A todos los chicos de los que me enamoré – Crítica

Una rom-com que si bien cae en ciertos clichés, trae un aire fresco a las adaptaciones juveniles.
Las comedias románticas realizadas por Netflix han tomado un papel importante en sus producciones originales. Desde el impacto que tuvo Un príncipe de Navidad –la cual tendrá secuela– las rom-coms ya tienen un espacio especial en la plataforma digital. Cuando nos conocimos, Set it up: El plan imperfecto, o la controversial El stand de los besos, son algunos ejemplos y es claro que la fórmula les ha funcionado. Por eso Netflix ahora apostó por la adaptación del best-seller de Jenny Han A todos los chicos de los que me enamoré.
Lara Jean (Lana Condor) es una adolescente irremediablemente romántica que, irónicamente, nunca ha experimentado el amor de primera mano. Sin embargo sí se ha enamorado, exactamente cinco veces: Josh, Lucas, Peter, John y Kenny. Estos enamoramientos han terminado en cinco cartas de amor que Lara Jean escribió a cada uno de ellos y que estaban perfectamente guardados en una caja escondida. Inexplicablemente, las cartas son enviadas a los cinco chicos y eso ocasiona que ella obtenga la atención de los susodichos, en especial de Peter Kavinsky (Noah Centineo) el chico más popular de la escuela y quien recibió una de las cartas. Lara Jean se verá envuelta en una vergonzosa y divertida situación mientras se pregunta, ¿quién liberó las cartas?
Sin duda una de las cosas más notables es la estética de la película. Los cuidadosos planos y encuadres emulan –de manera muy tenue– la técnica de Wes Anderson. La directora, Susan Johnson, quien tuvo su debut con Carrie Pilby en 2016, tiene un manejo todavía simple, pero que resulta en favor de la película. No busca hacerla más extraordinaria, sino todo lo contrario, sus dirección intenta que la conexión entre la audiencia y el entorno de la película sea más completa y poco complicada. No es una película perfecta en técnica, pero sí es visualmente atractiva particularmente al tratarse de una producción televisiva.
En cuanto al elenco, hay un punto a su favor y otro en su contra. Por una parte, los protagonistas: Lana Condor (X-Men:Apocalipsis) tiene un carisma que fácilmente se puede notar en pantalla. Sabe cómo manejar la personalidad de su personaje y logra hacer que te identifiques con ella desde el momento en que comienza la historia. De la misma manera, Noah Centineo logra separar al niño guapo perfecto –que claramente busca destacar la película– para demostrar que también es un chico sensible y con inseguridades. Son personajes que tienen matices muy claros y que los explotan y exploran durante toda la película. Y cuando estos dos actores están juntos en la pantalla, la química entre los dos es palpable, aún sin que alguno diga algo.
Sin embargo, el problema de la cinta recae en el poco desarrollo de los demás personajes. Las hermanas de Lara Jean –Margot y Kitty– son importantes para la protagonista, pero son olvidadas por el guion. Kitty es uno de los factores más importantes de la trama, pero sólo se queda en eso: un peón para que el conflicto principal de la película se desarrolle. Por otra parte, Margot desaparece a los pocos minutos de haber empezado la película sólo para regresar a rellenar una escena final que debió haberse desarrollado desde tiempo antes. Los otros chicos de los cuales Lara Jean se enamoró aparecen tan poco tiempo en pantalla, que ni siquiera podemos conocer el por qué de su enamoramiento o lo que pasa después de las cartas. Aunque valdría la pena aclarar que esto ocasiona un final abierto para una posible secuela. El guion –adaptado por Sofía Álvarez– se enfocó tanto en el desarrollo de Lara Jean y Peter, que desaprovechó al amplio reparto de personajes que tenía a su disposición.
Es imposible decir que esta historia no cae en clichés, sin embargo se agradece que la cinta no caiga en los estereotipos ya marcados del género. Tenemos a una protagonista tímida, no tan social, pero que no cae en el desánimo ni en el abismo total sino que, al contrario, lo acepta. Tampoco hay un simple chico bonito que hace sufrir a la chica sin razón, pues los motivos y objetivos que se le dan al personaje tienen una explicación. Lo mismo sucede con la chica popular: su personaje es definido por más características que simplemente eso… «la popular». En buena medida, los personajes se forman de manera natural e identificable –aunque como se mencionó, no completamente– por lo que sí se llega a percibir el vacío argumental, pero tampoco logran derribar la película.
Es claro que A todos los chicos de los que me enamoré toma ciertos detalles de las películas de John Hughes –quien es mencionado en repetidas ocasiones por la protagonista– y de otras comedias románticas como Chicas pesadas y 10 cosas que odio de ti. Sí, cae en ciertos clichés, hay situaciones que ya hemos visto y hasta la trama es un tanto predecible, pero el ritmo de la misma, la comicidad de la situación de Lara Jean y la química entre los personajes, la hacen disfrutable y entretenida.
La película logra quitarse la etiqueta de ‘otra comedia romántica más’, y brinda un poco más de importancia a ciertos temas que cualquier adolescente vive durante esa etapa. Hablar de amor es sencillo, hay cientos de películas que lo demuestran. Sin embargo, vivirlo en la realidad es una cosa completamente diferente. Lara Jean lo dice: ‘Cuantas más personas permites en tu vida, más personas pueden abandonarte’, la dificultad de las relaciones, la torpeza del primer amor, e incluso las situaciones en las que Lara Jean cae, no son ajenas al público al que va dirigida la película. Las situaciones tienen un tono de fantasía, eso es innegable, sin embargo logran hacer del romance un tema más cercano, de manera que esto no se vea tan falso como se ha pintado en otras producciones.
