En la casa
Dans la Maison del director François Ozon es intuitiva, bien coreografiada y con actores positivamente dirigidos.
François Ozon entiende de narrativa cinematográfica y lo hace notar. Y su más reciente película, En la casa (Dans la Maison), es una muestra de cómo utilizar los recursos del séptimo arte para manejar el paso del tiempo, representar la imaginación y denotar qué es real y qué no tanto.
Ésta es una adaptación de una obra de teatro que sabe distinguir su medio y, a pesar de ser fiel a los puntos clave de la historia, entiende que debe contar los sucesos a través de la cámara, por lo que logra separarse del escenario y el telón.
En la casa aborda una preparatoria francesa en la que Germain, un maestro de literatura se engancha con la tarea de Claude, su alumno. Claude escribe sobre sus visitas a la casa de Rapha, otro miembro de la clase, en las que se inmiscuye dentro de lo privado, lo íntimo y lo transgresor.
La fascinación de Germain involucra a su esposa –interpretada por Kristin Scott Thomas– en la poco a poco abusiva relación entre el maestro y su alumno. A la par, Ozon lleva a la audiencia a través de clases de guionismo en las que analiza a los mismos personajes que nos muestra y nos empuja a hacer un esfuerzo para adivinar más allá de lo que vemos.
En la casa se siente francesa pero universal, su línea argumental podría desarrollarse en cualquier sociedad pero da lugar a los valores franceses por excelencia. El estilo de Ozon es fresco, dinámico y limpio; logra tomas cuidadas, cuyo movimiento y energía expresa conceptos clave en la cinta a la par de sorprender al espectador.
Intuitiva, muy bien coreografiada y con actores positivamente dirigidos, En la casa es un ensayo social sobre lo familiar, lo académico y lo artístico que se desenvuelve inteligentemente hacia un final que, inesperado, nos deja la línea de pensamiento que todo buen guión logra en su desenlace: ¿qué busca reflejar en mí?
