Siempre estaré contigo
Protagonizada or James Cromwell, Still mine nos recuerda que "la edad es una condición, no una camisa de fuerza".
Irónicamente, aunque esta película es estelarizada por un actor de una larga trayectoria, con más de 150 títulos en su currículum y que interpreta a un personaje de 87 años, se trata del primer protagónico en la carrera de James Cromwell. También conocido como Arthur Arden en American Horror Story Asylum, en Siempre estaré contigo (Still mine) el actor da un vuelco de tuerca para dar vida a Craig Morrison, un dulce pero terco esposo.
Claro que esta producción canadiense, estrenada durante el Festival de Cine de Toronto en 2012, tiene que ver con el matrimonio, el amor y cómo se ven afectados con el paso del tiempo. Metáforas en donde una mesa se convierte en el resumen de una vida, y una casa en la esperanza del futuro, son ingredientes esenciales de esta historia basada en hechos verídicos.
La película de Michael McGowan refleja la desesperación que embarga a un matrimonio octogenario cuando Irene (Geneviève Bujold) presenta síntomas de Alzheimer. Con la intención de procurarle un ambiente más seguro, Craig construye el que será su último hogar, pero esta casa también se convierte en el ancla a la que se aferra para tener estabilidad. Lamentablemente, la burocracia de su pequeño pueblo y las licencias de construcción faltantes podrían provocar su demolición.
Uno de los mayores aciertos de este sentimental drama es la complicidad que construyen sus 2 protagonistas, en especial para burlar los cuidados de sus hijos. Se miran con ternura cuando se redescubren en la intimidad o con exasperación tras sus discusiones y por el desgaste de Irene ante la demencia que sufre.
Son personas imperfectas que toman decisiones precipitadas en condiciones adversas, pero sólo quieren hacer lo que creen más conveniente. Tanto Craig como quienes lo rodean demuestran su cariño con pruebas a veces tan imperfectas como ellos mismos.
Sin embargo, cuando Cromwell y Bujold –ambos nominados al Oscar en 1996 y 1970, respectivamente– salen de la pantalla, su ausencia pesa. El resto de los personajes –sus hijos, vecinos, aliados y antagonistas– se ven incómodos en sus respectivos roles, salvo por la presencia de George R. Robertson, el típico amigo entrometido que saca de sus casillas a Morrison.
Además, para su narración, McGowan presenta sus cartas de forma entrecortada, pues toma tiempo seguir los hechos con el ritmo pausado con que viven sus protagonistas. Y si bien recuerda a Diario de una pasión –también presenta un amor eterno aquejado por la senectud– o a Nebraska –tiene un protagonista aferrado con un estrafalario propósito–, Siempre estaré contigo se centra más en la dignidad de la vida.
La historia verídica de Craig Morrison nos recuerda que «la edad es una condición, no una camisa de fuerza», y que cada quien es libre de decidir su propio límite.