Dioses de Egipto
Entretenimiento fastuoso, aunque poco original.
Durante la ceremonia de proclamación del rey Horus, heredero de Osiris, el malévolo Set decide usurpar el trono mediante un engañoso, esporádico y sorpresivo golpe de estado: ataca al futuro rey, le arranca los ojos, lo condena a un exilio voluntario, le roba a la esposa, a la amante y, por si fuera poco, convierte a sus súbditos en devotos esclavos.
En Dioses de Egipto –dirigida por el maestro de la acción Alex Proyas (Presagio; Yo, robot)– y nuevamente en el papel de un iracundo mandatario, Gerard Butler luce sus robustos talentos para dar vida a Set, mientras que Horus es dignamente interpretado por una de las estrellas televisivas del momento, Nikolaj Coster-Waldau, famoso por interpretar a uno de los Lannister en la serie Game of Thrones.
Sin embargo, aunque en esta película ambos héroes de acción representan el papel de dioses antiguos, en su camino se cruza Bek, interpretado por Brenton Thwaites (¿recuerdan al fugaz príncipe de Maléfica?), carismático novato y verdadero protagonista y eje de esta leyenda egipcia vuelta épica de aventuras. Influido por el amor a Zaya (Courtney Eaton), una esclava que cayó herida durante un intento de escape, el jovencito Bek deberá buscar a los mismísimos dioses para solucionar el caos que está destruyendo su cultura. Gracias a Bek se desata la gran batalla sobre la que descansará la paz de un Egipto sin tiranos, según esta versión.
Se trata de una espectacular, excesiva, desmedida, pero muy esplendorosa actualización de la civilización que antes ya ha sido filmada en títulos como Cleopatra o La momia. En Dioses de Egipto no hay decorado que se desperdicie. Las riquezas del antiguo imperio adquieren una monumentalidad digna de la herencia dejada por El señor de los anillos, guardando toda debida proporción. Aunque no es ningún nuevo clásico, es una película que cualquiera que busque un rato de voluminoso y superproducido entretenimiento disfrutaría perfectamente. Además, cuenta entre su elenco no solamente con destacados modelos del miembro masculino, sino también con novatas talentosas y desconocidas que calzan con dignidad las sandalias de diosa. Esta es nuestra oportunidad de admirar antes de tiempo a Elodie Yung, por ejemplo, quien interpreta a la diosa Hathor y a quien pronto veremos en la segunda temporada de Daredevil.
Por supuesto que la propuesta histórica es poco original y luce una desinformación brutal. Algunos episodios cómicos son chocantes y en general la tragedia es poco creíble. Pero nada que unos cuantos retoques y efectos especiales no puedan solucionar.