Los niños están bien
The Kids Are All Right es una historia creíble y bien contada con magníficas interpretaciones. Actúan Julianne Moore, Annette Bening y Mark Ruffalo.
A nivel superficial, Los niños están bien es una cinta que ofrece una rebanada de la vida de una típica familia norteamericana. Con la diferencia de que ésta dista mucho de ser típica. Sin embargo, en las sabias manos de la directora y coguionista Lisa Cholodenko los detalles poco ortodoxos nunca interfieren con la historia que está siendo contada. Y es esto es lo que diferencia a esta comedia-drama, ya que al afrontar la trama de esta manera, configura una historia llena de fragmentos vivenciales extraordinarios o al menos notables que pasan como ordinarios y, de tal suerte, pues normales.
Así conocemos a este clan que es “convencional” en todos sentidos, al punto que casi se nos olvida que ambas cabezas de la familia son mujeres: sí, Julianne Moore y Annette Bening en el mejor casting del año. Su hija e hijo (Mia Wasikowska y Josh Hutcherson) parecen perfectamente felices con sus dos mamás, ni más ni menos adaptados o alterados por sus padres que cualquier persona en una familia fundada por una pareja heterosexual. Pero los hijos tienen un secreto: se obsesionan con la identidad de su papá biológico, quien donó esperma a sus madres. Resulta que el donador es un tipo que se divierte, maneja una moto y es dueño de un restaurante orgánico. Encarnado por Mark Ruffalo, este personaje acepta su nuevo estatus como padre y comienza a introducirse en la dinámica familiar. Su presencia y su desenfrenada noción de que tiene derechos ponen las cosas de cabeza por un rato, pero esto afecta únicamente a la trama. La verdadera magia yace en las magníficas interpretaciones de Moore y Bening: logran transmitir confusión, inseguridad y amor, están llenas de contradicciones e imperfecciones. Su historia es creíble y se entremezcla en el subtexto de lo que sucede en las relaciones de largo aliento, cuando el fuego disminuye tras años de criar a los hijos, satisfacer las demandas de la vida profesional y vivir bajo las convenciones suburbanas.