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Cine

En la cuerda floja

07-10-2015, 4:51:55 PM Por:
En la cuerda floja

En su tercer acto, Robert Zemeckis logra secuencias que se volverán clásicos instantáneos.

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A estas alturas (usar esa frase resulta más que adecuado) muchos conocen la historia de Phillipe Petit a través del documental ganador del Oscar, Man on Wire. La ejecución de este largometraje es uno de los ejemplos más sólidos de la buena construcción narrativa del subgénero conocido como heist movie, es decir, aquel donde vemos a un grupo de malhechores armando un «gran atraco». Aunque aquí el «robo» es burlar la seguridad de las Torres Gemelas del Wolrd Trade Center en Nueva York, para hacer algo aventurero. 

Robert Zemeckis entonces, decide tomar este gran relato y llevarlo a la pantalla enorme y en forma de ficción, con Joseph Gordon-Levitt como Petit, para poder mostrarnos sus primeros pasos (también literal) como equilibrista de la cuerda floja. 

De forma más clásica, Zemeckis nos va presentando a los personajes que ayudarán a Philippe Petit a lograr su titánica hazaña. En un principio se respeta el idioma de los personajes franceses y los escuchamos hablar su lengua natal. Luego, para la comodidad de las audiencias en Estados Unidos, Petit convenientemente anuncia que, como irá a Estados Unidos, de ahora en adelante siempre hablará en inglés. «¡Y ustedes también!», le anuncia a sus secuaces. Este recurso le quita un tanto de frescura y realismo a lo que llevábamos de historia.

Zemeckis ha demostrado una maestría soberbia a la hora de contar historias aparentemente sencillas gracias a actuaciones únicas que han logrado estar nominadas al Oscar, desde un náufrago varado en una isla desierta, hasta un piloto alcohólico que voló un avión de cabeza. En el caso de En la cuerda floja, la historia no es nada simple, ya que sólo existe un hombre en la faz de la Tierra que caminó entre las torres gemelas. Sin embargo, la construcción de los personajes dista mucho de lo que venía logrando el director de Náufrago o El vuelo.

La verdad nos sentimos identificados con los personajes muy poco y, aunque sí ofrecen momentos divertidos y humanos, no es nada sobresaliente. El verdadero protagonista es el evento que está preparando Petit para él y para nosotros la audiencia.

La música de Alan Silvestri podría dividirse en dos, aquella sumamente emotiva con solos de piano –como el tema «Pourqoui» y el cierre final–, y aquella más genérica, como en el caso de las escenas donde los personajes espían en las torres, emulando el tema de Misión: Imposible cuando no había necesidad de hacerlo.

Pero llegamos al día del evento y es aquí donde el realizador demuestra por qué era el indicado para llevar la historia a la pantalla grande. Estamos ante una de las escenas con más tensión en la historia del cine, el nivel de suspenso que maneja el director es pocas veces visto en una cinta que no es 100% un thriller, siendo también parte importante la actuación de Joseph Gordon-Levitt. Al final, tanto Gordon-Levitt, como Zemeckis, se ponen los zapatos del mismo Phillipe Pettit y juegan con la audiencia, coquetean con la muerte mientras nosotros y el público en la cinta no soltamos la respiración.

El uso del 3D en este caso es sumamente realista, especialmente porque estamos ante una tecnología de tercera dimensión donde lo principal no es que sobresalgan los objetos en pantalla, sino la profundidad de campo, y en una película en la que al mirar hacia abajo vemos el concreto y el vacío, el efecto de vértigo es único, pero no para todos.

Al día de hoy, pueden existir una decena de películas dedicadas al 11 de septiembre y al ataque hacia el WTC, pero sin duda alguna En la cuerda floja logra lo que el propio Petit hizo con las torres: les da un sentido mucho más humano. Lo que comenzó como la increíble historia de un francés y su más grande reto, se transformó no sólo en un homenaje a la voluntad y perseverancia, sino en una carta de amor a la arquitectura del Siglo XX y a la belleza que radica en soñar algo y lograrlo ante los ojos del mundo, ya sea una gran audiencia o en la soledad entre dos grandes monumentos.

autor Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.
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