Yo vi al diablo
Una película de terror que queda por debajo de sus compañeras de productora (Blumhouse), pero aún así funciona por partes.
Cuando te dicen que una película viene bajo el sello de Blumhouse, la productora de títulos como Sinister, La horca (uno de sus momentos más bajos) Actividad paranormal (la Crepúsculo del terror, aburrida pero inexplicablemente exitosa), The Purge (quizá la mejor de todas), Jessabelle, Demonic y Oculus, entre otras, sabes lo que puedes esperar: una obra de género, austera, que puede ser tan entretenida y funcional, como también un verdadero desastre.
Yo vi al diablo es una película con pocas pretensiones más allá de conseguir aceptables resultados en taquilla. Aún así, siempre existe la posibilidad de llegar a sorprender vía algunos apuntes que le sacan de los convencionalismos, mismos que tal vez le puedan encaminar a ser considerada como una irresistible curiosidad, o incluso, ya con mucha suerte, una pieza de culto. Salvo esto último, en Yo vi al diablo –o Visions, su más conveniente título original– se cumple con casi todo lo arriba mencionado.
Aquí los protagonistas son David y Julia, matrimonio que esta esperando el nacimiento de su primer hijo. Para tranquilidad de ella, deciden alejarse del estrés y ajetreo de la gran ciudad y se mudan a una casa ubicada en un viñedo. De entrada, eso suena muy romántico, pero con el pasar de los días cambiará drásticamente, cuando Julia comienza a escuchar ruidos extraños y a tener visiones de una terrorífica figura encapuchada, que nadie más percibe. Desesperada, recurre a una médium, para luego investigar el pasado de la casa, lo que le llevará a descubrir que ella y su hijo están en grave peligro.
La historia, escrita por L.D. Goffigan y Lucas Sussman, como se puede ver, no es muy original que digamos, pero está bien estructurada y aporta los puntos de partida necesarios para una película que deambula entre el thriller y terror, y que busca la sugerencia más que el efectismo. Algo que se agradece, pese a que se trata sólo de un ingrediente más en la receta, que sigue al pie de la letra y con oficio, aunque con tibieza, el director Kevin Greutert. En cuanto a la manufactura, no hay nada sobresaliente, excepto que cumple y se ubica un tanto más arriba de los acostumbrados estándares de los estudios Blumhouse, lo cual en realidad no es tan complicado de conseguir. Del reparto ni hablar, están en la misma línea, desde Jim Parsons –quien se hace cargo de un papel secundario, pero que es de los nombres más llamativos gracias a su participación en The Big Bang Theory–, pasando por la preciosa Isla Fisher, hasta llegar a Gillian Jacobs y Eva Longoria, todos parecieran entregar sólo lo suficiente para salir del paso.
En fin, con Yo vi al diablo, estamos ante una producción de un aceptable acabado en las cuestiones técnicas, pero poco arriesgada en su propuesta y tratamiento. Se trata de una película que arranca bien con atmósferas inquietantes, pero que para el último tercio, va perdiendo fuerza y termina por sumergirse en la mediocridad, recurriendo a un muy precipitado final.