Una niña maravillosa
Beasts of the Southern Wild, nominada a Mejor Película en los Oscars y protagonizada por Quvenzhané Wallis, es un deleite visual sobre miedos de la infancia.
La ópera prima de Benh Zeitlin es poesía en movimiento, un hechizo visual que nace desde las primeras escenas (una fiesta bayou con juegos pirotécnicos) y que continua perenne, inhabitada en tu memoria semanas después de que te levantas de la butaca. Beasts of the Southern Wild es una parábola sobre el poder que tiene la imaginación en la infancia y la capacidad de asombro que perdemos como adultos.
La película, ambientada en una mísera comunidad del sur de Estados Unidos, presenta a una de las grandes heroínas de los últimos años: Hushpuppy (Quvenzhané Wallis, simplemente extraordinaria), una niña de 6 años cuya percepción del mundo es una mezcla entre inocencia y deserciones filosóficas. Ella cree que cada ser vivo está interconectado y que, en miles de años, los científicos van a conocer la historia que vivió con su papá. ¿Qué historia? Eso depende del punto de vista de cada espectador; porque una de las virtudes de esta cinta son las distintas capas y subtramas que la cimientan: la relación caótica y emotiva entre un padre y una hija, el análisis neorrealista de la gente más pobre en la era post Katrina e incluso, la madurez social que experimenta Hushpuppy cuando afronta el temor más grande de un niño: la soledad.
Es una película completa que se alimenta del realismo mágico, junto con los clásicos de la literatura norteamericana (Las aventuras de Huckleberry Finn, Matar un ruiseñor) para crear un microcosmos de esperanza atemporal. El director emplea técnicas similares a las de Terrence Malick para retratar el balance entre la naturaleza y el hombre, respaldado con las grandes actuaciones de sus protagonistas. Ésta es una joya del cine independiente, una película que más allá de cosechar premios, su trascendencia reside en la capacidad que tiene para que recuperemos la fe en nuestra propia humanidad.