia de Hoult y Stewart, quienes logran crear empatía con la audiencia. Es grato verlos separarse de sus roles en cintas de alto presupuesto porque es un espectro que no esperamos de ellos. Pero, a pesar de contar con una sólida presencia protagónica, la película decae al tratar de mostrar más aspectos de la sociedad.

Sí, tiene escenarios vistosos, un diseño de producción hermoso, sus protagonistas interesantes y una premisa que resuena con nosotros, pero eso no es suficiente para sostener un universo que no existe. Nos referimos a que tiene un inicio sólido que involucra pero la historia va perdiendo fuerza en cuanto las reglas del juego cambian. La razón es que este universo nunca queda lo suficientemente claro como para ser convincente. No logra la tan famosa “suspension of disbelief” (es decir, que «nos creamos» lo que estamos viendo) porque faltan aspectos clave dentro del guion que resultan en hoyos de trama que son difíciles de ignorar.

Esta particular historia no es memorable y no alcanza el nivel de otras cintas de ciencia ficción cuyo propósito es la reflexión –los invitamos a ver Another Earth o Nunca me abandones–. Su guion tiene huecos de trama que resultan en una narrativa confusa y enredada con un final abrupto. Habiendo dicho eso, es importante recalcar que sí es una propuesta distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en una sala de cine. Se agradece que haya cineastas como el realizador Drake Doremus (Like Crazy) que quieren darle a la ciencia ficción una profundidad que va más allá de los gadgets y los universos utópicos agradables a la vista.

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Cristina Vales Cristina Vales fue editora de Cine PREMIERE por casi tres años, sin embargo, su lado geek la ha mantenido cerca. Búsquenla si quieren hablar de Buffy la Caza Vampiros, libros y todo lo que tenga que ver con entretenimiento.