Un hombre ideal
Un thriller francés de manufactura diferente a la que nos tiene acostumbrado Hollywood.
Un hombre que pertenece a un grupo de servicio de intendencia, pasa desapercibido para el mundo, aunque él tiene un sueño: desea que sus escritos sean publicados y así lograr ser un gran escritor. Un día le llega una oportunidad de oro al descubrir un manuscrito de un hombre recién fallecido y que cuenta con una obra que podrá darle dinero y fama… sólo tiene que cambiar de nombre de autor.
Con esta premisa -porque básicamente son los primeros 10 minutos de la película- Un hombre ideal plantea un escenario al que hemos estado acostumbrados en algunos thrillers: la suplantación de personas a través de obras. La tensión se centra desde los primeros minutos y nosotros como audiencia nos preguntamos «¿cuándo lo van a descubrir?» porque ese es el chiste de este tipo de historias. Mientras que en obras como El talentoso Sr. Ripley tenemos un caso de un personaje sumamente inteligente dentro de su psicopatía, con Un hombre ideal estamos ante un chico que le llegó un gran premio pero que no previno las consecuencias y aquí radica el devenir de la trama.
El director Yann Gozlan está consciente de ello y nos va preparando la tensión conforme avanzan los minutos, sabemos que Mathieu (Pierre Niney) no es una persona muy inteligente que digamos, es decir, sus capacidades de crear una mentira lograron llevarlo a donde está pero parece no ser capaz de sostenerla, ¿o sí?. Aquí la importancia por parte de Gozlan radica en el casting, Pierre Niney interpreta a un contenido pero a punto de explotar Mathieu, algo diferente a lo que había acostumbrado al público que lo vio en Yves Saint-Laurent. Mientras que el resto del elenco sirve como de apoyo sin nada que sobresalga.
Ambientada dentro de un sólo escenario -una casa en la playa- tenemos así pocos personajes pero para quienes estén familiarizados con los thrillers franceses, sabrán que el camino de nuestro protagonista será deshacerse de todo aquello que le cause un problema, pero como buena cinta de suspenso, estamos ante una bola de nieve que va in-crescendo.
Por momentos resultan un tanto cínicas y obvias las expresiones de Mathieu ante la presión de sentirse descubierto, por lo que a veces le resta credibilidad y le otorga una ingeniudad extrema a las personas que lo rodean, probablemente uno de los aspectos que sea flojo dentro de la acción. De cualquier forma esto pasa pocas veces y se olvida rápidamente para entrar a un nuevo problema que deba resolver nuestro protagonista.
Un hombre ideal resulta un thriller que probablemente hayamos ya visto en ejecución, donde el personaje principal debe saber esconder su pasado o su engaño, sin embargo en manos de Yann Gozlan y la mecánica del cine francés, el platillo se va sirviendo como la venganza: frío y con un final diferente al que nos tiene acostumbrados Hollywood.