Orgullo, prejuicio y zombies
Si fuera sólo una adaptación del clásico romántico de Jane Austen, sería genial. Pero ¡ah! también hay zombies.
En el año 2009, la extraña adaptación literaria de Seth Grahame-Smith (Abraham Lincoln: Vampire Hunter) a la adorada Orgullo y prejuicio de Jane Austen fue un éxito y un bestseller inmediato. Sin dejar de lado los elementos clásicos que hicieran a la novela de la escritora británica una referencia obligada de la comedia romántica, la reinvención de Grahame-Smith sumaba un giro argumental que (además de incluirla en una para entonces creciente moda) se antojaba como un refrescante giro irónico a la historia por demás conocida. Pero ni los zombies mencionados en el título de esta nueva versión, que en el papel prometían ironía y frescura, logran levantar a Orgullo, prejuicio y zombies de entre los muertos.
Producida por Natalie Portman, que hace unos años protagonizaría con David O. Russell dirigiendo (¡oh, qué diferente hubiera sido!), la esperada adaptación cinematográfica del popular libro tiene todo lo prometido en su premisa: comedia, bailes, romance, vestuarios espectaculares y sesos reventados. El contraste entre el idílico mundo que habitan los personajes creados por Austen con el incontenible brote de zombies en las campiñas y palacios ingleses, si bien en los primeros minutos captan nuestra atención (aquí verla en un cine con buen sonido es primordial), pronto terminan por estorbar gracias a la evidentemente innecesaria y forzada presencia de ultratumba.
La historia no cambia. Las cinco chicas de la peculiar familia Bennet están en edad de casarse y, según las creencias de la sociedad británica durante el cambio entre el Siglo XVIII y el XIX, lo más conveniente es que dicho enlace ocurra con un hombre adinerado. Tras la muerte del Señor Bennet, la madre de las jóvenes teme por su destino pues, al ser todas mujeres, la herencia del padre será entregada a su primo, el Señor Collins (Matt Smith, magnífico). Con el desamparo como posible destino, la llegada de dos solteros es la única esperanza aparente para ellas, misma que da pie a una serie de enredos románticos… Ah, y además hay zombies.
Como advertencia a los puristas del cine de zombies, aléjense de aquí si les ofende ver a estas criaturas gesticular o (peor aún) hablar. Los muertos vivientes de esta versión, dirigida por Burr Steers (Charlie St. CLoud) sin sensibilidad alguna para el horror o el gore (aquí la sangre es tímida y las decapitaciones ocurren fuera de cuadro), nunca nos hacen sentir la repulsión suficiente para desear que nuestros protagonistas huyan despavoridos. Error garrafal.
Aún así, contrario al fallido y metido-con-calzador elemento zombie en la trama, si algo hay que reconocerle a la película de Steers (quien dirigiera también la genial Igby Goes Down, su ópera prima) es el buen trabajo una vez que el horror queda fuera de la ecuación y da paso al romance. A esto ayudan en gran medida los protagonistas (Lily James como Elizabeth Bennet y Sam Riley como el Señor Darcy) quienes, una vez en el resguardo y con sus cráneos a salvo de los come-cerebros, presumen excelente química y timing para la comedia, haciéndonos desear cada vez más que las pseudo violentas coreografías, las mal logradas batallas o los poco convincentes monstruos hubieran sido erradicados por completo. Leave Jane Austen alone!