Retrato íntimo
La última película del director Claude Miller es una elegante película de intriga pasional, protagonizada por Audrey Tautou.
La última cinta del director francés, Claude Miller –la mano derecha durante años de Francois Truffaut–, no es un drama costumbrista, es un estudio sobre la libertad del ser humano, sus límites, excesos, peligros, y sobre todo, cómo la rutina puede convertirse en una prisión que nos puede llevar hasta las últimas consecuencias.
Retrato íntimo es una adaptación a la novela de François Mauriac, sobre Thérèse Desqueyroux, una mujer adelantada a su tiempo que es obligada a casarse con un rico terrateniente de la provincia francesa. Este matrimonio, o mejor dicho, contrato financiero entre 2 familias adineradas, merma el carácter atrevido de Thérèse, quien se vuelve un ente deprimido que ha dejado de encontrar la belleza en los pequeños detalles, y poco a poco, comienza a maquilar un plan para poder escapar de esta realidad desidiosa: envenenar a su marido.
Desafortunadamente Miller nunca trata definir las circunstancias macabras que llevan a la protagonista a tomar esta fatídica traición. Su accionar cambia repentinamente, como si un chip-de-tristeza se hubiera encendido una mañana. La libertad que le da al espectador para llegar a estas conclusiones es ambigua: claro que el director/guionista no debe ser obvio y redundante, pero tampoco cambiar el rumbo de su obra sin un previo aviso. Se necesita una guía narrativa o escenas que detonen un parteaguas emocional.
Para rescatar esta falla, aparece Audrey Tautou, quien explota su repertorio de gestos y silencios para transmitir los sentimientos de Thérèse. Es interesante cómo esta mujer pasa de ser un ícono de rebeldía y feminismo (símbolos inequívocos de la mentalidad vanguardista de la Francia del período entreguerras), a una prisionera de sus propios demonios.
Además de la actuación de Tautou, otro punto a favor de Retrato íntimo es la fotografía basada en tonos ocres y enfocada en retratar el ocaso, trata de exaltar los valores visuales de la década de los 20 (algo que El gran Gatsby, pecó en exceder). El resultado, es una elegante película de intriga pasional, una hermosa carta de despedida de Miller, quien murió meses después de haber finalizado esta cinta.
