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Cine

Todo está perdido

19-02-2014, 9:47:21 AM Por:
Todo está perdido

En All Is Lost de J. C. Chandor, Robert Redford entrega su mejor actuación en décadas.

Cine PREMIERE: 4
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En los últimos meses, el cine nos ha bombardeado con historias sobre personas abandonadas que deben luchar contra la inmensidad de su propios destinos o la naturaleza: Una aventura extraordinaria (2012), Gravedad y Capitán Phillips (ambas de 2013); y ahora se estrena la joya de la corona dentro de este tipo de películas: Todo está perdido (All Is Lost), sobre un hombre que queda varado en medio del Océano Índico con un yate a punto de hundirse y una tormenta que se acerca peligrosamente.

El director, J.C. Chandor –nominado al Oscar por el guión de El precio de la codicia (2011)–, demuestra que es uno de los talentos jóvenes más interesantes de Hollywood, al forjar un guión lleno de tensión –y que por momentos recuerda a El viejo y el mar, de Hemingway– probando que no se necesitan de grandes efectos especiales, ni un elenco multitudinario para llevarnos a un estado catártico. Los diálogos –casi inexistentes– pasan a segundo término; el silencio y la soledad se transforman en una forma de expresión, en una mirada para comprender el poder humano para sobrevivir, en el arte cinematográfico de encontrar la esperanza.

Chandor no sólo domina los elementos técnicos, sino que también demuestra respeto por el espectador y el protagonista, Robert Redford, quien, a sus 77 años, logra el mejor papel de su carrera. A lo largo de toda la película, el actor tiene la capacidad de invitarnos a su vida y por momentos logra que el cine rompa la cuarta pared. Cada segundo que lo acompañas en altamar te preguntas: “¿Qué haría yo en su lugar?”.

Pocos largometrajes tienen este sentido de pertenencia e identidad, sin embargo, quizás lo más interesante de la cinta es la sutil alegoría que presenta el director: la voluntad del ser humano sólo puede encontrarse cuando se experimenta una soledad provocada. Redford –“Our Man”, según los créditos– no necesita de Richard Parkers, Wilsons o George Clooneys para deducir una epifanía: sus propios demonios y pensamientos lo llevan a luchar por vivir durante los últimos 10 minutos de la película, en un ejercicio sentimental, cardíaco y refrescante.

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