Posesión satánica
Basada en una historia real, sobresalen las sinceras actuaciones y sobria realización en esta película producida por Sam Raimi.
La anécdota parecería sacada de un creepypasta, algo que en verdad pasó: poco después de haberse divorciado de su esposa, un padre de familia descubre que la misteriosa caja que le ha comprado a su hijita en una venta de garage aloja un ente maligno –un dybbuk, un espíritu del folclor judío– que habría sido encerrado en la caja… y que ahora parecería habitar en esa niña insufrible y respondona.
Y sí, Posesión satánica –producida por Sam Raimi, director de Arrástrame al infierno y de la cinta de culto El despertar del Diablo, y quien de hecho es judío– está basada en la historia real de una tristemente célebre caja parecida que fuera vendida en eBay en el año 2004, luego de una serie de calamidades que les habrían ocurrido a sus dueños; la caja había pertenecido a una sobreviviente del Holocausto que la habría comprado en España, antes de emigrar a los Estados Unidos, y quien insistía en que no debía de ser abierta ya que “un dybbuk vivía dentro de ella.”
La leyenda de la Caja Dybbuk es bien conocida, y muchos de los pormenores de la misma son referidos en la película –incluido su peculiar contenido, lo que le presta una cierta dosis de realismo a la trama. Por supuesto, Raimi algo sabe sobre horror y, de la mano de Ole Bornedal –veterano director danés responsable del thriller de 1994 Nattevagten y su remake americano, Nightwatch, y uno de los productores de Mimic, de Guillermo del Toro–, logra realizar una cinta de posesiones muy distinta a lo que nos tiene acostumbrados un género que, desde el estreno de El exorcista, ha resultado incapaz de escapar a la sombra de su ilustre predecesora. No sólo el elemento del folclor judío –y de sus particulares rituales de exorcismo, un recurso que de hecho se había utilizado ya en la fallida La profecía del no nacido– resulta en un escenario un tanto exótico y, por lo mismo, aun más inquietante, sino que Bornedal perecería entender el por qué El exorcista continúa siendo vigente luego de todos estos años. Y es que él le otorga al drama familiar que se encuentra al centro de la historia tanto, o más importancia que a los sustos y efectos visuales que el público ha venido a esperar de una cinta como ésta. Para el director, se trata más de “una alegoría sobre el divorcio que de una verdadera película de terror,” y lo cierto es que el argumento de Juliet Snowden y Stiles White consigue un nivel de empatía con los personajes y su dilema que rara vez se ve en el género.
Si a todo esto le agregamos las sinceras caracterizaciones de un reparto integrado por actores no muy conocidos –sólo Jeffrey Dean Morgan ha tenido roles regulares en series como Grey’s Anatomy y Supernatural, además de interpretar a The Comedian en Watchmen– y una sobria realización, plena de atmósferas amenazadoras y de un suspenso que –salvo en una o dos escenas–no requieren de las estridencias del CGI, el resultado es una película de terror que para variar sí asusta, y tan inquietante como la leyenda en que se inspira… una leyenda que pueden encontrar con lujo de detalles en la red, si se atreven.