Francotirador
El más reciente estreno en cines de Clint Eastwood con Bradley Cooper, American Sniper, es una película patriótica y políticamente correcta.
Desde el primer momento, a través del uso del sonido, Clint Eastwood nos adentra en el principal escenario para que su Francotirador (American Sniper) se convierta en el más fulminante de su rango en la historia estadounidense. La llamada a la mezquita deja en claro que es Medio Oriente y el honor de encarnar a esta “leyenda” de la vida real recae en Bradley Cooper, nominado al Oscar por interpretar a Chris Kyle y con justa razón.
El proyecto, que compite como Mejor Película en los Premios de La Academia 2015, es otra biopic (como otros tantos proyectos recientes del director: Jersey Boys Persiguiendo la música, J. Edgar e Invictus, por ejemplo), pero que retoma todo su conocimiento sobre la guerra y el campo de batalla, pues él mismo es veterano de guerra, además de que ha explorado la temática en el cine (Cartas desde Iwo Jima, Banderas de nuestros padres).
Justamente la historia se entreteje mezclando los inicios de Kyle como un vaquero que tras los ataques terroristas de los que es víctima Estados Unidos, se une al ejército como SEAL. En medio de los 4 tours en los que viaja a Irak hay chispazos de su vida como hombre, primero; esposo (está casado con una excelente Sienna Miller) y padre después. Es en aquellos instantes de normalidad donde se siente como pez fuera del agua, está incómodo en su propia piel. Y ese es uno de los muchos motivos por los que se convierte en el francotirador más letal, uno que mató incluso a mujeres y niños. Para él cada muerte era sinónimo de salvar a uno de los suyos.
Se dice que Kyle aniquiló a 255 enemigos durante la Guerra de Irak, aunque el Pentágono sólo le reconoce 160 muertes confirmadas. En cualquier caso, se convirtió en una leyenda entre las tropas. Pero lo que ocurre antes y después se desenvuelve con una precipitada narrativa, como si Eastwood sólo quisiera añadir contexto a modo de check-list, cuando el pasado de Kyle es fundamental para entender al sujeto de estudio. El director tampoco se detiene a pintar los negros, blancos (si es que lo hay) y grises de la guerra, sólo los presenta en tensas y bien editadas secuencias.
Patriótica y políticamente correcta (hacia Estados Unidos, claro) son términos que definen a la perfección el enfoque del cineasta en Francotirador. Por lo mismo, la película no explica acertadamente los síntomas de estrés postraumático de Kyle en los intermedios de su vida entre una misión y otra (conflicto emocional que se resuelve en un segundo de metraje). Ni lo plantea bien como hombre, término relegado a segundo plano, porque lo que está siempre bajo el reflector es la faceta de soldado. Siempre presentada con altas dosis de suspenso.
De hecho, aunque la cinta se basa en el libro que el mismo Kyle escribió junto con Scott McEwen y James Defelice, en el cual demuestra su naturaleza deshumanizada y sanguinaria, ésta dista del personaje creado por Cooper por muy bien interpretado y caracterizado que esté (la transformación física del actor lo avala).
Aquí lo que hay es la versión hollywoodense de una “leyenda”. El planteamiento de Francotirador es benevolente con Chris Kyle y nunca explora lo que ocurre con sus víctimas. Lo único que ratifica es lo retorcida que es la guerra, sólo ahí un héroe puede ser un asesino uniformado.