Por los viejos tiempos
Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin son los protagonistas en esta película que combuna atinadamente el guión, dirección y actuaciones.
Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin son razón suficiente para confiarle a esta cinta los siguientes 95 minutos de nuestras vidas. Pero a pesar de que los actores cumplen en la interpretación de sus personajes, el guión de Por los viejos tiempos pasa por dificultades que lo hacen parecer incompleto.
La nostalgia y la aceptación del destino guían esta historia sobre Val, Doc y Hirsch, un trío de viejos amigos que, en el ocaso de sus vidas, se reúne por última vez antes de que uno de ellos cumpla con su trabajo: matar a su compañero.
Los altibajos de los recuerdos que resumen toda una vida se dan en la madrugada, mientras el grupo de amigos cumple los deseos a punto de expirar de Val (Al Pacino), quien ha lidiado con tanto que acepta su fin con madurez.
La interacción entre Al Pacino y Chritopher Walken genera un dinámica bastante apreciable en pantalla, las miradas y los gestos de sus actuaciones llenan las tomas de Fisher Stevens, un director poco experimentado que conoce sobre técnica pero tiene una falta de profundidad narrativa.
Esta combinación de reparto y director crea un notorio desbalance, pues parece que la estructura dramática de la cinta no aguanta personajes tan complejos, sobre todo con interpretaciones así de fuertes. La culpa no es sólo de Fisher, sino del guionista Noah Haidle que en éste, su primer largometraje, muestra ganas de hacer historias con varios niveles estructurales, pero que se siente nuevo en la técnica.
A pesar de esto, el guión, la dirección y las actuaciones se combinan atinadamente en algunos momentos de la cinta; las referencias al ayer y a cómo las reglas han cambiado son muy disfrutables cuando se juntan con la simbólica y sombría fotografía de la cinta.
Algunas frases saltan de entre los diálogos para resaltarnos la resignación ante la nostalgia que los personajes enfrentan, la más rescatable se la debemos a Doc, el personaje de Walken, quien sin asombro ni frustración –mientras atestigua la muerte de la vieja escuela– sólo se dice a sí mismo: “antes solía haber consecuencias”.