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Cine

Manos de piedra

03-11-2016, 7:18:03 PM Por:
Manos de piedra

La película protagonizada por Edgar Ramírez da la pelea, pero al final no destaca en el mar de biopics.

Cine PREMIERE: 2.5
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Roberto “Manos de Piedra” Durán  tiene sin duda una historia con todos los elementos necesarios para convertirse en la materia prima de una verdadera epopeya fílmica: surgido del barrio y considerado uno de los más grandes peleadores de toda la historia, quizás el mejor peso ligero libra por libra, y uno de los responsables de llevar el boxeo latinoamericano a los más altos niveles en cuestión mediática y deportiva. Su vida, or lo tanto, es de esos relatos que calan en la memoria y conmueven a los espectadores  –sean aficionados o no a este deporte–, y que por ello resultan irresistibles para la crítica especializada y se convierten en protagonistas de las entregas de premios. Desgraciadamente, el paquete le quedó algo grande a Jonathan Jakubowicz, al realizador venezolano que a pesar de encontrar un cómplice de gran capacidad en su compatriota Edgar Ramírez (quien toma el papel principal), apenas consigue una decorosa adaptación de la vida del ídolo panameño, partiendo desde sus inicios profesionales, pasando por el momento en que alcanzó la cumbre, hasta llegar a aquella revancha con el norteamericano Sugar Ray Leonard, que le hizo protagonista de uno de los retiros más peculiares y polémicos.

Entre lo que se puede destacar está el manejo del sonido, que no escatima con el crujir de los impactos a la hora de enfatizar ciertos momentos de las peleas, mismas que, por cierto, están armadas con claridad y mucho sentido. Son secuencias que usan la edición y la música para encontrar un cadencioso ritmo, que le dota de una identidad muy acorde a la nacionalidad del protagonista. También hay que agradecer que la película, sin descuidar el aspecto interpretativo,  sabe explotar la belleza de Ana de Armas, quien encarna a la esposa de Roberto Duran.

Jakubowicz también nos entrega a uno de los Robert De Niro más disfrutables de los últimos años, contenido y sin necesidad de caer en regodeos o recurrir a la autoparodia. A la hora de darle vida al entrenador Ray Arcel, su presencia, por supuesto, redunda en el uso esporádico del blanco y negro, en un claro homenaje a aquella célebre pieza del cine sobre el pugilismo que protagonizó: Toro Salvaje.

Sin embargo, pese a todo lo anterior, esta producción panameña-estadounidense, con aire venezolano, no logra evitar los lugares comunes a la hora de acercarse al ambiente que rodea a estos eventos deportivos. Es predecible en su desarrollo y en su intento por abarcar demasiado, profundiza muy poco y descuida algunas de las distintas líneas argumentales que se cortan abruptamente.  Por otro lado, la falta de peso dramático de los distintos eventos, tanto familiares como de contexto político –sobre todo en lo que se refiere a la ocupación hasta 1999 del Canal de Panamá por parte de los EE.UU.–, los cuales pretenden conectar con las reacciones del protagonista, provoca que las motivaciones de Roberto y la batalla con sus demonios internos, se desdibujen hacia la parte final. Aun  cuando desde un principio se trata de uno de los principales conflictos. En su intento por abarcar los momentos más representativos, profundiza muy poco.

Así pues, estamos ante un vehículo de entretenimiento que funciona como tal y siendo poco exigentes, responde a los parámetros de las biopic más convencionales, pero naufraga de acuerdo a lo que pudiera a ver sido, según sus propias pretensiones.  

autor Critico de cine y cómics. Critico en Cine con Kristoff de Telehit. Fue editor de Stageone México. Colaboró con Playboy, Chilango y la edición mexicana de Archie. Hoy escribe para La Razón y Mórbido Magazine. Conduce el programa de radio y Tv, Rocket.
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