Desde allá
Desde allá es un drama que evita los convencionalismos para acercarse a un tema tan duro como el de la realidad venezolana actual.
Lo primero que llama la atención de Desde allá, el primer filme de Lorenzo Vigas y que le valió el Leon de Oro en la edición 79 del Festival Internacional de Cine de Venecia, es la forma en que define a su personaje por sus acciones, haciendo cómplice al espectador y sin hurgar de manera evidente en su pasado. En realidad es muy poco lo que se nos revela con respecto a su vida, más allá de los detalles que sirven para sustentar la ambigüedad del tratamiento, que al final se convierte en su principal virtud. El protagonista es Armando, un hombre de 50 años, con su propio negocio y que gusta de acercarse a jóvenes de la calle para pagarles por su compañía, misma que aprovecha de su muy particular manera. Es de esa forma que conoce a Elder, quien habrá de convertirse en algo más que uno de sus acostumbrados encuentros.
Con una historia como esta –que el mismo director trabajó en compañía de Guillermo Arriaga– hubiera sido muy fácil caer en la tentación de explotar el alarmismo y apostar por la polémica, incluso como una estrategia comercial. Afortunadamente no es así. Lo que vemos en pantalla es una sutil disección de seres humanos que van dando tumbos con sus emociones, lidiando con la soledad como mejor pueden entender y buscando satisfacer, con lo que tienen a la mano, sus miedos y sus frustraciones. La historia transcurre de forma natural, las situaciones no se precipitan y las relaciones se muestran entre silencios, sin falsas pretensiones o análisis excesivos. Todo esto redunda en cierta frialdad con respecto al discurso de fondo, sin embargo, esto es sólo un detalle con respecto al armado en donde cada pieza encaja sin problemas. No es casualidad que el personaje central se dedique a la mecánica dental, que acompañe a su joven pareja a una boda o que lo poco que se nos muestra de su pasado, es a su hermana y un padre ausente. Aquí todo tiene una razón de ser. Por supuesto, la situación social de Venezuela también permea y resulta un ingrediente muy funcional a la hora de acentuar la orfandad sentimental, pero es muy discreto a la hora de convertirlo en llamada de atención. Ese quizá sea uno de los poco reproches que se le pueden hacer a esta película, junto con el hecho de que algunos muy interesantes apuntes incluidos, se queden soóo en eso, guiños que no profundizan todo lo que parecían prometer.
Finalmente, no podemos dejar de destacar la sensibilidad con que Alfredo Castro –actor recordado por sus papeles en películas de Pablo Larraín– toma el papel principal y se viste de sugerencia, para evitar los lugares comunes y sorprender con su reacción en el momento indicado. Desde allá es un drama que evita los convencionalismos y encuentra en la insinuación el mejor lenguaje para acercarse a un tema que sigue causando polémica y permea –como en otras partes del mundo– a la sociedad de la ciudad de Caracas.