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Cine

Tlatelolco Verano del 68

18-04-2013, 11:15:45 AM Por:
Tlatelolco Verano del 68

Su hilo conductor es una historia de amor y aunque no busca revelar nuevas teorías ni secretos bien guardados, es una película que cumple.

Cine PREMIERE: 3.5
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Para ser uno de los momentos históricos más significativos en la historia moderna de nuestro país, no es mucho lo que se ha dicho en la pantalla grande sobre el tema. Es lógico, la masacre de estudiantes del 2 de octubre de 1968 permanece aun como tema tabú en nuestro país, por lo que desde Rojo amanecer (Dir. Jorge Fons, 1989) que no se escuchaba la balacera de la plaza de las Tres Culturas en una sala de cine. Pero bien dicen que Dios los hace y ellos se juntan; quizá por eso este escabroso momento histórico encontró a un nuevo realizador en Carlos Bolado, que pareciera que este año se ha dedicado a poner el dedo en las llagas nacionales con Colosio El asesinato y Estado de gracia, la serie de televisión de Canal 11 que aborda el tema de la legalización de las drogas.

En la película, Bolado no sólo revive la noche de Tlatelolco, sino que nos remonta algunos meses para mostrarnos el origen del conflicto. Su obsesión por los detalles literalmente se desborda de la pantalla. La precisión en el vestuario, la dirección de arte, la simbología, el lenguaje, logra que la película efectivamente nos regrese en el tiempo al verano capitalino de 1968 para hacernos respirar el ambiente convulso de un país gobernado con mano de hierro. Con todo, la trama está lejos de centrarse en los protagonistas histórico-políticos del momento. El hilo conductor es la historia de amor entre Félix, un chavo recién llegado de Chilpancingo que estudia en la UNAM, y Ana María, una niña que vive en el Pedregal y va a la Ibero. El conflicto es obvio, casi de telenovela, pero que funciona al brindar una perspectiva diferente: la de dos personas cuya vida –de repente y por capricho del destino– se ve trastornada por un acontecimiento que los sobrepasa y del que terminan siendo parte por casualidad. Ahora, si bien retrata excepcionalmente la forma en que –como al director le gusta explicarlo– una historia (con minúscula) se encuentra con la Historia (con mayúscula), la cinta se antoja un tanto corta en el juicio del contexto y la circunstancia histórica del Movimiento Estudiantil del 68 y sus protagonistas.

Aunque critica cruda y duramente tanto al gobierno como a la sociedad que permitió que se criminalizara a sus estudiantes con el cuento de que eran una bola de comunistas que querían echar a perder las Olimpiadas, Tlatelolco Verano del 68 no es el tipo de cinta que busca una nueva teoría ni desvelar ningún secreto bien guardado. Cumple sí, con regalarnos la soberbia actuación de Roberto Sosa como el expresidente Gustavo Díaz Ordaz y con darnos un muy oportuno vistazo al pasado que permite reflexionar sobre lo que ha cambiado y lo que sigue siendo igual; y eso es siempre importante de tomarse en cuenta a la hora de volverse a equivocar.

autor Ama el aroma a celuloide por las mañanas porque lo suyo, lo suyo, lo suyo es el cine. Dice que es el único que sigue haciéndole ofertas que no puede rechazar.
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